Por Carlos Del Frade
(APe).- El 2012 terminó 35 meses después.
El primero de enero de aquel año, Jeremías “Jere” Trasante, de solamente 16 años; Claudio “Mono” Suárez, de veinte y Adrián “Patom” Rodríguez, de dieciocho, fueron asesinados por una banda compuesta por Sergio “Quemado” Rodríguez, Brian “Pescadito” Sprío, Daniel “Teletubi” Delgado y Mauricio “Maurico” Palavecino, en la canchita de fútbol del club Infantil Oroño, en Dorrego y Presidente Quintana, en el sudoeste rosarino, un punto en el mapa de la ex ciudad obrera, portuaria y ferroviaria. El jueves 4 de diciembre, llegaron las condenas. Aquel año de dolor e impunidad duró un poco menos que tres años.
El tiempo exacto que se tomó el servicio público de justicia de la provincia de Santa Fe para investigar y valorar lo que se decía en el barrio. No fue una concesión gratuita. Fue la consecuencia de una permanente movilización del Movimiento 26 de Junio del Frente Popular Darío Santillán que acompañó y abrazó a las familias desgarradas por semejante crimen.
En esa fuerza donde se conjugan el más profundo amor y el, entonces, más profundo dolor, se logró una mística especial que acompañaba las permanentes marchas exigiendo justicia ante el accionar de la narcopolicía, como ellos tuvieron la claridad de definir.
Aquella triple hipocresía que quiso sepultar el caso como uno más entre las decenas de crónicas policiales: pibes en el momento y lugar equivocados, estado ausente y ajuste de cuentas; sucumbió ante la construcción de una triple esperanza: pensamiento crítico y movilización, realización del juicio y generación de espacios de inclusión en los barrios. Por eso el largo 2012 que duró 35 meses terminó con un triunfo popular. Se hizo justicia gracias a no resignarse a la impunidad que se quiso construir desde el primer momento. Una prueba más que se gana desde abajo cuando se protagoniza la historia.
-A nivel humano creo que los familiares de las víctimas pueden tener un poquito más de paz y de tranquilidad, pero también esto debe servir a la sociedad. Una muerte en cualquier circunstancia que sea es terrible, cuesta caro y esto es una demostración de eso y un mensaje de no violencia para la sociedad-, sostuvo la fiscal Nora Marull, luego de conocerse las sentencias de hasta 33 años para los asesinos.
El pastor Eduardo Trasante que en este largo año de 35 meses sufrió el asesinato de dos de sus hijos y la muerte por tristeza de su mujer, dijo: “Me voy conforme y expectante por retomar la lucha el próximo año con una fuerte convicción de que detrás de este fallo va a haber un montón de juicios sobre los cuales toda esta gente va a tener que responder por su alto grado de responsabilidad”.
Para la joven abogada del pueblo, Jesica Venturi, transitar estos 35 meses fue hacerlo “con mucho miedo… por eso digo que esto realmente nos reconforta, porque apostamos a la justicia, aunque sabíamos que era una lucha llegar a este lugar. Nos llena de satisfacción esto y poder decir que valió la pena no elegir el camino de la venganza”.
Pedro “Pitu” Salinas, uno de los referentes del Movimiento 26 de Junio, opinó que “lo más importante es que deja un mensaje al conjunto de la ciudadanía de Rosario que tiene que ver con lo valioso de una lucha infatigable de tres años que se nutrió de un acerbo probatorio frondoso. Los jueces han estado a la altura de las circunstancias y han puesto por una vez a la justicia rosarina a la altura de las circunstancias históricas”.
El legendario abogado de causas populares y sociales, Norberto “Beto” Olivares, analizó que este logro “tuvo que ver con un reclamo incesante, una lucha permanente, sistemática, de no bajar los brazos de familiares, vecinos y del Movimiento 26 de Junio. Ese reclamo es proporcional con la impunidad: en la medida que el reclamo se ensancha, la impunidad se achica; en la medida que el reclamo se achica, la impunidad se ensancha”, sostuvo el profesional.
Antes, durante el alegato final, Olivares señaló que hacía falta poner un dato en la historia “que empiece a modificar la situación, que empiecen a ser atacadas las graves consecuencias de la narcocriminalidad en nuestra ciudad, la provincia y el país”.
De eso se trató el final del largo 2012 que comenzó con el triple crimen de Villa Moreno, hace 35 meses atrás y que terminó con un triunfo popular, un día de justicia ganada desde abajo a fuerza de movilizaciones, amor, coraje y protagonismo colectivo. Donde la justicia del sistema tuvo que reparar en la necesaria justicia popular, esa que viene de la verdad que siempre palpita en la vida sencilla de las mayorías.
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