Por Stathis Kouvelakis
Cualquier persona que viva en primera persona,o solamente siga, los acontecimientos de Grecia sabe demasiado bien el significado de expresiones como “momentos críticos”, “clima de tensión”, “vuelco dramático” y “presión hasta los límites”. Con la evolución de los hechos desde el lunes, nuevo vocabulario tendrá que ser añadido a la lista: el “absurdo”.
La palabra puede parecer extraña, o incluso una exageración. Pero, ¿cómo más se puede caracterizar la total del significado de un evento tan increíble como el referéndum del 5 de julio, a sólo horas después de su conclusión, por los mismos que llamaron originalmente a votar por el “no”?
¿Cómo se podría explicar que Vangelis Meimarakis líder de “Nueva Democracia” y Stavros Theodorakis líder de “El Rio” -jefes de campo que fue aplastantemente derrotado el domingo- se hayan convertido en los portavoces oficiales de la línea que está siguiendo el Gobierno griego? ¿Cómo es posible que un devastador “no” al memorándum de austeridad pueda interpretarse como una luz verde para un nuevo memorándum? Y para decirlo en términos de sentido común: si estaban dispuestos a firmar algo aún peor y aún más vinculante que las propuestas hechas por Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión europea: ¿Cuál fue el punto en hacer el referéndum y la lucha para lograr la victoria en el mismo?
El sentido de lo absurdo no es sólo producto de este cambio inesperado. Se deriva sobre todo del hecho de que todo esto se está desarrollando ante nuestros ojos como si nada hubiera pasado, como si el referéndum fuera algo así como una alucinación colectiva que termina repentinamente, dejando que continuemos libremente con lo que hacíamos antes del mismo. Pero debido a que no todos nos hemos convertido en comedores de flores de loto, vamos al menos realizar un breve resumen de lo que ha ocurrido en los últimos días.
El domingo pasado, el pueblo griego dejó estupefacto a Europa y al mundo entero, respondiendo en masa a la llamada del gobierno y, en condiciones sin precedentes para las normas de la posguerra de cualquier país europeo, mayoritariamente votó “no” a las propuestas abusivas y humillantes de los prestamistas. Tanto la extensión del voto “no” y su composición cualitativa, con una enorme ventaja entre los trabajadores y los jóvenes, dan testimonio de la profundidad de las transformaciones que han estado ocurriendo, o mejor dicho, que se han cristalizado en tan poco tiempo, en la sociedad griega.
Las masivas movilizaciones del viernes, el clima “desde abajo” que ha prevalecido durante la última semana, por no hablar de la ola entusiasta de solidaridad internacional, dan testimonio del enorme potencial que se abre al elegir el conflicto político popular en vez de la retirada.
Pero a partir de la mañana del lunes, antes de que se apagasen los gritos de la victoria en las plazas públicas del país, el teatro del absurdo ya había empezado. Bajo la égida del pro-Sí Presidente de la República, Prokopis Pavlopoulos, el gobierno convocó a los jefes de los partidos derrotados a elaborar un marco para la negociación, posicionando al euro como límite exterior impasable de la posición griega y declarando expresamente que no cuenta con un mandato para salir de la unión monetaria.
El público, aún en el clima victorioso del domingo, observa como el representante del 62 por ciento se subordina al 38 por ciento en el período inmediatamente posterior a una resonante victoria de la democracia y la soberanía popular.
El martes, el gobierno, sin una nueva “propuesta” para hacer, transfiere sus operaciones a Bruselas para la reunión extraordinaria del Eurogrupo y, como es absolutamente lógico, se encontró ante un nuevo e incluso más duro ultimátum. Al día siguiente Euclid Tsakalotos inaugura sus funciones como ministro de finanzas (en aras de la brevedad nos saltamos la renuncia de Yanis Varoufakis, señalando que esta era una demanda de los prestamistas) enviando al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), la organización que gestiona la mayor parte de la deuda griega, una carta solicitando un nuevo préstamo de 50 mil millones de euros, que será acompañado por supuesto por un tercer memorándum. Se prevé, en efecto, que el parlamento comience el lunes a votar sobre la base legislativa pertinente.
La carta de Tsakalotos continúa diciendo que Grecia quiere “honrar sus obligaciones financieras para con la totalidad de sus acreedores de una manera completa y oportuna.” Es obvio que a pesar de las garantías que se escucharon después de la proclamación del referéndum para “reiniciar las discusiones a partir de cero” las “negociaciones” siguen exactamente donde se habían dejado, con los griegos bajando la bara trás cada paso que se da.
El mismo día, en espera de las nuevas “propuestas” griegas que iban a ser “fiables” y “detalladas”, el primer ministro Alexis Tsipras se dirigió al Parlamento Europeo y declaro que “si mi objetivo hubiese sido sacar a Grecia fuera del euro, no hubiese hecho las declaraciones que hice después del cierre de las urnas y hubiese interpretado el resultado del referéndum como un mandato para una ruptura con Europa y no como un mandato para reforzar nuestros esfuerzos de negociación con el fin de llegar a un mejor acuerdo”.
Esto equivale a más o menos a un reconocimiento abierto de que el resultado del referéndum fue interpretado con un fin específico en mente, el de la negociación bajo todos los costos y el evitar una grieta.
En el mismo discurso, el primer ministro describe muy sucintamente la filosofía que durante muchas semanas se ha informando a toda la postura de la parte griega y al que el paréntesis del referéndum no ha traído el más mínimo cambio:
“En estas propuestas, evidentemente, hemos emprendido un poderoso compromiso de alcanzar las metas fiscales que se requieren en base a las normas, ya que reconocemos y respetamos el hecho de que la zona euro tiene reglas. Pero nos reservamos el derecho de elección, el derecho de poder como un gobierno soberano, elegir dónde vamos a colocar y añadir impuestos, a fin de estar en condiciones de alcanzar los objetivos fiscales requeridos”.
Este es el marco dado: es el de medidas restrictivas que aseguran excedentes fiscales y tienen por objeto la devolución de la deuda. Es indiscutiblemente el marco de los memorandums. El desacuerdo es sobre el “reparto de la carga”. Se trata de una variante (supuestamente) “socialmente más justa” de la austeridad, que se presenta como “redistribución”, al mismo tiempo que perpetúa la recesión (todas las referencias al compromiso de las medidas de no recesión ha sido borradas) y el empobrecimiento de la mayoría.
Mientras tanto, y mientras estas garantías calmantes están siendo presentadas para terminar de demoler lo que ha quedado de los compromisos programáticos de Syriza, hay un aumento gradual del estado de sitio que el país está sufriendo, con el Banco Central Europeo sosteniendo el grifo de la liquidez y recortando aún más el valor de los bonos bancarios, lo que lleva inevitablemente al colapso.
Y, sin embargo, a pesar de la gravedad de la situación y, a pesar del hecho de que a través de la imposición de controles de capital parte de la carretera ya ha sido cubierto, nadie, aparte de Costas Lapavitsas y algunos cuadros de la Plataforma de Izquierda,se habla de lo autoevidente y de las medidas básicas de autoprotección que se necesitan por las circunstancias de este tipo, empezando por un control público y nacionalización del sistema bancario.
La explicación de esto es por supuesto muy simple: nada de esto pondría a Grecia con un pie fuera del euro, medida que el gobierno está completamente en contra de realizar, a pesar de que incluso los economistas de corrientes convencionales como Paul Krugman afirman que “la mayor parte del costo ya se ha pagado”, y que es el momento de Grecia “para cosechar los beneficios “.
Un simple conclusión emerge de todo esto: con los movimientos que ha hecho en la última semana, el gobierno no ha logrado otra cosa que un retorno completo al pantano anterior, desde una posición mucho menos favorable, bajo la presión de una asfixia económica aún más implacable. Se ha conseguido dilapidar la inyección de capital político que dió la consulta, en un tiempo récord, siguiendo en todos los puntos de la línea de los que habían opuesto a ella, y que tienen toda la razón para sentirse reivindicados, a pesar de haber sido increíblemente derrotados en las urnas.
Pero el referéndum pasó. No era una alucinación de la que todo el mundo se ha recuperado. Por el contrario, la alucinación es el intento de rebajar a un temporal “desahogándose”, antes de reanudar el descenso rumbo hacia un tercer memorándum.
Y parece que el gobierno va precisamente por ese camino suicida. Ayer, tarde en la noche, se envía a todos los miembros del parlamento (MPs) un escrito a toda prisa, texto de doce páginas, escrito en inglés por expertos enviados por el gobierno francés y en base a la solicitud de Tsakalotos para un préstamo de 50 mil millones de euros al Mecanismo Europeo de Estabilidad.
Esto no es más que un nuevo paquete de austeridad -en realidad, un “copiar y pegar” del plan de Juncker- rechazado por el electorado hace unos días. Su núcleo es demasiado familiar: superávit primarios, los recortes en las pensiones, aumento en el IVA y otros impuestos, y un puñado de medidas para darle un ligero sabor de “justicia social” (por ejemplo, un aumento en la tasa del impuesto a las corporaciones en dos puntos). El documento fue aprobado por todos los principales ministros excepto por Panos Kammenos, jefe del partido Griegos Independientes (ANEL), y Panagiotis Lafazanis, líder de la Plataforma de Izquierda.
El parlamento ha sido llamado a votar sobre este texto hoy, bajo los mismos procedimientos de emergencia que fueron previamente enérgicamente denunciados por Syriza. En muchos aspectos este proceso puede ser considerado un “golpe parlamentario”, ya que se le pide al Parlamento a votar sobre un texto que no es ni un proyecto de ley, ni un acuerdo internacional, dando una especie de carta blanca al gobierno a firmar cualquier acuerdo de préstamo. Pero esta aprobación parlamentaria se ha establecido explícitamente como condición para cualquier negociación por parte del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble.
Como era predecible, y probablemente incluso planificado, este acuerdo propuesto ha provocado un gran revuelo en el interior Syriza. Por el momento, la mayoría de las reacciones fuertes vienen de la Plataforma de Izquierda y otras corrientes de izquierda de Syriza como KOE, la organización maoísta que tiene cuatro diputados. En una reunión dramática de hoy del grupo parlamentario de Syriza, Lafazanis, ministro de Energía y líder de la Plataforma de Izquierda, dijo que el acuerdo es “incompatible con el programa de Syriza” y “no ofrece una perspectiva positiva para el país.” Se espera que los ministros de la Plataforma de Izquierda renuncien hoy.
Thanassis Petrakos, uno de los tres oradores del grupo parlamentario de Syriza y un destacado miembro de la Plataforma de Izquierda, declaró: “El ' no ' del referéndum fue un radical y una clase ' no '. Algunos camaradas de alto rango insisten en la lógica de que “no hay otro camino”. Debemos prepararnos a salir de la zona euro y decirselo claramente a la gente. La Izquierda tiene un futuro cuando abra sus alas a lo desconocido, no hacia la nada misma. Aquellos que insisten en la opción de permanecer en el euro a cualquier precio saben que eso es un desastre. Necesitamos una salida preparada para así abrir un nuevo camino. Los primeros pasos son el control público de los bancos y del banco central griego y una ofensiva contra la oligarquía”
También se dice que Varoufakis se ha opuesto al acuerdo, así como algunos diputados del grupo “cincuenta y tres años” (el ala izquierda de la mayoría), aunque en una reunión interna celebrada ayer apareció una brecha significativa entre la base y los cuadros medios, fuertemente opuestos al acuerdo, y los diputados que están inclinado a apoyar. La votación que tendrá lugar a finales de la noche será sin duda una importancia crucial para los futuros desarrollos, sino también para el futuro de Syriza.
Pase lo que pase en las próximas horas y días, una cosa debe quedar clara: cualquier intento de anular la voluntad popular para volver a la austeridad y el memorándum equivale al hubris (1) en el antiguo sentido griego del término. Quien se atreva a dirigir al país, y la izquierda, a la entrega y al deshonor debe estar listo para enfrentar el Némesis correspondiente.
NOTAS:
(1) La hibris o hybris es un concepto griego que puede traducirse como "desmesura" y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en sí mismo muy exagerada, especialmente cuando se ostenta poder...
Traducción: Facundo Guillén
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