Por Carlos del Frade
(APe).- -Agustín tiene seis años y Lucas, diez. Agustín siempre dice que el abuelo sale todos los días a buscar a mamá y nunca la trae. Lucas, espera…Y yo me comprometí que algún día les voy a decir lo que le pasó a su mamá… por eso quiero, aunque sea, encontrar un huesito de ella…¿Hasta cuándo van a seguir con este silencio? ¿Por qué tengo que pasar por todo esto, si lo único que hice en mi vida fue laburar?...-dice Alberto Perassi, papá de Paula, secuestrada, obligada a practicarse un aborto y hoy desaparecida hace cuatro años. Hoy, este 18 de septiembre en donde se cumplen nueve años de la segunda desaparición de Jorge Julio López, el valiente obrero de la construcción que había denunciado como pocos el terrorismo de estado en la ciudad de La Plata. Los casos de Paula Perassi y Jorge Julio López habilitan a pensar el 18 de septiembre como día de los desaparecidos en democracia en la Argentina que soportó la dictadura de las desapariciones.
Paula Perassi, la mamá de Agustín y Lucas, se comunicó por última vez con Alberto aquel 18 de septiembre de 2011 a las 21.46. A partir de ese momento, una fenomenal construcción de impunidad.
Entre San Lorenzo y Puerto General San Martín, parece ser la geografía donde se erigen los distintos factores de poder que están relacionados a la suerte de la joven de solamente 34 años.
No son puntos perdidos en el mapa de la Argentina del tercer milenio.
Doce empresas radicadas entre ambas ciudades exportan más de 106 mil millones de pesos al año y por sus puertos privados sale el 80 por ciento de la producción cerealera del país.
La mayor cantidad de dinero circula por esta zona y, por lo tanto, la mayor cantidad de negocios legales e ilegales atraídos por semejante flujo de riquezas.
No es casual que los dos intendentes, el radical Leonardo Raimundo, y el peronista, Carlos De Grandis, de San Lorenzo y Puerto San Martín, respectivamente, aparezcan mencionados en la causa y entre las principales relaciones de los integrantes de la corrupta policía provincial procesados por este caso.
El papá de Paula dice, a manera de resumen, sobre estos funcionarios políticos que “lo único que sumaron fue el silencio cada vez más grande”.
De Grandis debió ser investigado por la justicia sanlorencina según el pedido de los fiscales porque estuvo mencionado en relación a la desaparición del cuerpo pero nadie lo molestó. Y Raimundo, en tanto, sostuvo no conocer al comisario Puyol y luego se conocieron cientos de llamados telefónicos entre el municipio y el mencionado integrante de La Santafesina SA y una fotografía donde se los ve compartiendo una mesa no precisamente de trabajo.
“Cuando la billetera y el teléfono político aparecen, desaparece la justicia”, viene repitiendo Alberto desde hace años. Él está convencido que desde el interior de las municipalidades y de la Unidad Regional XVII de la policía provincial santafesina, saben el destino de su hija Paula.
En estas horas, al cumplirse el cuarto año de la desaparición en plena democracia, el Equipo de Antropología Forense sigue buscando algún resto de la muchacha en una cava saturada de líquidos contaminantes justamente en la jurisdicción de Puerto General San Martín.
En la causa judicial, los procesados son el empresario Gabriel Strumia (supuestamente el amante de Paula); su esposa, Roxana Michl, y Mirta Rusñisky (imputada de realizar el fallido aborto), y los policías Aldo Gómez, Ramón Godoy, María José Galtelli, Adolfo Daniel Puyol y Jorge Enrique Krenz. Los civiles están imputados por "privación ilegítima de la libertad, seguida de aborto contra voluntad y posterior muerte", mientras que el delito de los uniformados sería de "encubrimiento". Por una decisión del camarista Adolfo Benjamín Prunotto Laborde, todos ellos recuperaron la libertad.
-Muchas veces escuché decir que había una mafia de la noche en Rosario, Cuando conocí San Lorenzo me di cuenta que esos poderes funcionan todo el día en esta zona – dijo Adrián Ruiz, uno de los abogados de la familia Perassi en diálogo con este cronista.
“La gente está harta de tantas mentiras. En cualquier momento puede pasar algo grave. Peleo para que mis nietos puedan saber la verdad sobre lo que le hicieron a su mamá. Yo ya estoy muerto, estoy en el cajón. La única diferencia es que el cajón está parado y sigo caminando. A mí, que me desaparecieron a Paula en plena democracia, me ponen chaleco antibalas. ¿Cuándo será el tiempo de mis derechos?”, repite Alberto Perassi.
En la geografía donde circula la mayor riqueza de la Argentina, la desaparición de Paula anuncia que también en esta zona hay organizaciones criminales tan poderosas que se desarrollaron mucho antes que el caso.
Por donde ingresa el mayor flujo de dinero, la ausencia de Paula también demuestra que es el sitio ideal para sufrir la mayor de las impunidades.
Fuentes: Entrevistas propias del autor de esta nota.
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