“…Y así entre todos logran / lo que era un imposible / que todo el mundo sepa / que el sur también existe”.
(Mario Benedetti)
Por Vicky Peláez
La prensa globalizada al servicio de las transnacionales ignoró por completo la reciente VIII Reunión de los jefes de Estado de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), institución creada en 2008 en Brasil y que entró en plena vigencia cobrando su vida jurídica en 2011. Para estos medios de comunicación sigue vigente la tesis de Henry Kissinger de 1969 que rezaba que “nadie importante puede venir del Sur” pues los pilares del poder están en el Norte. Pero desde entonces han pasado 45 años durante los cuales se han producido muchos cambios políticos y socioeconómicos que alteraron el sistema económico y político mundial.
América Latina después de casi dos siglos de letargo y subordinación a Washington despertó en la segunda mitad del siglo pasado cuando el integracionista Simón Bolívar abogó por la unión de lo que llamó la América. Para Bolívar, Estados Unidos debía ser excluida de esta nueva América porque consideraba a este país peligroso por su carácter expansivo y además muy ajeno a la identidad hispanoamericana. El tiempo corroboró aquella visión del precursor de la unión latinoamericana.
La Unasur en este aspecto, integrada por 12 países: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, representa un renacimiento de las ideas de Simón Bolívar en Latinoamérica. A diferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) que fue creada y financiada por los Estados Unidos para los “intereses del imperio norteamericano”, como lo expresó Evo Morales, la Unasur fue gestada por los propios suramericanos bajo el liderazgo del argentino Néstor Kirchner y del venezolano Hugo Chávez tratando de poner en marcha el desafío de integración más importante del subcontinente.
Este bloque regional cuenta con 450 millones de habitantes que representan el 68 por ciento de la población de América Latina distribuidos a lo largo de 17 millones de kilómetros cuadrados. Su Producto Interior Bruto (PIB) agregado es alrededor de 5 billones de dólares y según la Organización Mundial del Comercio (OMC), los países de la Unasur han suscrito en total 65 Acuerdos del Comercio Preferencial (ACP) siendo 11 de ellos con los países desarrollados y 54 con los países en desarrollo. La riqueza natural de estos países siempre ha sido la ambición de los Estados Unidos y de Europa. Tienen la mayor reserva de petróleo en el mundo, la mayor reserva de agua dulce subterránea con un volumen estimado de 240,000 kilómetros cúbicos. Poseen abundantes yacimientos de oro, plata, hierro, gas, cobre, manganeso, litio, uranio etc. La agroindustria en Argentina y Brasil es una de las más prósperas en el mundo. Brasil exporta anualmente unos 61 millones de toneladas de soja y Argentina 52 millones. También son mayores exportadores de carne en el planeta.
En resumidas cuentas, los países de la Unasur tienen todas las condiciones para convertirse en un poderoso bloque económico. Lo interesante es que nunca en la historia de América Latina un indígena cocalero Evo Morales, considerado “ignorante” y “bobo” por la elite de Bolivia, pudo por primera vez en los últimos cien años estabilizar y hacer crecer la economía de su país. En Brasil, un obrero metalúrgico Luiz Inácio Lula da Silva y la ex guerrillera Dilma Rousseff sacaron de la pobreza a 40 millones de habitantes y crearon 22 millones de empleos. En Ecuador, Rafael Correa, un profesor universitario está aplicando con éxito un plan de Buen Vivir y en Uruguay, José Mujica, un ex guerrillero que estuvo 14 años preso, supo conducir con éxito su país.
En su intervención durante el primer día de la cumbre, el presidente de Uruguay recalcó que “no puede ser que la sociedad capitalista transforme todo en un mercado, las políticas no pueden ser un mercado. Por eso apelo a los señores presidentes, habrá una América integrada no solo por concordancias que podamos tener o diferencias de ideas. Todo es negociable, pero lo que no puede ser negociable es el alma y el compromiso que tenemos con la gente y los pueblos”.
No cabe duda que la Unasur tomó altura en la recién inaugurada sede oficial de la institución en Quito al decidir activación del tanto esperado Banco del Sur antes del Año Nuevo y la creación del Fondo de Reserva y de Protección Financiera del bloque regional. Esta medida podría a plazo mediano aliviar la dependencia de los países miembros de la Unasur del sistema financiero globalizado que está afectando cada día más la soberanía de Latinoamérica tomando la forma de la tela de araña formando cada vez más sofisticadas estructuras de dominación. La defensa más eficaz contra el avance de las transnacionales financieras, EE. UU., la Unión Europea y las empresas multinacionales, estará, en la opinión de Rafael Correa, en la formación “de bloques de países y solo unidos podremos defendernos del neo colonialismo y del injusto e inmoral orden mundial”.
Esta tarea requeriría muchos esfuerzos porque el actual orden económico mundial está basado en la vieja consigna de “divide y reina”, por eso no todo es color de rosa, dentro de la Unasur hay también desacuerdos porque Chile, Colombia y Perú pertenecen a la Alianza del Pacífico creada por la iniciativa de Washington como un proyecto panamericano con miras al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). A la vez, tres países de la institución tienen bases militares norteamericanas. Una está ubicada en el Chaco paraguayo, llamada la “base humanitaria”, las siete en Colombia y dos en Perú. También el gobierno de Colombia firmó en 2013 un “Acuerdo de Cooperación” con la OTAN que hace tiempo está buscando la oportunidad de expandirse hacia América Latina y el Caribe para prevenir en concordancia con EE. UU. el proceso de integración en el continente.
Lo que falta también para la consolidación de la Unasur es un proyecto del desarrollo industrial que le permita ganar la autonomía a largo plazo. Precisamente el aumento de su capacidad productiva haría disminuir su dependencia de Norteamérica y de la Unión Europea. Lastimosamente este tema no fue tocado en la cumbre. Por supuesto que el proyecto de crear un pasaporte común para todos los ciudadanos suramericanos fue una iniciativa importante para la consolidación de una identidad regional común y el fortalecimiento del proceso de integración. Sin embargo, la tarea más urgente sería disminuir la dependencia financiera y crear condiciones para el desarrollo integral de acuerdo a los intereses de todos los países de la Unasur.
Como dijo José Martí, llegó “la hora de recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.
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