¿Acelera, Pepe, acelera? (La Pupila Insomne) Por Iroel Sánchez El entusiasmo mediático con la derrota de las fuerzas bolivarianas en Venezuela comienza a mostrar uno de los ob...

¿Acelera, Pepe, acelera? (La Pupila Insomne)

mesalago

Iroel Sánchez

Por Iroel Sánchez

El entusiasmo mediático con la derrota de las fuerzas bolivarianas en Venezuela comienza a mostrar uno de los objetivos buscados por Washington combinando la reversión de los procesos contra su hegemonía en Latinoamérica con su nueva política hacia La Habana: conducir a Cuba a la implosión.

Para ello, como en la profecía que busca autocumplirse, ya se adelanta la caída del gobierno bolivariano en Caracas y para enfrentar la “grave crisis” que eso generará en la Isla, la dirección cubana debe “acelerar las reformas estructurales y abrirse a una negociación más fructífera con EE. UU.”.

Como hizo con la ex URSS y los países del este de Europa en los años ochenta y noventa del Siglo XX, ante las dificultades, reales o inducidas, la prensa global trata de imponer a Cuba más velocidad y menos regulación en dirección al mercado, a la vez que busca unir cambios económicos y políticos, como Washington desea.

Para empujar la aceleración, el diario madrileño El País -que José Manzaneda llama “órgano oficial de la Casa Blanca en lengua castellana“- entrevista a Carmelo Mesa Lago, un cubanólogo que, lejos de apoyar la soberanía del país donde nació recrimina a Raúl Castro porque “no ha respondido a los pasos de Obama con concesión alguna”, a pesar de que no es Cuba la que bloquea económicamente a EE. UU. ni tiene una base militar allí y mucho menos asigna fondos millonarios para utilizar ciudadanos estadounidenses en cambiar el régimen político social existente en el país del Norte.

Cuba, con anterioridad a iniciarse las negociaciones con EE. UU., adoptó un programa de transformaciones estructurales que responden a lo expresado en una amplia discusión por más de ocho millones de personas, no a quienes han criticado a los gobernantes cubanos por no seguir el modelo de “economía en transición” de los países pertenecientes hasta 1990 al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Aquellos que deseen documentarse sobre la superioridad de la opción cubana con respecto al modelo seguidista del Consenso de Washington y de paso leer una de las palizas académicas más demoledoras a la cubanología, y en particular a Mesa Lago, pueden acceder al ensayo de Emily Morris “Cuba inesperada“, donde la autora demuestra que la Isla creció más en su PIB y mejoró más sus indicadores sociales que el conjunto de países pertenecientes al CAME en el período entre 1990 y 2013.

Sin embargo para Emily Morris, silencio, para Carmelo Mesa Lago inmediato replique en toda la prensa global y la maquinaria que EE. UU. financia con cincuenta millones de dólares anuales en su guerra contra Cuba: Martí Noticias, Diario de Cuba y ABC, este último supuestamente en el extremo opuesto a El País.

El País escoge bien a sus entrevistados, no para influir en EE. UU. sino en Cuba. Lo expliqué hace algún tiempo, un libro de Mesa Lago fue presentado como garantía de “objetividad, balance y equilibrio” en La Habana, en un evento organizado con patrocinio del gobierno del Primer Ministro noruego Jens Stoltenberg, actual Secretario General de la OTAN. Tampoco estos amigos de la “Tercera vía” para Cuba le han dedicado una coma al revelador texto de Emily Morris. Afirmaba esta última: “el ajuste se ha mantenido lo suficientemente lento para evitar un shock de demanda o generar un fuerte aumento del desempleo. Pero los resultados quedan por debajo de la mejora que se espera de las reformas de 2011. Más allá de juguetear con las regulaciones para que los nuevos mercados funcionen mejor, movidas más audaces están siendo consideradas para aumentar la inversión extranjera y para hacer frente a las dificultades persistentes creadas por el sistema de doble moneda”.


Es cierto, entre los cubanos hay inconformidad con los resultados de la implementación de los Lineamientos económicos y sociales pero son el incremento de la indisciplina social, la desigualdad no basada en el aporte a la sociedad que tributa a una pirámide social invertida, la ilegalidad y los efectos indeseados de las transformaciones en la distribución y comercialización de alimentos del agro lo que más irrita a las mayorías que, además, tienen la educación suficiente para saber que con soluciones capitalistas les iría mil veces peor.

Decía Morris, llamando la atención sobre un efecto de la dualidad monetaria que pocos advierten: “A medida que el sector no estatal se ha desarrollado, se ha vuelto cada vez más claro que las empresas privadas relativamente ineficientes han sido capaces de prosperar dentro de la economía nacional ya que sus costos en pesos cubanos, incluyendo la mano de obra, están infravalorados en la tasa CADECA / CUC que utilizan para sus transacciones. En efecto, el Estado cubano está subsidiando el nuevo sector no estatal a través de la tasa infravalorada de CADECA. Mientras tanto, las empresas estatales tienen que utilizar el tipo de cambio oficial sobrevaluado, una grave desventaja en términos de su competitividad. Una forma de “ilusión monetaria” que significa que las empresas estatales eficientes reportan pérdidas por lo que no pueden obtener capital para la inversión, mientras que los empresarios privados que operan a niveles muy bajos de productividad disfrutan de fuertes subsidios estatales ocultos pero se quejan de impuestos excesivamente altos”.

El 60% de los contribuyentes del sector privado evaden impuestos. Ya sabemos que carecen de un mercado mayorista, pero pagan a precios subsidiados agua, electricidad y gas, además de aumentar la generación de desechos y la contaminación que recaen sobre toda la comunidad sin erogar un centavo para contribuir a su solución. La economía no estatal tiene mucho que aportar en Cuba pero la ilegalidad, la evasión fiscal, el acaparamiento y la especulación con productos deficitarios no son los mejores aliados para convencer sobre sus virtudes.

Según el periódico Juventud Rebelde, mientras todos los medios de comunicación hablaban del crecimiento de visitantes a Cuba, “las entidades turísticas estatales y mixtas del país dejaron de percibir entre enero y marzo último 26.303.700 pesos convertibles en comparación con el primer trimestre de 2014, para un descenso del 3,9 por ciento por concepto de ingresos” que fueron al sector privado, lo cual estaría muy bien si se pagaran los impuestos como es debido y todos los operadores utilizaran el mismo valor de cambio para poder competir en igualdad de condiciones.

También es causa de inconformidades que el transporte público de la capital permita el viaje hacia el bolsillo de los choferes de la recaudación, se imponga a los pasajeros con un audio también de propiedad pública la peor “música”, se “engalanen” los vehículos de propiedad estatal con cualquier cosa menos con algo de valor cultural o utilitario, y que los cientos de miles de litros diarios de combustible con que circulan cinco mil carros de alquiler privados, jamás vistos en un servicentro, salgan ilegalmente de la economía estatal.

Es todo eso lo que la mayoría de los cubanos quiere ver retroceder y la política de EE. UU., junto a la prensa que le sirve, acelerar: La apropiación privada de la riqueza colectiva.

Una información del diario Granma afirma que de más de 100.000 planteamientos en el actual proceso de rendición de cuentas de los delegados del Poder Popular “cerca de la mitad se relacionan con ilegalidades e indisciplinas”, o sea, soluciones que pueden elevar la calidad de vida de los cubanos sin depender de importaciones ni de si viene más o menos petróleo de Venezuela. En la sesión de mediados de este año de la Asamblea Nacional, lo que más se escuchó de los participantes en las comisiones permanentes que publicó la prensa fueron denuncias de los efectos de la especulación en el aumento de precios de los alimentos, tarifas excluyentes del acceso a los lugares de recreación, robos, acaparamiento y corrupción en la venta de materiales de construcción, funcionamiento de piscinas privadas en territorios que sufren sequía, contaminación con escombros de la basura doméstica por lujosas construcciones particulares.

Y es que en Cuba los delegados y diputados son trabajadores e hijos de trabajadores, electos en un sistema perfectible pero donde jamás deben intervenir el dinero ni la industria mediática global.

En su mensaje al Presidente Nicolás Maduro luego de la derrota del chavismo en las elecciones parlamentarias, Fidel afirmaba no sin ironía: “los trabajadores existen y son los que hacen posible el disfrute de los alimentos más nutritivos, las medicinas, la educación, la seguridad, la vivienda y la solidaridad del mundo. Pueden también, si lo desean, preguntarle a la oligarquía: ¿saben todo eso?”. Pregunta interesante para El País y sus replicantes que deberían -antes de pedir concesiones a Cuba- leer al líder cubano cuando explicaba el sentido de los cambios hechos y por hacer en Cuba que el actual liderazgo no se ha cansado de ratificar: “Hacemos cambios, pero sin renunciar a la independencia y a la soberanía; hacemos cambios, pero sin renunciar al verdadero principio del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que, traducido al lenguaje revolucionario, es el gobierno de los trabajadores, por los trabajadores y para los trabajadores. No es el gobierno de los burgueses, por los burgueses y para los burgueses; no el gobierno de los capitalistas, por los capitalistas y para los capitalistas; no el gobierno de las transnacionales, por las transnacionales y para las transnacionales; no el gobierno del imperialismo, por el imperialismo y para el imperialismo.

“Esa es la gran diferencia, cualesquiera que sean los cambios y las reformas que llevemos adelante. Si algún día renunciáramos a esto, habríamos renunciado a la razón de ser de la Revolución”.

Y sí, defender principios da resultados. Ahí está el importantísimo acuerdo de Cuba con el Club de París para refinanciar su acceso al crédito internacional, a menos de una semana del resultado electoral adverso al chavismo en Venezuela, sin hacer una sola concesión de principios.  Parece que los acreedores de Cuba, lejos de presionar para empujar al país hacia el abismo neoliberal y las concesiones a EE. UU., han preferido fortalecer la postura cubana en las negociaciones con Washington y los que deben apurarse en presionar a Obama son los empresarios norteamericanos  para no perder las oportunidades que a partir de ahora, con el acceso al crédito de sus respectivos gobiernos, tendrán las empresas europeas y japonesas ante la nueva Ley de inversión extranjera cubana. Un mayor acceso al crédito externo también permitirá al gobierno cubano estar en mejores condiciones para avanzar hacia la unificación monetaria y cambiaria, elemento clave para el ordenamiento de la pirámide social actualmente invertida.

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