Carátula del libro "Allá Ellos" de Daniel Chavarría. Al fondo, resistencia de Marquetalía
Por Edgar Piedrahita
Se cumplieron recientemente los 51 años de la agresión militar contra la comunidad campesina de Marquetalia, hecho que marcó el inicio de la actual fase de la guerra colombiana. Sus consecuencias sobre la historia nacional son suficientemente palpables. El conflicto armado más largo del continente hunde sus raíces en un pequeño asentamiento de familias labriegas en los límites de Cauca, Valle, Huila y Tolima.
Sin embargo, el asalto a Marquetalia resulta casi inexistente en el devenir literario y cultural de Colombia. Un silencio se tiende sobre tan importantes hechos, tan solo roto por los testimonios históricos de comandantes guerrilleros -en clásicos como “Cuadernos de Campaña” de Manuel Marulanda Vélez y “Diario de la resistencia de Marquetalia” de Jacobo Arenas, y el recientemente lanzado Memorias de un comandante marquetaliano de Jaime Guaracas-, así como por los escritos de Arturo Alape y Alfredo Molano Bravo, la poesía de Manuel Cepeda Vargas y la obra pictórica de Pedro Alcántara Herrán.
Sin embargo, una curiosa referencia a Marquetalia puede encontrarse en una clásica novela policíaca del uruguayo Daniel Chavarría. Se trata de “Allá ellos”, publicada en Cuba en 1992 y con numerosas reediciones y traducciones alrededor del globo. La obra, merecedora del Premio Dashiell Hammett a la mejor novela policíaca en la Semana Negra de Gijón de 1992, alcanzó incidencia internacional que le equivalió la inclusión en los catálogos de importantes editoriales.
En “Allá ellos” Chavarría urde la trama compleja de una conspiración contra la Revolución Cubana, en la que confluyen relatos diversos de distintos momentos y lugares, que configuran una emotiva lectura. El personaje principal es Jaime Arnaiz, fascista español convertido en agente de la CIA en misión en América Latina durante las décadas de 1960 y 1970.
El agente en cuestión, junto a su sobrina-amante Ximena, encabeza una acción de guerra química y psicológica contra Cuba. Pero para llegar a este desenlace, el cauce de la narración de Chavarría pasa por la Guerra Civil Española, el mayo francés del ‘ 68, las profundidades del Amazonas brasilero, las altas esferas del espionaje norteamericano y, curiosamente, Colombia.
Las aventuras de Arnaiz en Colombia se remiten a su participación en operaciones encubiertas de la CIA en el marco de la Operación Marquetalia. Su permanencia en el país empezaría en 1962 -curiosamente el año de la Misión Yarborough, a la cual nos hemos referido en ocasiones anteriores - y se extendería hasta el inicio mismo de la Operación a mediados de 1964.
Arnaiz, subordinado a un coronel estadounidense, cumpliría la misión de conformar un equipo de agentes encargados de penetrar las áreas de Marquetalia, Riochiquito, El Pato y Guayabero, controladas por los comunistas. Esta red de inteligencia debería permitir al alto mando militar saber los últimos sucesos del frente de combate en la Cordillera Central. Paralelamente, Arnaiz reclutaría los instructores de contrainsurgencia para la capacitación del ejército colombiano: veteranos de Corea, miembros de la Legión Extrajera francesa y mercenarios internacionales serían los elegidos.
En “Allá ellos” encontramos como los cauces de la ficción se entrecruzan con los de la historia de los pueblos. Las aventuras de Arnaiz se repiten en estas más de cinco décadas de “cooperación militar” de los EE. UU. y de “instrucciones especiales” estilo Yair Klein.
Curiosamente, una breve mención a Marquetalia en medio de una novela de un uruguayo ambientada en Brasil, España y Cuba, nos abre un caudal de reflexiones sobre la historia de la guerra engendrada en la mismísima Marquetalia. ¿Paradojas de la literatura? No. Paradojas de la vida.
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