Lo que el presidente Obama sabe, pero no dice (La Pupila Insomne) Por Justo Cruz Foto: Virgilio Ponce “Obama es  una mascota de Wall Street” Cornel Roland West, conocido activista afroamericano  y reno...

Lo que el presidente Obama sabe, pero no dice (La Pupila Insomne)

Castro-Obama-CP

Justo Cruz

Por Justo Cruz

Foto: Virgilio Ponce

“Obama es  una mascota de Wall Street”

Cornel Roland West, conocido activista afroamericano  y renombrado profesor en la Universidad de Princeton

El Departamento de Estado del Gobierno de Barack Obama acaba de aprobar un presupuesto de casi 800.000 dólares para financiar programas de orientación de prácticas comunitarias en Cuba con el objetivo de crear “nuevos líderes jóvenes” en el seno de la sociedad civil cubana. En otras palabras, Obama persiste en sus planes subversivos contra la Revolución Cubana.

Esto sucede apenas unos días después que el Presidente estadounidense anunciara muy “emocionado” en La Habana que “Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba… porque conocemos que cada país, cada pueblo debe forjar su propio destino”.

¿Qué bolá Obama, o te peinas o te haces papelillo?

El día 22 de marzo el pueblo cubano fue testigo de una de las puestas en escena más demagoga e irritante de los últimos años en materia de diplomacia, relaciones públicas y manipulación. El actor principal; el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Hussein Obama; el escenario, el Gran Teatro de La Habana.

Mientras veía los gestos patéticos del mandatario y escuchaba su arenga sobre los Derechos Humanos y Democracia, por un momento llegué a dudar de si estaba escuchando al presidente de los Estados Unidos de América o a un activista de derechos humanos que había dedicado toda su vida a defender los intereses de los marginados.

Obama es un showman disfrazado de político con cara de yo no fui, un demagogo. Su show no comenzó en la escalerilla del Air Force One a su llegada al aeropuerto José Martí. Su show mediático había empezado horas antes de su viaje cuando se le ocurrió la idea de la conversación telefónica con Pánfilo, uno de los cómicos cubanos del momento. El pueblo cubano tuvo la oportunidad de “deleitarse” con una conversación telefónica entre el “presidente más poderoso del mundo” Barack Obama y Pánfilo, un cómico cubano que ha descubierto “como vivir del cuento” con chistes que ridiculizan la vida cotidiana en su país.

Obama nos saludó a lo cubano con un “no me digas” y un “qué bolá” fuera de tono pero lo suficientemente original y seductor como para que entendiéramos su mensaje: “como ven aseres, no soy tan malo como me pintan, yo soy un hombre de pueblo, uno de ustedes”.

La idea hasta cierto punto funcionó y me temo que muchos cubanos se hayan tragado su cuento de “buen vecino”.

El mundo entero estuvo pendiente de las andanzas del mandatario estadounidense en Cuba. En Alemania se podían leer titulares como este: “Obama se arriesga a visitar al lobo en su guarida”. ¿Se imaginan a Obama, la Caperucita Roja? Cuba, al parecer, el Lobo Feroz.

Un periodista extranjero residente en Cuba y acostumbrado también a estos “menesteres” titulaba así su nota de prensa en su Blog: “Obama, una clase magistral de comunicación política”, yo diría “Obama, una clase magistral de manipulación política”, porque eso es lo que fue, una lección perfecta de doble moral, de manipulación política y demagogia.

Obama no solo vino a Cuba a dar lecciones de Democracia y de Derechos Humanos, sino que tuvo la desvergüenza de encontrarse con sus mercenarios y vividores a sueldo en el mismísimo corazón de La Habana, abusando así de la hospitalidad del Gobierno y el pueblo cubano y violando todas las reglas y leyes que regulan el comportamiento de Diplomáticos y Jefes de Estados cuando están de visita en naciones libres y soberanas. Cuba hace ya más de cincuenta años que dejó de ser una marioneta de Estados Unidos, pero Obama parece no haberse dado por enterado.

Esto demuestra una vez más que la política del Presidente Barack Obama hacia Cuba no se diferencia para nada de la de sus antecesores, solo que, con un poco más de histrionismo y con el inconveniente de que a partir de este momento y a diferencia de los presidentes que le antecedieron, Cuba tendrá que lidiar con un presidente estadounidense que, con un par de trucos y artimañas del oficio, logró ganarse la simpatía de una parte considerada de la población cubana. No reconocerlo sería un grave error.

Este es el reto.

Cuando le dije a uno de esos “amigos” virtuales que tengo en Facebook que para mi Obama era el perfecto demagogo, me contestó: “tienes razón Justo, Obama es un demagogo, pero a partir de ahora es mi demagogo favorito”.

Aquí está la clave, no importa que digas una mentira, lo que cuenta es que el público te la aplauda, y no hay cosa que haga más daño, que una mentira contada mil veces.

Es por eso que, cuando Obama le exige al Gobierno de La Habana respetar los Derechos Humanos, lo hace consciente de que si algún Gobierno en el mundo no tiene moral para hablar sobre los mismos, es el suyo. Él está claro pero miente, su función es la de trasmitir su mensaje, cueste lo que cueste.

Durante la conferencia de prensa dada por ambos mandatarios el presidente Raúl Castro afirmaba que no había ningún país del mundo que cumpliera todos los pactos adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en materia de Derechos Humanos. Lo que le faltó decir al mandatario cubano fue que mientras Cuba ha firmado y ratificado casi todos los pactos y convenciones en materia de Derechos Humanos, Estados Unidos casi ninguno.

Esto tiene una explicación.

Cuando el gobierno estadounidense habla de los “Derechos Humanos” se refiere sólo a lo que le conviene; en este caso, al “Pacto de los Derechos Humanos Civiles y Políticos”. Este es uno de los pocos pactos que han firmado y ratificado, casualmente el mismo que utilizan como referencia cuando se trata de imponer sus intereses geopolíticos en el mundo.

El Gobierno de Obama no ha firmado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptado por la Asamblea General desde 1976. Cuba sí. En el mismo todos los países que lo han firmado y ratificado se comprometen a trabajar porque se respeten los derechos económicos, sociales y culturales de sus ciudadanos, incluidos los derechos laborales, el derecho a la salud, a la educación y a un nivel de vida adecuado.

Como todo el mundo sabe, también Obama, estos derechos no son respetados en su país.

A mi me interesaría saber qué hubiera respondido el mandatario de la Casa Blanca, si alguno de los periodistas cubanos (cubanos de verdad, no esos que hablan “inglés-ñol”) allí presente le hubiera preguntado por qué su Gobierno hasta ahora no ha firmado este derecho tan importante que garantiza el derecho al trabajo, a la salud y a la educación, derechos fundamentales que deben regular la vida plena de los seres humanos y que forman parte de la Carta Internacional de Derechos Humanos.

Estados Unidos no ha ratificado tampoco la Convención por la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, que establece un programa de acción para poner fin a toda forma de discriminación por razón de sexo. Esto es también a lo que se refería el Presidente Raúl Castro cuando hablaba de la necesidad de garantizar igualdad de salario para el hombre y la mujer si realizan un mismo trabajo, un derecho que en los Estados Unidos de América no existe. Esto también lo sabe Obama.

La Convención sobre los Derechos del Niño, el cual estipula que los mismos deben tener los mismos derechos que los adultos y que deben requerir una protección especial por no haber alcanzado el pleno desarrollo físico y mental, fue firmada por los EE. UU. en 1995 pero hasta el día de hoy no ha sido ratificada, mientras que la Convención contra la Desaparición Forzada o Desaparición Involuntaria de personas no ha sido ni firmada ni verificada por parte de ese país.

¿Con qué moral pueden los políticos de la Casa Blanca y sus satélites vestidos de activistas y periodistas hablar de presos políticos si ese país mantiene injustamente y en condiciones inhumanas a cientos de prisioneros desde hace más de una década en la Base Naval de Guantánamo, territorio cubano ocupado ilegalmente?

¿Alguien se ha preguntado alguna vez cuántos presos políticos hay en las cárceles estadounidenses y cuántos de ellos de la raza negra o de otras minorías o nacionalidades?

Guantánamo es solo uno de los tantos campos de detenciones que la CIA mantiene ilegalmente en el exterior. En ellos se asesina, se tortura física, moral y mentalmente, mientras Obama se llena la boca para hablar de Derechos Humanos.

Resulta inexplicable que, durante la conferencia de prensa, un “cubanoamericano”  (que dicho sea de paso hablaba un español casi tan malo como el de Obama) haya tenido la frescura de preguntarle al presidente cubano cuándo su Gobierno iba a soltar a sus presos políticos, pero no tuvo el coraje de hacerle la misma pregunta a su presidente.

¿En qué mundo estamos viviendo? ¿Qué clase de conferencia de prensa fue esa?

En su discurso en el Gran Teatro de La Habana Obama contaba emocionado sobre las virtudes de la democracia en su país y se presentaba así mismo como un ejemplo vivo de la misma. Según él, gracias a esa democracia él había hecho realidad su sueño americano, “de negro pobre e hijo de un emigrante africano a presidente del país mas poderoso del mundo”. Puede ser que para Obama se hayan cumplido sus sueños, pero no para la inmensa mayoría de los de su raza. Eso él también lo sabe.

Es en ese punto donde su cuento no funciona. En su país, los negros siguen siendo marginados, discriminados y asesinados impunemente. No pasa una semana sin que el mundo sea testigo de la violencia policial hacia los de su raza. Estados Unidos tiene la población penitenciaria más grande del mundo y el setenta por ciento de esa población es negra o mestiza. Y su sistema judicial es tan “justo” que un negro estadounidense tiene setenta veces más posibilidades de ser condenado incluso a muerte que un blanco.

¿Sobre qué democracia habla Obama entonces? ¿Pensaría él que su auditorio estaba lleno de tontos y analfabetos?

En una entrevista concedida por el activista por los derechos de los afroamericanos, Jesse Jackson, a la revista alemana Spiegel, el mismo comentaba acerca del descontento de los afroamericanos por la gestión de Obama como presidente de la siguiente manera: “Nosotros (los negros) fuimos los primeros que lo apoyaron, mucho antes que la gente que ahora van a sus fiesta de galas “para recaudar fondos” se interesaran por él. El 96 por ciento de los afroamericanos votaron por él. Pero hoy somos nosotros los que más sufrimos bajos los efectos de las crisis económicas mundial, porque los bancos y las inmobiliarias estafaron deliberadamente con sus créditos a la población afrodescendiente. (….) Nosotros los negros somos los que más sufrimos el desempleo y de cada dos negros mayores de 20 años, uno no tiene trabajo (…) en  América mueren cada año miles de ciudadanos victima de la pobreza y de la violencia, la mayoría son afroamericanos (…) Wall Street está metido en todos los lugares de Washington, tiene un gran poder en el Congreso y con su dinero han logrado meterse a todos los políticos en su bolsillo”.

Así andan las cosas por Estados Unidos de América, pero esto con toda seguridad lo sabe Barack Hussein Obama, su presidente. Que no nos quepa dudas.

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