Por Manuel E. Yepe
Foto: Virgilio Ponce
Tardó casi medio siglo el gobierno de Estados Unidos en reconocer públicamente la improcedencia del bloqueo económico, financiero y comercial que la élite del poder estadounidense aplicó contra los cubanos como castigo por la osadía independentista de haber depuesto el sistema neocolonial impuesto a Cuba tras la ocupación militar de 1898 como modelo alternativo al directamente colonial que impuso en Puerto Rico, la otra nación americana que cayó en su férula tras la guerra que libró contra España en pos de los restos de su imperio colonial.
El 17 de diciembre de 2014, simultáneos anuncios paralelos de los presidentes de Cuba y Estados Unidos informaron de su decisión de iniciar un proceso hacia la normalización de los nexos entre los dos países, comenzando por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
El presidente estadounidense anunció que solicitaría el levantamiento del bloqueo al Congreso por cuanto no estaba entre sus prerrogativas la facultad de hacerlo, pero declaró asimismo que estaba dispuesto a adoptar medidas modificativas de aquellos aspectos del asedio que estaban legalmente a su alcance.
Era de suponer, no solo por los cubanos sino por todos los pueblos y gobiernos del mundo que cada año se han venido identificando con el clamor global contra el injustificable crimen de lesa humanidad que representa el asedio a la isla, que a partir de tales compromisos todo marcharía en la dirección correcta.
Sin embargo, el día 16 de septiembre el canciller cubano declaró que las enmiendas que estaban siendo adoptadas por Estados Unidos eran absolutamente insuficientes, no solo por su magnitud y su alcance, sino también respecto a todo lo que pudiera lograrse si el Presidente hiciera uso de las facultades ejecutivas que posee.
Después del 17 de diciembre de 2014 se han mantenido medidas recrudecedoras del bloqueo; las multas millonarias contra bancos y otras entidades supuestamente involucradas en transacciones financieras internacionales cubanas; la prohibición que sufre Cuba de exportar e importar productos y servicios hacia o desde Estados Unidos o de usar el dólar estadounidense en su actividad comercial ni tener cuentas en esa moneda en bancos de terceros países. Medidas estas, junto a otras vigentes, que siguen causando graves perjuicios a la economía cubana, limitan su desarrollo y causan privaciones que influyen en la salud y el nivel de vida de la población.
Cuba presentará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, como lo ha hecho en los últimos 23 años, la Resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba”.
A tal efecto el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba elaboró un informe a la comunidad internacional en el que refleja en apretada síntesis las afectaciones resultantes de la aplicación de la política de bloqueo desde abril de 2014 hasta abril de 2015, período en el que, a pesar de los anuncios del 17 de diciembre, se observa claramente cómo la injusta y cruel política de bloqueo persiste.
A pesar del nuevo escenario, en el período se ha mantenido el recrudecimiento del bloqueo en su dimensión financiera y extraterritorial, lo cual se evidencia en la imposición de multas millonarias contra bancos e instituciones financieras, como resultado de la persecución de las transacciones financieras internacionales cubanas. La exclusión de Cuba de la espuria lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional, el 29 de mayo de 2015, a la que nunca debió pertenecer, no afecta al resto de las leyes y regulaciones que componen el bloqueo, continuando el asedio financiero a Cuba.
Cuba todavía está impedida de exportar e importar libremente productos y servicios hacia o desde EE. UU., no puede utilizar el dólar estadounidense en sus transacciones financieras internacionales o tener cuentas en esa moneda en bancos de terceros países. Tampoco se permite a la isla acceder a créditos de bancos en Estados Unidos, de sus filiales en terceros países y de las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En consecuencia, puede afirmarse que el bloqueo es el principal obstáculo que persiste para el normal desarrollo de Cuba en todas las esferas de la vida económica, social y cultural, así como para el normal desempeño de sus relaciones internacionales.
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