OPINION - SOBRE LAS F.F.A.A. Y LOS HOMBRES QUE LAS COMPONEN. OPINIONES DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN, JUAN DOMINGO PERÓN Y DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE SUMARIO   1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - SOBRE LAS F.F.A.A. Y LOS HOMBRES QUE LAS COMPONEN. OPINIONES DEL ...

OPINION - SOBRE LAS F.F.A.A. Y LOS HOMBRES QUE LAS COMPONEN. OPINIONES DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN, JUAN DOMINGO PERÓN Y DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE

SUMARIO

  1 - ARGENTINA, BUENOS AIRES: OPINIÓN - SOBRE LAS F.F.A.A. Y LOS HOMBRES QUE LAS COMPONEN. OPINIONES DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN, JUAN DOMINGO PERÓN Y DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE - GENTILEZA BERNARDO ALBERTE.


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De: bernardoalberte

Fecha: Sábado, 20 de Diciembre de 2008 05:45 p.m.

Para: GACETILLAS ARGENTINAS - REDACCIÓN

Asunto: SOBRE LAS F.F.A.A. Y LOS HOMBRES QUE LAS COMPONEN. OPINIONES DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN, JUAN DOMINGO PERÓN Y DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE.

"La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene. La tropa debe ser tanto más virtuosa y honesta, cuando es creada para conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza al gobierno para ejecutarlas, y hacerse respetar de los malvados que serían más insolentes con el mal ejemplo de los militares"

General don José de San Martín. Cuartel General de Mendoza, 4 de septiembre de 1816

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Las dictaduras militares son ya una costumbre del continente latinoamericano. Provienen exclusivamente de la traición al servicio de las ambiciones bastardas de hombres obscuros, generalmente ignorantes e incapaces, a quienes la oportunidad de ejercer el mando en las fuerzas militares encargadas del orden, les brinda la ocasión de asaltar el poder. Son, en consecuencia, “cuartelazos” que representan la negación más absoluta de todo sentido institucional y democrático. Es simplemente una manera bestial de burlar la voluntad del pueblo y subvertir el orden legar, reemplazando al derecho con la fuerza. Este azote inaudito pesa sobre nuestros pueblos dentando un estado de barbarie que aun gravita sobre nuestras comunidades. Estas dictaduras castrenses tienen una ejecutoria fija en la historia de la infamia. Los hombres que las ejercen, generalmente subalternos, recurren a gente inescrupulosa e inexperta para escudarse en ella, pero todos no persiguen otro fin que medrar a costillas de la Nación.

Son hombres incapaces para el gobierno, porque su oficio es el mando. Normalmente no saben lo que quieren, ni tienen orientación alguna. Unilaterales y estrechos, se encandilas con las pequeñas cosas. Obligan, no persuaden; atropellan, no educan; acechan, no conciben; terminan insensiblemente en el caos y entonces recurren a la violencia para luego ser desacreditados y odiados.

General Juan Domingo Perón.

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OPINIÓN SOBRE LAS FUERZAS ARMADAS DEL MAYOR BERNARDO ALBERTE, ASESINADO EL 24 DE MARZO DE 1976 POR EL EJÉRCITO.

“Nosotros no consideramos a las F.F.A.A. como una institución poseedora de valores inmutables, sino como una institución humana que actúa para bien o para mal, de acuerdo a los hombres que circunstancialmente las dirigen. No son mejores ni peores que los hombres que la componen, y por consiguiente, no existe la continuidad histórica que iguala a todos los militares a través del tiempo con un mismo sello de excelencia, desinterés o patriotismo; tampoco el merito de una época alcanza a los protagonistas de otra, salvo que la revaliden con su propia conducta. Y lo mismo en lo que atañe a conductas infamantes. Los meritos de San Martín no apañan a Quaranta, ni Fernández Suárez infama a Belgrano, a Dorrego o a Guemes. Podemos admirar al Almte Browm y negar al mismo tiempo a Rojas y a Benigno Varela. Podemos sentirnos deudores y herederos de tantos milicos que regaron con su sangre el suelo de América y de la Patria y no por ello atenuar nuestro juicio sobre los oficiales cómplices, ejecutores y consentidores de vejámenes y torturas.-

Sin duda este es un criterio antagónico con el que sustentan muchos militares que tienen un extraño concepto de su parentesco con la historia y con la gloria. Pero es claro, y si se lo recalca así tan crudamente, es para evitar que se sigan cultivando prejuicios indiscriminados de un patriotismo que luego la historia nos revela como falso.

Es que los argentinos tenemos una ingrata experiencia acumulada en este siglo. Cuando con el argumento siempre esgrimido y ahora repetido, de la necesidad de defender “un estilo de vida”, nuestro estilo de vida, el Ejército protagonizo como represor la historia de la “Patagonia trágica” y los obreros lo hicieron como mártires; cuando desde aviones navales con tripulación también de políticos se bombardeo al Pueblo en la Plaza de Mayo; cuando se fusilo en la Penitenciaria Nacional; en José León Suárez y en Campo de Mayo; cuando se fusiló en Trelew; cuando militares intervinieron en la profanación del cadáver de Evita, cuando el Ejército en un gran operativo pretendió impedir el reencuentro del Pueblo con su líder; cuando representantes de las tres armas concurren a convocatorias de lo mas representativo de las empresas “lideres” y lo mas rancio de los terratenientes y ganaderos, para considerar la situación económica nacional y formular criticas al gobierno, sin asumir las propias, etc., la preocupación se apodera de los sectores populares, especialmente cuando se anuncia que el Ejército intervendrá en la “subversión en las fabricas”, lugar de trabajo de nuestros obreros y nada se dice de hacerlo en las empresas, lugar de expoliación del país y del patrimonio nacional.-

La situación es seria y también dramática, no solo para los trabajadores, sino también para las propias F.F.A.A., impulsadas a avanzar en un terreno, donde por plano inclinado serán llevadas a sustituir a las policías de los ambientes fabriles, hasta ahora privadas, y a ser custodios de los intereses de una de las partes, precisamente la menos indicada para representar el interés general…”-

“Nosotros les prevenimos que algún día vendrá el hombre sencillo de la Patria a interrogar a sus militares en actividad y en retiro. No los interrogaran sobre sus largas siestas después de la merienda, tampoco sobre sus estériles combates con la nada, ni sobre su ontológica manera de llegar a las monedas, no sobre la mitología griega ni sobre sus justificaciones absurdas crecidas a la sombra de la mentira.

Un día vendrán los hombres sencillos de esta tierra, aquellos que fueron sus soldados, a preguntar que hicieron cuando la Patria se apagaba lentamente, que hicieron cuando los pobres consumían sus vidas en el hambre y la de sus hijos en la enfermedad y la miseria, que hicieron cuando los gringos vinieron a imponernos esa nueva forma de vida “occidental” que todo lo corrompe y compra el dinero.

Quizás para ese momento, la vergüenza que provoque el silencio como respuesta, no sea suficiente como castigo”

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