Por Carlos Del Frade
(APe).- Güemes fue traicionado por las clases altas de Salta y Jujuy. Casi doscientos años después es necesario preguntarse por qué. Belgrano y Güemes fueron atacados por la misma clase social que nunca le perdonará a Belgrano avalar el pedido de Güemes para institucionalizar el fuero gaucho por el que cada uno de los peones que prestaban servicio en la guerra por la independencia debían ser tratados como hombres libres y no responder entonces a los caprichos de los señores feudales de Salta, Jujuy y Tucumán.
“El cabildo de Salta, formado por las clases altas de la ciudad, cansadas de pagar las contribuciones forzosas que exigía Güemes, aprovechando la ausencia del caudillo, lo acusó de “tirano” y lo declaró depuesto. Muchos de sus miembros se habían puesto de acuerdo con el general español Olañeta para entregarle la ciudad. Güemes regresó sin prisa, ocupó pacíficamente la ciudad, y perdonó a los revolucionarios.
Ésa fue la llamada "Revolución del Comercio"; aunque fracasada, dio inicio a un partido de oposición, conocido como "Patria Nueva", en oposición a la "Patria Vieja", es decir, al partido de Güemes. El 6 de junio, Valdez ocupó la ciudad de Salta, y al salir a combatirlo, Güemes fue herido por una bala. Siguió a caballo hasta una hacienda a dos leguas de la ciudad. Pero su herida -como cualquier herida profunda de un hemofílico- nunca cicatrizó. Murió diez días después, el 17 de junio de 1821, a los 36 años de edad. En el momento de su muerte, en la Cañada de la Horqueta, en la ciudad de Salta, yacía a la intemperie, en un catre improvisado por el Capitán de Gauchos Mateo Ríos; luego su cadáver fue inhumado en la Capilla del Chamical. Martín Miguel de Güemes fue el único general argentino caído en acción de guerra exterior. Desde que supo de la muerte de su esposo, Carmen Puch se encerró en su habitación, y se cree que se dejó morir de hambre”, cuentan las historias oficiales sobre el final de Martín Miguel de Güemes, ocurrido el 17 de junio de 1821.
Güemes fue traicionado por las clases altas de Salta y Jujuy. Casi doscientos años después es necesario preguntarse por qué.
-La sociedad y las clases principales se dividieron. No todos apoyaron a Belgrano en su éxodo. Muchos apoyaron a los españoles. Después de la derrota de Huaqui, en 1811, la revolución está en problemas. De allí la necesidad de la retirada y el bando famoso donde habla de fusilar a los que no acompañen la retirada - cuenta Carlos Aramayo, economista, historiador y militante jujeño.
En la misma noche que los realistas entran en San Salvador, esos sectores pudientes que se niegan a seguir a Belgrano, juran fidelidad al rey de España y forman gobierno provisional con los invasores.
“Pero el problema mayor, lo que jamás le perdonarán a Belgrano, es que en 1818, avala el pedido de Güemes para institucionalizar el llamado fuero gaucho por el cual cada uno de los peones que prestaban servicio en la guerra por la independencia debían ser tratados como hombres libres y no responder entonces a los caprichos de los señores feudales de Salta, Jujuy y Tucumán. Eso genera un odio de clases contundente contra Belgrano y, obviamente, contra Güemes”, revela con claridad, Carlos Aramayo.
He allí la explicación de dos hechos poderosos de la historia argentina que solamente pueden comprenderse en el lugar donde sucedieron.
Belgrano, el vencedor de Tucumán, es engrillado y detenido por el gobernador Aráoz porque él forma parte de la clase social que apoyó a los realistas cuando se produjo el éxodo jujeño.
Y de la misma manera, los Saravia y otras familias salteñas que siempre estuvieron mejor con los realistas, traicionarán a Güemes y lo emboscarán en cercanías de la ciudad en junio de 1821, provocándole la muerte.
-Es la misma clase social la que abandona a Belgrano y mata a Güemes. Y la razón es uno de los documentos menos conocido de la historia argentina, uno de los más profundos, el fuero gaucho. Un documento de emancipación social que hasta el día de hoy tiene vigencia a la hora de pensar la realidad laboral y existencial de los pueblos originarios en estos lugares donde aportaron muchísimo para llevar adelante la epopeya de la independencia - dice Aramayo.
Para el investigador, la guerra de la independencia fue “la única guerra revolucionaria que protagonizaron las masas populares y sus jefes y cuyo escenario principal fueron el actual territorio del Noroeste Argentino y el Alto Perú, hoy República de Bolivia. Existen distintas apreciaciones sobre la cantidad de combates y batallas que se libraron en territorio salteño y jujeño. Según el Archivo Capitular de Jujuy, que estudió Ricardo Rojas, fueron 159, de las cuales 124 se libraron en Jujuy. En un reciente trabajo, Rodolfo Campero, dice que en total fueron 231”.
Dice Aramayo que el contenido revolucionario en Castelli es el mismo que late en el bando redactado por Güemes el 11 de abril de 1818, “a través del cual sanciona el fuero eterno de los originarios y criollos pobres que formaban las milicias de los escuadrones que combatían a los realistas. Por esta posición, Güemes fue víctima de la conspiración de la clase terrateniente de la que provenía, que prepararon con los cabildantes de Salta y de Jujuy, junto al Gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz y el mismísimo General Olañeta, jefe del ejército realista y que terminó en su asesinato”.
En su investigación, dice que la participación de los originarios, criollos pobres y negros fueron aumentando en el transcurso de la guerra.
En Suipacha eran 600 combatientes. En Tucumán, 1.800. En Vilcapugio y Ayohuma, llegaban a 3.500 y el llamado regimiento de artillería de la Patria contó con 1.368 hombres.
Hacia 1810, lo población blanca de Salta y Jujuy no superaba las dos mil personas, sobre un total de 18 mil.
Para Aramayo no hay duda alguna: “Lo que entusiasmaba a nuestros antepasados originarios eran las propuestas y las ideas revolucionarias. Dos ejemplos para ello: Juan José Castelli en su proclama leída en Tihahuanacu, con motivo del primer aniversario del 25 de mayo de 1810, dice: “Siendo los indios iguales a todas las demás clases en presencia de la ley, deberán los gobernadores intendentes, dedicarse con preferencia a informar de las medidas inmediatas o provisionales que puedan adoptarse para reformar los abusos introducidos en perjuicio de los indios… promoviendo su beneficio en todos los ramos y con particularidad sobre repartimiento de tierras, establecimiento de escuelas en sus pueblos y excepción de cargas e imposiciones indebidas”.
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