Por Alfredo Grande
(APe).- Ayer (07/07) subí a mi facebook la intervención de Alberto Morlachetti en la presentación de mi primer libro editado por Pelota de Trapo. Las palabras de Darío Cid son la mejor síntesis de lo que el “Morla” fue para tantos y tantas.
Decir que encontré esa página de casualidad en el océano de google sería un encubrimiento más. No encontramos sino aquello que estamos buscando. Lo cual no es lo mismo que saber que estamos buscando. Y al escucharlo me di cuenta de algo elemental, que sin embargo estaba escondido. Extrañar a una persona es extrañar algo, o mucho, de esa persona. Aquello que nunca encontraremos en otra. Extrañamos eso que marcaba al vínculo con la señal indeleble de la singularidad. Y la singularidad es aquello que nunca se repetirá.
Una singularidad creó el universo y probablemente otra singularidad lo destruirá. Y en nuestra vida creamos y destruimos universos todo el tiempo. Universo que es lo Diverso que intentamos, por comodidad intelectual y afectiva, concentrar. Empaquetar. Juntar. Unir. Nos aterra la separación, nos asusta el corte, nos espanta el desgarro. Desde la familia que tiene que estar siempre unida, pasando por los unidos y organizados, hasta la profecía optimista de que el pueblo unido jamás será vencido. Quizá sea cierto que la unión hace la fuerza, pero la unidad apenas construye Poder. Y no pocas veces, pienso que demasiadas, poder y fuerza se oponen.
Me acerco a la gente que tiene fuerza. Que con su presencia, querida e indispensable, genera efectos coherentes, consistentes y creíbles. El “Morla” era una de esas personas. Es una de esas personas. Tenía fuerza. El Poder genera efectos incoherentes, inconsistentes e increíbles. Por eso cuando tenemos fuerza podremos ser derrotados, pero nunca fracasaremos. Fracasar es derrotarse a uno mismo. Un ejemplo que no es al azar. Si el Frente para la Victoria sale tercero en una elección en la Reina del Plata, es una derrota. Si en forma oficial o extra oficial resuelven votar a Lousteau es un fracaso. Porque ganar con las mismas armas de los enemigos es perder dos veces. Votar a una forma de la derecha para combatir a otra forma de la derecha es una paradoja que tendrá muchas penas y pocos olvidos. Recuerdo las palabras del lobo Vandor: “Para defender a Perón, hay que estar contra Perón”. Luego la juventud maravillosa pasó a ser los estúpidos que gritan y la cacería comenzó. El Poder suele hacer estas canalladas.
El FpV fue derrotado. Habrá razones más y razones menos. Cuando Néstor Kirchner perdió ante el infumable De Narváez escribí para Página 12 una nota donde decía que lo peor era pensar que el electorado se había corrido a la derecha. Y que dejar la presidencia del PJ iba más allá de la derrota y se parecía más a un fracaso. (Aclaro que en algún tiempo y galaxia lejana yo escribía algunas notas para página 12)
Lousteau y Recalde volvieron a cometer un pecado de lesa electoralidad. El mismo que Filmus y Telerman. A tres voces se pelearon más entre ellos que con Larreta y Macri. Fueron derrotados. Pero ahora estamos frente a la nefasta posibilidad de que conviertan esa derrota en un fracaso de consecuencias imprevisibles. El tan cacareado regreso de “la política”, degrada a una berreta aritmética del mercado electoral.
Sumar porcentajes reemplaza no solamente a la ideología nacional y popular, sino a la ética y a la dignidad del voto universal, obligatorio y secreto. La democracia fue asesinada por la dictadura pero está siendo prostituida por la propia democracia.
Sin querer queriendo, las maniobras especulativas, oportunistas, de los miseria espantosa de la clase política, le están dando letra a los salvadores de la patria. Sacar jueces subrogantes para remplazarlos por mediocres abogados no va en dirección de mejor justicia, sino de formas pos porno de suma del poder público. Una de las tantas formas de traicionar a la Patria.
De todas estas cosas yo hablaba con Alberto en un diálogo singular que debo admitir, con dolor y mucha tristeza, he perdido para siempre. Por eso dije apenas decidió viajar que ahora yo me sentía un poco más solo. En verdad, recién ahora me doy cuenta de que no era un poco. Es mucho más solo. Lo escrito, escrito está. Pero lo no dicho, nunca estará. De estos temas me apasionaba hablar con Alberto. El lograba poner atención en cuestiones que decía que no había pensado, y que yo decía que le creía, pero no le creía. Para mí, el había pensado todo. Pero claro, algunas cosas hay que olvidar para seguir pensando.
Y de algo estoy seguro: nunca dejó de pensar y de la forma más linda de pensar que es soñar despierto. Y seguir despierto para realizar en acto esos sueños. Y otros y otras siguen soñando lo que el Morla soñó. Conoció derrotas pero no llegó a alcanzarlo ningún fracaso. Y eso que el Poder se complotó con la crueldad más refinada para lograrlo. El Poder fracasó en hacerlo fracasar. Cuando en todos los frentes para la victoria, los contra frentes para la derrota, los ecos, en todos no estemos ninguno de nosotros, cuando los fuegos artificiales de las boletas electrónicas o impresas sean barridos por los huracanes de la historia, Pelota de Trapo seguirá rodando. Y sólo dejará de rodar cuando el hambre ya no sea un crimen y cuando la ternura endulce nuestra victoria.
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