Por Andrés Sarlengo
Se termina el 2014, y aquí estamos con Contrapuntos, 471 ediciones, fieles al compromiso asumido de batallar contra la plutocracia…
Hacer periodismo es saber observar, preguntar y escuchar. El texto escrito, radial o televisivo tiene esa fuente. Hacer periodismo es aprender a mirar cómo vive el pueblo y las causas de sus dolores. En tiempos de Tinellis, novelas evasoras, fútbol mafioso, narcotráfico asesino, extractivismo perverso y dirigentes políticamente correctos: el oficio periodístico sigue siendo pieza clave para pensar qué quieren hacer de nosotros los poderosos.
A casi 40 años de la última dictadura cívico - militar - religiosa todavía no hemos sanado del terror inscripto (generación tras generación) en nuestros cuerpos. Se pide permiso para hablar, la militancia es endeble, los prejuicios frente a quien levanta su voz emergen discriminadamente, el pensamiento crítico ha pasado a retiro y el autoritarismo devino en el desamparo simbólico y cultural que no permite la transmisión de valores solidarios y democráticos.
Las familias que nos lega el neoliberalismo iniciado en 1976 “crecen” en el vacío simbólico y material. El desocupado de los ' 90, empobrecido después, y el supuesto incluido de la era progresista K… son las mallas de una red de relaciones sociales que no autorizan ni habilitan a los sujetos a construirse como “padres o madres dignas”.
Parafraseando a J. C. Stoloff “la dictadura (fundamento cruel del neoliberalismo) debilita la autoridad de los padres, atacando su función; es la expresión “del silencio de la paternidad”. En otras palabras: el presente de nuestros pibes es “hijo” del “padre” y las madres “perdedoras” que el neoliberalismo reproduce desde 1976.
Es el extractivismo (soja - petróleo - minería - narcotráfico; Monsanto - Chevron - Barrick Gold) como expresión del “capitalismo de época” en argamasa con el Terrorismo de Estado quien determina la actualidad de nuestros niños, jóvenes y adultos. La plutocracia hace al niño y sus conductas… Sus “lloriqueos o aburrimientos” no son solo suyos.
Sonará a duro pero hay que advertirlo: no vivimos en democracia, pervivimos bajo las condiciones y relaciones de la victoria de las clases dominantes. El Estado de Derecho -hoy- sirve al extractivismo neoliberal.
Se termina el 2014 y como le dijimos, aquí, Contrapuntos llega a su edición 471.
Hacer periodismo es preguntarse cómo viven el pueblo y los trabajadores. Esa es nuestra convicción.
El extractivismo hace al niño. Hay soja y glifosato en sus venas mientras sus padres lo miran perdidosos. Y más allá de la metáfora, nos referimos a miles de pibes y pibas que con sus cuerpos sintientes merecen un porvenir distinto. “De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena”, escribió Miguel Hernández. Aquí no hay niños yunteros, son hijos de la soja y el narcotráfico.
En definitiva, seguiremos haciendo periodismo, mal que les pese a quienes deseen hacer del pueblo “oscuras bandas que se matan entre ellas”.
¡ Salud por democracia y libertad !
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