Por Vicente Zito Lema
1.
De tal devastación
casi infinita
la nueva vida
tiene que surgir…
Memorar el horror es justo y necesario.
El horror existió. Muchos que lo padecieron están vivos.
Y la negación también existe. La negación crece. Como una flor maldita.
Como hongo pestilente, crece. Corroe la realidad. Pudre las raíces.
Desmadra con veneno las humildes mieles del duelo.
La postrer posibilidad redentora de que la vida sea soberana en su continuidad.
Aún a caballo del dolor.
Un dolor que será rebelde y limpio. Un dolor con memoria.
Porque la mañana todavía espera, ante el olvido que humilla.
Y el sentido del recuerdo es provocar la belleza de la vida.
Aunque la noche amenace eterna.
2.
Ese hombre / esa mujer / cualquiera de nosotros
ni vivos ni muertos
ni cielo ni tierra
ni siquiera oasis…
Apenas la precariedad del recuerdo…
Ese hombre / esa mujer esperan…
Memorar el horror debe ser un acto de amor para los muertos,
que están solos en la soledad de la muerte.
Y esa memoria debe surgir ardiente en su demanda. Así ese amor será pasión
No una siniestra y vacía parodia de aquello que no es.
Esa memoria, esa pasión, saben que hubo responsables del horror.
Los que de una manera y de otra manera y de mil maneras, mataron, torturaron, violaron y profanaron la vida. Hasta profanaron la muerte con la desaparición
de los cuerpos.
Pobres cuerpos que nunca terminaron de ser profanados…
Pobres muertos que miran la muerte con sus ojos bien secos…
En la noche sin estrellas… En la mañana con olvidos…
3.
Hay épocas en que la poesía
no se encuentra en los libros
Habrá que buscarla
pálida / ensangrentada
en noticias policiales
Fue una gran pesadilla. Podemos decir más: se trató de una realidad organizada.
No hubo aquí horror por el horror, ni por error.
Sí hubo aquí horror para precisos fines. Verdugos, para uno a uno
cumplir los fines.
Hablamos de los verdugos y hablamos de quienes arrimaron la soga
a los verdugos. Y arrojaron los pobrecitos cuerpos de los sacrificados
a las manos de los verdugos.
Hablamos de esos fines: sostener un sistema de reproducción
material de la existencia basado en la perfección de la antropofagia.
Cuerpos que devoran a otros cuerpos más débiles con usura.
Y que destruyen la naturaleza también con usura.
Hablamos de un poder político, de un poder económico,
de un poder cultural. Del poder de una iglesia que sacrificó la vida
porque pensó existir sólo en la muerte.
Hablamos de unos fines: defender, profundizar, perpetuar ese poder…
Que se sentía amenazado.
Y que estaba amenazado.
Miles y miles de hombres y mujeres, muchos de ellos muy jóvenes.
O sea pensaban que la vida era eterna. Muchos de ellos amaneciendo.
Lanzados al mundo con el ardor de sus frentes celestes.
Decididos a construir el reino de los cielos, aquí, en la tierra.
Sobre cada pliego de la realidad que nos devora.
Que nos arrastra por las ceremonias de la muerte.
4.
Pagarán con sus almas
hasta el ultimo centavo
la culpa de estar vivos
cuando nadie los llamó…
¡Oh Dios, hay un cuchillo en esos ojos!
Esos cuerpos del dolor de ayer supieron. Como siempre saben los cuerpos.
En el dolor social de hoy también se sabe. La letra con sangre entra…
Que no hay ternura con pobreza.
No hay belleza, con pobreza.
No hay justicia, en la manchada y desgraciada voracidad de nuestros días de pobreza.
Todo hiede. Todo se vuelve llaga. Los cuerpos son fantásmas de las lágrimas,
con pobreza.
La cara más terrible de la pobreza. La huella del espanto en cada cuerpo. Allí mismo donde yace la angustia de la finitud, que como sombra golpea.
Es el hambre de la pobreza.
La tristísima materialidad del espíritu masacrado por la riqueza. (¡Bien se ve /
lo que hay detrás de tí, monstruo…!)
La desgracia, de la que habla el alma herida, es el hambre.
Y más desgracia, más dolor, y más humillación de la vida. Galopando
sobre la muerte más muerte. Pisoteando cada nube o cielo.
Es la negación de su existencia que sufren los niños.
Condenados desde antes de nacer. En un tiempo y un espacio atroz.
Sin amor para ellos.
5.
Toda la vida se reduce
cuando alguien en la noche grita
Mientras otro cierra la ventanta…
¿Se preguntan todavía, por qué una generación que cargó la historia sobre sus hombros, sintió como propio el dolor del otro, y se alzó contra la muerte al precio de su vida…?
Sí, hay memoria del horror. Porque hubo gloria para defender lo humano.
Conciencia para decir basta. En un tiempo en que sólo nombrar la vida
era convocar la muerte.
Habrá que decirlo: el horror siempre alerta retorna… Cuando se entierran
por miedo los recuerdos del horror…
El olvido no sirve para la vida. El olvido es apenas triste olvido.
La historia sigue abierta…
6.
El dolor de ayer
es el dolor de hoy…
Memorar el horror del Terror del Estado…
Es seguir alzando el corazón y la palabra frente a la cruz de la pobreza…
Frente al poder de la riqueza que niega con violencia la vida de todos.
Allí está el sentido del dolor del ayer, si la búsqueda es honesta.
Y ahí está la legitimidad del dolor de hoy…
Si nos mueve la verdad de navegar en el mismo río de la historia.
7.
¿Qué hay
entre tú y mí?
Que la violencia de tanto poder no ciegue nuestros ojos.
Ni el pavor de lo padecido clausure la conciencia.
Que la voluntad de ternura jamás nos abandone.
Y que la paz crezca en nuestros cuerpos.
Cuando lo justo y necesario sea el bien de todos.
Y reine la belleza que honrará la vida.
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