Por Ilka Oliva Corado
Cualquier parecido es pura chiripa.
Este era un pueblo que a los Pueblos Indígenas les llamaba indios patas rajadas, tufosos, piojosos e ignorantes. Que cada vez que los miraba llegar a la capital a realizar bloqueos o manifestaciones en exigencia de Derechos Humanos y justicia, les gritaba huevones sin oficio.
Era un pueblo que a los adolescentes de periferia los acusaba de violadores, de narcotraficantes y de asesinos. Que a las niñas de periferia les gritaba putas sidosas. Este pueblo que siempre se creyó ser clase media en un remedo barato imitaba a la burguesía oligárquica, pero sus lociones eran chafas las hacían de agua de calcetín con alcohol pero decían que las compraban en la 5ta. Av. en Nueva York.
El pueblo éste, discriminaba a los niños lustradores de zapatos, a los vendedores ambulantes, a los vendedores de mercado y a los jornaleros les llamaba pobres diablos. Nacos les decía a los obreros. Shumos a los de ladera. Era un pueblo que despreciaba su propia raíz, que carecía de identidad. Que nunca se había visto en un espejo, le temía al reflejo.
Era un pueblo que se pasaba los semáforos en rojo, que tiraba basura en las calles, que no utilizaba el puente peatonal, que se robaba la señal de internet, los lapiceros, las hojas de papel bond y hasta el papel higiénico (usado) de sus lugares de trabajo. Un pueblo que manejaba ebrio y que le valía pura estaca si se pasaba llevando de corbata un bote de basura, un chucho, una cabra o a un cristiano.
Era un pueblo que en lugar de echarse a dormir se echaba cal. Que cantaba canciones en inglés con acento re marcado que no se podía quitar ni con una limpia de siente montes, con pasada de huevo incluida, que aún no masticaba bien el español y menos de saber un Idioma Indígena. Este pueblo en lugar de ir a una fiesta se iba de party. Y comía cake, tomaba algunas drinks y se iba al dancing a pasársela cool.
A este pueblo le encantaba sobornar a los policías de tránsito para no pagar una infracción. Compraba bocinas de carro, aparatos de sonido, televisores y celulares robados, con tal de pagar un costo menor sin importarle avalar con esto los robos que en muchos casos acaban con vidas. Eso sí subía a las redes sociales fotografías de hombres en motocicleta robando a conductores en horario pico, ¡ y despotricaba y exigía justicia !
Pero este pueblo también robaba, cada vez que iba al mercado o le compraba algo a un vendedor ambulante le hacía rebaja hasta que lograba humillarlo y aprovecharse de su necesidad y con esto comprar la mercancía al precio más bajo. Mientras que en el supermercado no decía ni pío, es más a columbrón se ponía.
Este pueblo negaba su Memoria Histórica, escupía las tumbas de los mártires, no daba por dónde buscar a los desparecidos, aplaudía la existencia de bares y casas de citas. Cada vez que escuchaba de una niña violada, decía que ella lo había provocado. Si era un feminicidio si se mosqueaba y cuando se espabilaba era porque un aire tenía atravesado en los intestinos. Era un pueblo homofóbico y anti Derechos Humanos de las mujeres, pues entre otras cosas negaba el derecho al aborto eso sí cachureco a morir. Tan zopenco que le daban atol con chirivisco los medios de comunicación. Un pueblo que se convirtió en títere de la arrogancia, de la mediatización, del olvido, un pueblo que prefirió ponerse a gatas que caminar erguido.
A este pueblo la misma oligarquía a la que imitaba le había hecho de todo, se lo pasó revés y derecho por el arco del triunfo y el aguamba’o ni parpadeó. Le habían robado las tierras, contaminado los ríos, talado los árboles, lo habían enjaranado en deudas, le contaron las costillas, le contaron cuentos chinos que memorizaron confiado en su doble moral y falta de bizarría. Con títulos universitarios lo compraron y lo vistieron de saco y corbata, de traje sastre, lo enjaranaron con un automóvil de modelo reciente y lo hicieron comprar condominios en áreas que le dijeron que eran exclusivas, y lo creyeron todo y vivieron dentro de un burbuja imitando todo el tiempo a la clase oligárquica. Este pueblo no llegaba ni a clase media pero se creía eso, el terror de verse es un espejo y comprobar que era clase baja tan obrera como el albañil, lo hacía cargarse del miedo, ¡ y del asco !
Que era tan empleado como su empleada doméstica, tan inservible que de una patada en el culo también lo despedía la oligarquía a la que le lamía los pies y le ponía el culo.
Este pueblo que siempre negó su herencia milenaria, rechazaba el color de su piel, su fisonomía y se teñía el cabello para parecer de otro lugar menos de dónde era.
Lanzaba pestes contra los guerrilleros, las heroínas, los héroes de la patria, en lugar de tenerle respeto a los comunistas les tenía miedo porque sabía que no le llegaba ni a la sombra de los zapatos. Se disfrazaba de demócrata y repetía el discurso de la derecha oligárquica, era todo un remedo. De los miles de desaparecidos decía desconocer, también de los miles de masacrados, torturados en manos de la oligarquía a la que imitada, le lamía los zapatos y le ponía el culo.
Un día se ideó ser decente, tener valor, consecuencia y dignidad y salió a manifestar contra la corrupción. Nunca salió a abarrotar las calles manifestando por el Genocidio en lugar insultó la labor de los defensores de Derechos Humanos, fiscales y abogados que realizaron el juicio por genocidio. Les gritaron comunistas y cuando la oligarquía tomada de la mano de Estados Unidos y traidores logró realizar la obra teatral que echó por la borda todo lo logrado en sentencias, lo aplaudió y de nuevo fue a lamer los zapatos y a ponerle el culo a la clase dominante. Es decir se va de party a lamer zapatos y a poner el culo para pasársela cool.
Este pueblo entonces hizo carteles de colores, incendió las calles entre cánticos, alabanzas, batucadas, porras, y gritaba consignas y le hervía la sangre por la corrupción pero no por Genocidio, en las mismas amontonazones no se podía topar con un indígena porque se alejaba inmediatamente no fuera a ser y le pegara los piojos. Iba a manifestar y se tomaba fotos y las ponía en redes sociales para darse el paquete de digno, pero a su empleada doméstica la dejaba limpiando la casa devengando el mismo salario de miseria y sin prestaciones laborales, lo come mierda lo mantenía en secreto.
Sus protestas eso sí eran de fin de semana, porque entre semana era tan servil como el jornalero. Y los arrestos que tenían los campesinos para manifestar entre semana nos los tenía este pueblo ruin. Y volvía a su normalidad, de robar el papel higiénico (usado) lapiceros, hojas de papel bond, tiempo, y seguía haciendo rebajas en el mercado y tirando basura en las calles y pasándose los semáforos en rojo y llevándose de corbata a los bote de basura, chuchos, coches y cristianos.
Después de largas semanas de protestas el pueblo se sentía invencible, gallardo, digno. Lo que nunca había hecho lo hizo, salió a asolearse y se bronceó sin necesidad de ir a las playas de Miami. Se sentía tan pero tan feliz con tremenda hazaña y el ahorro de los pasajes en avión que con su mediocridad característica y falta de arrestos llamó a votaciones para darle el voto de nuevo a un ladrón corrupto como el que lo hizo salir a manifestar. Porque era tan pero tan mediocre que la palabra Revolución lo hacía salir corriendo a esconderse debajo de las mesas donde hacía la party. Este pueblo lambiscón no tenía ni la voz ni la acción de los marginados, los campesinos mancillados.
¿Cuál será ese pueblo que teniendo cartón de universidad no tiene arrestos?¿Cuál será ese pueblo que estando ya encaminado prefiere recular? ¿En qué lugar del mundo vivirá esa clase obrera que se cree clase media y está dispuesta a seguir lamiendo los zapatos de la oligarquía ?
“Los corderos van al matadero. No se dicen nada ni esperan nada. Pero al menos no votan por el matarife que los sacrificará ni por el burgués que se los comerá”.
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