El gobierno amarillo, como bien les gusta decir a viejos integrantes del colectivo de las personas con discapacidad, siempre está dispuesto para acciones marketineras con respecto a las problemáticas que aquejan a sus integrantes. Mucho baile. Mucho juego. Mucha pintura. Pero también mucho verso para la gilada... perdón, los votantes...
Si se ha destacado en algo el macrismo, por decirlo de alguna manera, no cabe duda que es uno de los empleadores que goza con el acoso laboral o mobbing. Buscando la "eficacia" y la "eficiencia", consideran que puede incrementar ambos presionando a los empleados. Y las personas con discapacidad no son la excepción. El encasillamiento en determinadas tareas, las altas prematuras en ocasión de claras enfermedades laborales y las fuertes exigencias en diversos sectores del Gobierno de la Ciudad afectan a buena parte del personal, cualquiera sea su situación, aunque puede llegar a advertirse con mayor claridad en las y los contratados.
No obstante, se olvida la capacitación que tienen las y los trabajadores. Y ello juega principalmente en las personas con discapacidad, las cuales no siempre tuvieron una historia escolar en forma regular, debido a las propias circunstancias que les toca vivir. En lugar de buscar las modalidades para potenciar sus capacidades, los destinan a ser simples cadetes o meros fotocopiadores. Dicho sea de paso, el cupo laboral del 5% establecido por la Constitución de la Ciudad está lejos de cumplirse y se trata de estimular el autoempleo, cuando nunca tuvieron la oportunidad de capacitarse para ello o bien, nunca tendrán la idea de lo que significa comerciar o negociar.
El mundo laboral hace rato que los ha abandonado a su suerte. Estamos en el capitalismo, donde solamente sobrevive el más fuerte y se deja morir a los débiles. No cabe duda que el macrismo ha tomado como referencia a Esperanza Aguirre, la dirigente española del PP que ha propuesto que los sistemas de salud no tengan que mantener a quienes no puedan pagar la salud, en forma analógica.
Hace unos meses nos enterábamos de la existencia de sillas de ruedas de plástico en el Hospital Argerich por los multimedios. En los barrios, hace unos años, se hablaba de Tito Baratito y parece que el sistema de salud porteño ha elegido buscar sillas de ruedas baratas. Pensarán: ¿Total? ¿Para qué? ¡ Qué se arreglen como puedan !. Aprovechamos a comprar barato o aceptamos los regalitos de las Ong's a las cuales les damos subsidios y algo más...
Sin embargo, ello constituye un síntoma acerca del verdadero respeto por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad. Es decir, nada... Y por supuesto que lo comparte con el kirchnerismo, socio de ocasión para los buenos negocios tal como lo viene demostrando la actividad en la Legislatura porteña.
El mobbing y las sillas de ruedas de plástico, apenas, son las puntas del iceberg. Rampas rotas u obstaculizadas por vehículos o rejas; subtes inaccesibles, con ascensores que no funcionan; veredas rotas u ocupadas por las mesas de bares y restaurantes y las contínuas vallas en la Administración de la Ciudad completan un panorama desolador.
Pero también, en parte, es responsabilidad del colectivo; al menos, de quienes todavía pueden movilizarse y luchar por otro presente y futuro diferente. Si bien funciona el "divide y reinarás" con los subsidios y prebendas a numerosas Ong's que son verdaderos sellos de goma, en algunos casos y en otros, pantalla para la buena fortuna de sus dirigentes, aquellos que todavía resisten tienen la obligación de unirse para encontrar el camino hacia el respeto de sus derechos. Tal vez, con organización y lucha en la calle puedan recuperar la dignidad perdida...
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