Carta abierta al Partido Obrero y al conjunto de las organizaciones que apoyaron a la Lista Unidad (Razón y Revolución) “Detrás del ‘juvenilismo’ […] lo que se esconde es la apelación a lo más atrasado de la conciencia que brotó del 2001. Es cierto que hay, n...

Carta abierta al Partido Obrero y al conjunto de las organizaciones que apoyaron a la Lista Unidad (Razón y Revolución)

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“Detrás del ‘juvenilismo’ […] lo que se esconde es la apelación a lo más atrasado de la conciencia que brotó del 2001. Es cierto que hay, no una, sino por lo menos dos generaciones que se asoman a la política fuera de la influencia histórica del peronismo […] Esos ‘jóvenes’ portan, por lo tanto, en un porcentaje muy elevado, repito, una conciencia ‘vieja’. Lo nuevo es la militancia revolucionaria que ha salido de esos grupos y que en todos los lugares donde hay lucha aparece ligada a la izquierda, proceso al que, obviamente, el PTS no es ajeno. A los primeros se los puede interpelar como ‘jóvenes’, y es probable que, en el contexto de crisis K, respondan a esa interpelación y el PTS gane la interna. A los segundos, se los interpela como militantes revolucionarios. Como son muchos menos que los anteriores, es probable que la lista del PO pierda la interna. ¿Y cuál es el problema? Que habremos entregado el destino del FIT, no a la vanguardia revolucionaria sino a la retaguardia kirchnerista. El PTS sabe esto y no le da vergüenza”.

Correo de Eduardo Sartelli a la lista de Asamblea de Intelectuales del FIT, 29 de julio de 2015.


La derrota de la Lista Unidad en las internas del FIT ha dejado al conjunto de las organizaciones del frente en una situación extraña y lamentable. Por un lado, el exitismo del PTS le impide ver la magnitud del fracaso del FIT en transformarse en una alternativa real para las masas. Por otro, la depresión ha sumido en el silencio sus contrincantes, poniendo en segundo plano la responsabilidad que les cabe en el futuro de la alianza. Ha llegado, sin embargo, el momento de la acción, si queremos salvar al germen del partido del proletariado del pantano en que está metido.

En estos momentos, el PTS reivindica el resultado como si se tratara de una victoria de la misma magnitud que la toma del Palacio de Invierno, simplemente porque en una mala elección, la fórmula Del Caño - Bregman alcanzó el 1,7% de los votos nacionales contra el 1,5 de Altamira - Giordano. Es más, se publicita la buena nueva acompañándola de una mentira propia del INDEC: en relación a las PASO del 2011, el FIT creció un fabuloso 50%... Lo que no se dice, es que se retrocedió abruptamente en relación al 2013 incluso en el nivel parlamentario. Lo que no se dice es que en cuatro años de decadencia del kirchnerismo y en medio de una crisis económica y política en marcha, el frente sólo aumentó su caudal en 200.000 votos. Lo que no se dice, es que el 3,3 del FIT de cara al 38% de Scioli es mucho menos significativo que el 2,5 contra el 54 de Cristina. Lo que no se dice es que, para conseguir ese resultado hubo de llevarse adelante una campaña sucia contra sus propios compañeros, desprovista, no ya de todo contenido socialista, sino teñida de liberalismo burgués, indistinguible de la socialdemocracia europea o del PT brasileño. El PTS entregó el Frente a los prejuicios de la retaguardia kirchnerista para obtener un resultado que simplemente confirma que el 96% de la sociedad argentina no nos tiene en cuenta (incluyendo entre ellos a esos “jóvenes” kirchneristas a los que se quería atraer con ese discurso liberal-burgués y para lo cual se claudica ante cada propuesta K en el Congreso, como acaba de suceder con relación a China). Se puede escribir lo que se quiera y escupir fuego sobre el papel, pero el verdadero programa con el que Del Caño - Bregman “vencieron”, expresa la victoria de la ideología burguesa en el Frente de Izquierda. La prueba está en que la diferencia más sustantiva a su favor la obtuvieron allí donde ninguna lucha social precedió ni acompañó al desempeño electoral, Mendoza, o donde el PTS ni siquiera tenía lista propia ni militancia de ningún tipo, como en Catamarca y Misiones.

Por su parte, la fórmula encabezada por Jorge Altamira no ofreció al proletariado argentino algo cualitativamente superior. Es cierto que apeló a un posicionamiento de clase, tratando de rodearse de la militancia obrera. No es menos cierto que el planteo no pasó de ser puramente sindical, lo que tiene dos consecuencias: la primera, que no permite diferenciarse de los políticos burgueses, ya que en momentos de elecciones los candidatos del sistema se vuelven más demagogos y prometen lo mismo o más que el más desaforado trotskista; la segunda, que el programa socialista se quedó fuera de las elecciones, como reconoce de hecho la tapa de la última Prensa Obrera.

Con estas propuestas, las de ambas listas, no es raro que el caudal electoral del FIT quede reducido al margen del error estadístico. Sin embargo, el peligro más importante no es este, al menos en la presente coyuntura. El peligro más grave es ir a las elecciones de octubre detrás del programa que impuso el PTS, que significa el abandono de toda política de clase y el desbarranque del Frente en un marasmo parlamentarista. En efecto, el FIT va camino a transformarse de canal de incorporación de la clase obrera a la política revolucionaria, a vía de desarrollo de la ideología burguesa en la clase obrera, algo que no puede aceptarse.

No puede decirse, sin embargo, que esta situación sea responsabilidad exclusiva del PTS. Le cabe al Partido Obrero una parte nada insignificante, al dar lugar a las PASO, cediendo a las maniobras del “cañismo”. Por todo esto, el PO nos debe, como dirección a la que nos plegamos en esta lucha, una explicación. Era su obligación, como la organización revolucionaria más importante del país y la que condensa hoy por hoy las mejores tradiciones de lucha del proletariado argentino, rechazar, por principio, la intromisión burguesa en el partido de la clase obrera. Víctima de una evaluación errónea de sus propias fuerzas, el PO se lanzó a una aventura no solo innecesaria sino harto peligrosa, cuyas consecuencias recién su dirección y sus bases están percibiendo hoy, a pesar de que se lo hicimos notar en reiteradas ocasiones. No fuimos oídos, como tantas otras veces, porque, entre otras cosas, el PO pretende tener el santo y seña de la lucha de clases en la Argentina y en el mundo y no cree necesario escuchar a nadie. Entiende todas las críticas como agresiones y expulsa a los críticos leales, negándoles hasta el estatus de “compañeros” a quienes han militado siempre su favor (como sucedió con nosotros mismos en la Asamblea de Intelectuales del FIT). Prefiere el corifeo de figurones inútiles, que acompaña al partido como comparsa en las buenas y lo abandonan como ratas cuando el barco se hunde.

Lo que dijimos desde el primer momento es que el FIT era simplemente un acuerdo electoral que desperdiciaba la oportunidad de construir un partido revolucionario. Un simple acuerdo electoral al que incluso el título de “frente único” le queda grande, toda vez que fue incapaz de actuar unificadamente en cada coyuntura importante de lucha. Propusimos avanzar en ese camino en reiteradas ocasiones. No solo no se nos hizo caso: se nos echó y se festejó esa actitud como un “triunfo”. Pero todo lo que dijimos que iba a pasar, pasó. Y ahora estamos en situación de adelantar que el FIT va camino a una descomposición política general de la que hay que rescatarlo. Ya se avizoran las líneas de la putrefacción en las pretensiones del PTS de establecer nuevos “porcentajes” de rotación en los cargos parlamentarios, una verdadera vergüenza. El FIT tenía dos caminos por delante: el cretinismo electoral, por un lado; la construcción del partido revolucionario por otro. Queda claro por qué pendiente se está deslizando ahora. La negativa del PO en avanzar en el sentido inverso tiene su cuota de responsabilidad en ello.

No vamos a apoyar, de ninguna manera, a una construcción política que vaya a las elecciones de octubre con el programa que impulsó el PTS en las PASO. No vamos a ser cómplices de este proceso de descomposición de la última esperanza que recorrió a la izquierda argentina. Pero queremos dar batalla por evitar que se desvanezca de manera tan miserable. Por eso:

Llamamos al Partido Obrero a ejercer su responsabilidad de dirección de las fuerzas revolucionarias del proletariado argentino, tarea que debe asumir como derecho conquistado por una gloriosa historia de lucha y como una obligación que deviene de ella misma. Es su obligación rescatar al Frente de su liquidación, convocando a un congreso de militantes de todas las organizaciones participantes en las internas, para discutir el programa con el que se irá a las elecciones de octubre, programa que deben respetar todos los candidatos de la alianza, pertenezcan al partido al que pertenezcan. Ese programa tiene que tener un contenido socialista.

Llamamos a Izquierda Socialista a actuar en el mismo sentido.

Llamamos a todas las organizaciones y militantes que apoyaron a la Lista Unidad a exigir la realización del mencionado congreso.

Por último, insistimos una vez más, solo con el avance decidido hacia la construcción de un partido que reúna al conjunto de los militantes revolucionarios de la Argentina, se alcanzará el volumen político y militante que exigen la fuerzas que emergen de la crisis que arrastra nuestro país desde hace décadas. Con la autoridad moral que nos da el haber militado siempre sin haber exigido nunca cargo alguno, nos permitimos una propuesta más:

Asamblea nacional de militantes para discutir la conformación de un partido unificado de fracciones y tendencias, a reunirse antes de fin de año.

Esperando haga honor a su historia y a su vocación revolucionaria, el Partido Obrero tiene ahora la palabra. Se verá si porta o no, voluntad de dirección o si se ha dejado ganar por el derrotismo insulso de un episodio electoral sin importancia alguna.

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