Escribir para estar viva (Crónicas de una Inquilina) Por Ilka Oliva Corado @ilkaolivacorado Nunca planifico los textos que escribo, fluyen instantáneamente, por esa razón son tremendament...

Escribir para estar viva (Crónicas de una Inquilina)

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Ilka Oliva Corado

Por Ilka Oliva Corado

@ilkaolivacorado

Nunca planifico los textos que escribo, fluyen instantáneamente, por esa razón son tremendamente emocionales, yo misma soy emocional. Nunca vuelvo a leer un texto después de haberle puesto el punto y final. Lo dejo ir para que busque su propio destino. Pues mi escritura es absolutamente catártica. No me interesa dejarlos descansar para volver a ellos y corregirlos días después, pues no hay nada que corregir en la locura. No me interesa perfeccionarlos y minimizarlos para convertirlos en objetos para exposición. ¿Guillotinarlos, para qué? ¿Para que calcen en otro mundo que no es el mío? ¿Para que dejen de ser para aparentar porque aparentar es lo aceptado? No necesitan aceptación alguna.

Escribo lo que siento, sin límites, por esa razón son turbulentos, caóticos e indomables, nada cerebrales; reflejan mi esencia más pura. Solo a través de la escritura existo. Puedo verme desde dentro, habitar la vorágine de mi desasosiego y enfrentar mis avernos sin protección alguna: desnuda, en carne viva para reconocerme desde la herida.

Son intensos pues mi naturaleza es impulsiva, vehemente e insensata. Escribo para estar viva, es la única forma en la que puedo emancipar a mi trastorno; saltar al vacío desde el filo del acantilado, abrir mis alas en el horizonte lejano, contemplar mis absurdos y sorber gota a gota los rastros de mi hiel.

Escribo para anidar en mi segunda piel y construir letra a letra mi soledad. Mi propio refugio; libre de la realidad, del tiempo y la cordura. Para cobijarme en mi demencia, para arrullar mi delirio infantil. Para habitar en el silencio. En la creación del propio manifiesto: en la autenticidad.

Escribo para estar viva, para verme desde fuera y confirmar con sorpresa que sigo respirando a pesar de mí misma. Escribo desde la raíz, el nido, la causa. Desde la vena, desde la revuelta, desde lo intrínseco. Desde lo que no se puede ver, acariciar o argumentar y que existe por sí mismo: diáfano.

No podría jamás argumentar mi poesía, destinarla a versos estudiados, razonados y limitados por el arte de la perfección. Mi poesía es el instante, el anhelo, el caos de un segundo fugaz en mi locura, en mi vaivén atemporal. No podría jamás escribir poesía desde la prudencia, desde la cadencia impuesta por otros, jamás podría escribir poesía para seducir o para simular. Desde la serenidad, mi poesía es caótica. Es mi expresión más transparente. Escribo para escuchar mi propia voz, esa melodía inequívoca de lo inherente.

Escribo todos los días a todas horas para estar viva, nada más.

Fuente: Crónicas de una Inquilina

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