Por Marco León Calarcá
"En comparación con lo que pudo suceder, ha sido un milagro, aunque en comparación con lo que debería haber sucedido es un desastre"
George Monbiot
Luego de 2 semanas de debates, representantes de 195 países, entre los cuales se contaron 145 entre Presidentes y Primeros Ministros y alrededor de treinta mil diplomáticos, consignaron en 31 páginas el Acuerdo de París referido al compromiso de contener el calentamiento global, como se conocerá al Tratado logrado en La XXI Conferencia de las Partes (COP21) sobre el Cambio Climático realizado en las afueras de la capital francesa.
También participaron, claro, desde afuera y su opinión no contó, miles de activistas que dejaron su impronta con las protestas por el precario compromiso de los poderosos con la causa del cambio climático. Anonymous hizo presencia aportando alrededor de mil quinientos correos y documentos secretos, intercambiados por quienes debían construir el acuerdo, dejando a la luz no pocas mentiras.
Desde los inicios de la Cumbre se hizo notoria la represión a las manifestaciones y así terminó, la nueva ola esquizofrénica levantada por la lucha contra el terrorismo fue la excusa y justificación.
El ya famoso Acuerdo supone avances y compromisos, pero salvar el mundo no debe verse como la forma de garantizar la explotación pues ese es precisamente uno de sus principales riesgos. Detener el calentamiento global e intentar que no pase de 2 grados con compromiso de tratar que no suba de 1.5, es insuficiente y también improbable. No puede haber solución sin incorporar en la práctica de su desarrollo principios básicos como justicia social y climática, equidad, dignidad.
El desarrollo sustentable se muestra como un avance, pero contiene una contradicción insoluble en los términos actuales, es necesario el cambio de parámetros económicos para lograr hacerlo posible, supeditar la vida del planeta y por tanto de la humanidad a los intereses de los imperios es por lo menos un contrasentido.
Por ejemplo, por ningún lado del Tratado aparecen limitaciones o controles a las sacrosantas reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y sus consecuencias, tampoco hay referencias al nocivo capital financiero. Eso sí, se cierra la posibilidad de demandas e indemnizaciones. Nadie entiende cómo hacer para limitar emisiones aumentando la explotación y uso de combustibles fósiles.
Las metas son loables pero no se conseguirán a través de esos métodos, es imperioso cambiar el modo de vida, la estructura económica y política, no se trata de comprar purificación se trata de no contaminar, debemos entender y sobre todo quienes manejan los designios de la economía mundial que el dinero tiene límites, no todo se puede comprar. Los compromisos financieros adquiridos por los poderosos pronto serán nueva fuente de ganancia pretextando con cumplirlos.
Otro de los discutibles logros es el carácter vinculante del Acuerdo; sin embargo, no queda claro cómo obligar a los poderosos a cumplir con los compromisos, pues los controles pactados son, en última instancia, voluntarios.
Calidad de vida y respeto de los derechos humanos temas fundamentales en todo lo relacionado con un futuro promisorio estuvieron ausentes en la Cumbre y por tanto no aparecen en el Acuerdo.
Al mirar bien quienes celebran el Acuerdo o Tratado encontramos que lo hacen los poderosos, por algo será.
Los pobres de la tierra estamos obligados a continuar nuestra lucha por construir futuro sin sucumbir a los cantos de sirena. La profunda sabiduría popular lo advierte cuando asevera “para los débiles la ley, para los poderosos la interpretación de la ley”.
Nota: La Verdad es la piedra angular del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición.
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