Gentileza FM De la Venado Tuerto
Por Andrés Giura
El asesinato del agenciero Ricardo Etchart ha desatado una nueva andanada de politiquería fascista en la ciudad de Venado Tuerto. La utilización política del trágico episodio por parte de un sector social y político afín a la derecha cívico - militar debe ser desenmascarado para poder buscar una solución social e histórica al malestar social que se vive al interior de la sociedad.
El ideario expresado orgánica e inorgánicamente por los sectores sociales movilizados por el asesinato del comerciante es una construcción ideológica y política tan vieja como la conquista de América y la Santa Inquisición. Simplemente, esta mascarada política esconde delitos y delincuentes aún mayores y más crueles. Este pensamiento es la fruta madura de la vieja matriz racista que abrevan en el fundamentalismo religioso de la Inquisición, el esclavismo norteamericano o brasileño y el fascismo europeo.
Lo primero que debemos entender es la desesperación de una familia que ha visto morir en su propio seno a uno de sus miembros. El asesinato no es meramente un delito, sino un trauma profundo generado por una ausencia. Esta ausencia provoca una pena irreparable a corto plazo. El silencio de los familiares es el producto de la conciencia de una situación excepcional y la necesidad de un tiempo para objetivar la realidad y asumirla.
Sin embargo, los que van a hacer demagogia punitiva, están muy lejos de llevar paz al interior de la conciencia shockeada de los familiares. El supuesto análisis del hecho traumático, les da como resultado, en medio de una fragorosa cohetería verbal, la necesidad de que el Estado declare, una vez más, la guerra contra el grupo social más desfavorecido en el capitalismo.
La gritería racista, que contó con el silencio cómplice del resto de los asistentes a la movilización, es tan grave como el delito mismo que supuestamente quieren combatir. Si a los jóvenes se los amonesta públicamente por cometer desmanes amparados en el anonimato que brinda la multitud, aprovechar el dolor de una familia golpeada para gritar como un energúmeno consignas racistas o fascistas, es mucho más grave que la irresponsabilidad adolescente. Debemos partir del supuesto que son personas mayores, capaces de discernir entre la línea que divide el pensamiento humano de la crueldad animal, por eso es mucho más grave.
Somos de un país que sufrió asesinos mucho más crueles y violentos, genocidas idiosincráticos. Sin embargo, los familiares de víctimas de vejámenes atroces, tuvieron la búsqueda de justicia como rumbo en sus reclamos. En ningún caso, se buscó una solución antisocial al problema, partiendo del dolor a la conciencia, y nunca a la desesperación. Sería bueno que los sectores que se creen educados y decentes vayan aprendiendo de la historia nacional y no del viejo folcklore europeo que apela a la guerra para solucionar sus crisis.
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