Por Julián Subverso
La campaña mediática de desestabilización que hoy se lleva a cabo contra Venezuela y otros países de América Latina obedece a una vieja estrategia aplicada por el imperialismo desde hace ya muchísimo tiempo y que consiste, entre otras prácticas, en hacer creer, por medio de sus tecnologías de manipulación e industria cultural, que los problemas económicos y sociales que hoy afectan, en este caso a Venezuela, y que se han querido mostrar peor de lo que verdaderamente son, responden a las políticas de la Revolución Bolivariana y no como producto de la reacción de la derecha no solo venezolana sino suramericana con el consejo y apoyo directo del imperio norte americano.
Es así como vemos, por ejemplo, con respecto a la problemática que hoy se desarrolla en la frontera, que muchas personas se han hecho la imagen de Venezuela como el malo de la película, que dicen que allí no hay libertad de expresión, que hay que hacer fila para conseguir productos de uso diario, que hay disidentes encerrados injustamente, en vez de terroristas golpistas etc. Y en cambio no se percatan de lo que sucede bajo sus propias narices en Colombia; paramilitarismo, pobreza, hambre, desigualdad extrema, guerra, un nivel de corrupción indignante, salud y educación pésimas, concentración de la tierra, explotación destructiva, robo de recursos, saqueo del erario público, y un sin fin de injusticias y atrocidades, que cuesta creer como algunos increpan al vecino repitiendo como loros acusaciones manipuladas y no se dan cuenta que la propia casa se cae a pedazos y es saqueada por quienes se autoproclaman sus defensores.
Lo que se muestra constantemente por los medios, que no son de comunicación sino de publicidad, y que por cierto, carecen de lo que se puede llamar un verdadero periodista, es pura propaganda amañada, manipulada y controlada por intereses particulares, para hacer pensar a las personas que lo que sucede en Venezuela es el producto de un supuesto régimen dictatorial cuyos problemas son intrínsecos al sistema que allí se desarrolla. Estos medios de publicidad en realidad funcionan como un mecanismo más de desestabilización política, social y económica dentro de la estrategia terrorista del imperialismo mundial. Lo que se quiere de esta manera, es generar en el país diana, en el cual por diversas razones no es conveniente un ataque militar directo por parte de sus tropas invasoras, crear un ambiente propicio para la reacción, para la contrarrevolución, para la división, para el golpe de estado.
Como hemos dicho, esta estrategia ya la ha utilizado el imperio en otras ocasiones y con el mismo fin, hacer caer por diversos medios el gobierno de un país que se niegue a servir a sus oscuros intereses. Así lo hizo en la URSS con la intromisión de diversas cadenas radiales occidentales al servicio del capitalismo como Radio Libertad, que promovían injustamente la disidencia y el inconformismo, por medio de distorsionar la realidad y engañar a la población que caía incautamente, debido a las dificultades económicas, en sus redes de mentiras y complot reaccionario, en esta caso, tenemos al servicio de la publicidad imperialista a los grupos PRISA Y PLANETA a los cuales pertenecen la mayoría de estos medios de comunicación, incluidos para Colombia, Caracol y RCN. Pero esta desestabilización que se compone de ataques publicitarios, económicos y políticos, no solo se hizo en la antigua Unión Soviética, sino también en la Chile de Allende, en Cuba desde 1959, en Irak, en Corea del Norte, en Vietnam y en general, en todos aquellos países que no quieren hacer del capitalismo su forma de vida o que por una u otra razón se oponían a sus intereses geopolíticos y económicos, como pasa actualmente con, Bolivia, Ecuador y Venezuela.
Sabemos además que esta estrategia terrorista de desestabilización no solo tiene la misión inmediata de derrocar el gobierno del país en cuestión, haciendo que el inconformismo de las personas manipuladas y engañadas lo hagan dimitir o apoyando militar y financieramente un grupo violento reaccionario, que una vez creadas las condiciones de inconformismo puedan ayudar a destruir el gobierno o dar directamente un golpe de estado como sucedió en Chile con Pinochet, en Afganistán con los talibanes en la guerra fría, como los escuadrones de la muerte en América Central en los años ' 80 y ahora con los brotes paramilitares en Venezuela exportados desde Colombia, entre muchísimos otros casos, sino que además tiene el objetivo trascendental de crear en el imaginario social global una imagen peyorativa del socialismo o de aquellos países que intentan construirlo. Intentan que todo el mundo crea, como lo han dicho ellos constantemente, que los problemas que se presentan en los países socialistas son problemas inherentes al propio sistema y por lo tanto insolubles mientras este se mantenga. Implantando así la idea de que el único sistema viable es el capitalismo, y que cualquier otro sistema social es inferior y defectuoso.
No se trata de ocultar los problemas que puedan existir en los países socialistas o que tengan esa tendencia, pues las dificultades en la construcción del socialismo son muchas y diversas, ya que heredan todos los problemas y defectos del capitalismo y en el proceso de subsanarlos y superarlos se presentan crisis y obstáculos, pero todos y cada uno de ellos remediables. Pero de igual forma, tampoco se puede ocultar que hay una intervención imperialista que, directa o indirectamente, por medio de las oligarquías locales en los países que atraviesan una transición hacia el socialismo, agrava los problemas, agranda las dificultades y tiene como objetivo hacer de las crisis una situación irreversible e irremediable que a través de la manipulación y distorsión mediática, a través de bloqueos y sanciones económicas, de incentivar y promover la violencia, de desabastecer el mercado haciendo que los empresarios escondan y acumulen las bodegas con los necesarios productos diarios para generar escasez, a través del asesinato selectivo de dirigentes, personajes y políticos, a través de la creación de grupos terroristas, etc; intentan derrocar el gobierno del país que se opone a sus intereses, hasta que este caiga por la desestabilización, el golpe de estado o hasta crear una situación política suficientemente favorable para la intervención militar directa.
La hegemonía mundial quizá ya no opte, por ahora, por una intervención armada dura y directa, pero los llamados golpes suaves, guerras de baja intensidad, desestabilización, terapias socio - económicas de shock, son igual o más peligrosas que las primeras, pues son sutiles y dan la impresión de ser acéfalas, llevando a muchos incluso a pensar, que es la propuesta política a favor de las mayorías la que inherentemente está condenada al fracaso.
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