Calle Zanja - La Habana (1950)
Por Nelson P. Valdés
Las historias de los Estados Unidos y Cuba están entrelazadas de muchas formas y maneras. Cubanos y norteamericanos han vivido y aprendido mucho unos de los otros. Y así ha sido no solo en la cultura, sino también en la política, la economía y la sociedad. Es una larga historia.
En 1953 los revolucionarios cubanos atacaban el cuartel Moncada en Santiago de Cuba. En esos días, una escuela en Tennessee iniciaba clases para organizar y entrenar a trabajadores por los derechos civiles, la mayoría negros. La movilización ciudadana en la Cuba de los años 50 constituía una expresión de una misma y paralela lucha por los derechos civiles en el sur y norte de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, las luchas sociales y políticas a nivel de base en Cuba y los Estados Unidos -aunque separadas-, eran, a su vez, expresión de los procesos de descolonización de África y Asia después de la Segunda Guerra Mundial. Los argumentos que utilizara en su defensa Fidel Castro fueron muy similares a los conceptos de derechos ciudadanos que la Corte Suprema de los Estados Unidos reconoce en Brown vs. Board of Education, prohibiendo la segregación de las escuelas. Estas dos tradiciones hacían referencia a pensadores del siglo XVII y XIX, parte de una cultura netamente revolucionaria.
Los cubanos, como los norteamericanos, confrontan a las autoridades de sus respectivos países por violar su respectivas Constituciones.
La acción de un pequeño grupo de revolucionarios en Cuba, al igual que Rosa Parks y sus compañeros en Montgomery, Alabama, incita a mayores acciones que serían consideradas radicales, ilegales y revolucionarias. El movimiento revolucionario cubano se inicia con demandas legales y poco después adopta métodos armados. En los Estados Unidos el movimiento de derechos civiles utilizaría métodos pacíficos, aún cuando el Estado lo agredía violentamente. Y poco a poco un mayor número de instituciones sociales, incluyendo las iglesias, apoyaron cada vez más a sus respectivos movimientos en defensa de los derechos civiles de la población. En ambos países, figuras cimeras del sistema judicial llegaron a identificarse con esos movimientos, cada vez más populares. Mientras en los Estados Unidos el movimiento de los derechos civiles y políticos tiene un basamento constitucional y religioso como el del Southern Christian Leadership Conference, en el caso cubano es netamente político aunque muchos participantes eran católicos, presbiterianos y bautistas.
Por una parte, gobernadores estatales en el sur de los Estados Unidos -en Arkansas y Mississippi, por ejemplo- y el FBI y, por otra, el gobierno de Fulgencio Batista tratan de desarticular por diferentes medios esa creciente oposición. Ambos aparatos represivos emplearon la misma tecnología militar y los mismos métodos. Y sin embargo, en los dos países surgen líderes carismáticos que cohesionan al naciente movimiento de masas: Martin Luther King, Jr. en los Estados Unidos y Fidel Castro en Cuba.
En Cuba, el movimiento triunfa y llega al poder en 1959, no así en los Estados Unidos. El movimiento por los derechos civiles y políticos primero, y el movimiento estudiantil y contra las guerras coloniales después, solo logran algunas concesiones civiles y políticas. Pero esa lucha continuó en los Estados Unidos y parte de la población reformista y radical de jóvenes en el norte del país fue al Deep South para ayudar a obtener derechos sociales y políticos. El triunfo revolucionario tiene un enorme impacto entre los luchadores por los derechos civiles. Y aun cuando utilizaron métodos diferentes -la no violencia-, reconocieron las contribuciones y los cambios de los cubanos.
El triunfo cubano se asumió como propio por los luchadores y revolucionarios de los Estados Unidos. Además, luchadores por los derechos civiles en los Estados Unidos presionaron al gobierno para que no ayudara a la dictadura: “El gobierno de estados Unidos es un socio del dictador de Cuba, Fulgencio Batista, en el asesinato de cerca de 4.000 cubanos hasta el momento, y ha llegado el momento de largarnos ya” –declaró Adam Clayton Powell, congresista negro norteamericano, el 20 de marzo de 1958 ante la Cámara del Congreso de los Estados Unidos.
El triunfo de la rebelión tuvo particular impacto en la población negra norteamericana. Durante los primeros meses de 1959 muchos intelectuales, periodistas, líderes obreros, congresistas, actores y escritores negros fueron a Cuba y defendieron el proceso social recién iniciado. Entre estos se encontraban William Worthy y Richard Gilbson (periodistas), James Baldwin, James Oliver, Julian Mayfield, Leroi Jones y Harold Cruse (escritores), John Henri Clarke (historiador), Adam Clayton Powell y Malcolm X (políticos), entre otros.
En septiembre de 1960 Fidel Castro viajó a Nueva York para representar a la Revolución Cubana ante las Naciones Unidas. Bajo la presión del Departamento de Estado de los Estados Unidos, durante la administración de Dwight Eisenhower, el establishment hotelero le negó a la comitiva cubana acceso a los hoteles. Pero la comunidad negra de Harlem abrió su corazón y sus espacios a los revolucionarios cubanos. No fue solo el Hotel Teresa el que tomó esa iniciativa. La comunidad negra que, en esos precisos momentos, luchaba en numerosos frentes contra el racismo, la exclusión social, la pobreza y la explotación, también entendía que sus hermanos negros, mulatos y blancos de la Isla comenzaban todo un proceso de destrucción de los instrumentos racistas, segregacionistas y explotadores que se habían enraizado en la “isla de la libertad.” Negarle al líder revolucionario blanco el acceso a un hotel era un acto similar a lo que confrontaba la población negra en general en Estados Unidos.
La lucha por los derechos civiles, de una larguísima historia en los Estados Unidos, veía reflejada sus ilusiones y esperanzas en la nueva Cuba. Aunque muchos no recuerdan o han querido olvidar o no lo conocen, la realidad fehaciente es que el movimiento por los derechos civiles, políticos, culturales, económicos y humanos que se desarrollaba en el sur de los Estados Unidos tenía muchísimos enlaces y conexiones con lo que estaba sucediendo en Cuba. Aún más ilustrativo es que, en septiembre de 1960, ya la Revolución Cubana había nacionalizado una proporción grande de las corporaciones norteamericanas. Y, sin embargo, Malcolm X declaraba en Harlem: “El (Hotel) Teresa es hoy mas conocido como el lugar a donde fue Fidel Castro durante su visita a las Naciones Unidas, y logró una victoria psicológica contra el Departamento de Estado de los Estados Unidos cuando fue confinado a Manhattan. Nunca soñaron que Fidel se quedaría en “uptown”, en Harlem, donde dejaría una enorme y positiva impresión entre los negros”
Un autor escribe: “Además, miles estaban encantados viendo al comandante (negro) Juan Almeida entre los revolucionarios. El 22 de septiembre todo Harlem estaba alrededor del Hotel Teresa congratulando, saludando, gritando por Fidel, sus compañeros y la revolución. Almeida y los otros miembros del Ejército Rebelde caminaron 20 cuadras enteras en Harlem. El 22 de septiembre Fidel Castro almorzó con los trabajadores del hotel. Y se reunió con Malcolm X en el Hotel Teresa. Malcolm escribió entonces: “El Teresa es ahora mucho más conocido como el lugar a donde Fidel Castro fue durante su visita a las Naciones Unidas, y logró un golpe psicológico contra el Departamento de Estado de los Estados Unidos cuando lo confinaron a el a estar solo en Manhattan. Nunca soñaron que él se hospedaría en Harlem donde dejaría una enorme impresión entre los Negros.” (1)
Y otro escritor nos informa, “… los activistas de Harlem sugirieron, que las dificultades en encontrar donde hospedarse se transformaran en una oportunidad única para expresar las expresiones culturales y políticas de solidaridad y anti-racismo. Cuando la delegación cubana aceptó la amistosa bienvenida del dueño del Hotel Teresa, Love B. Woods, los lazos ideológicos y políticos entre los progresistas afro-americanos y los revolucionarios cubanos fueron cultivados… La reunión de Malcolm X y Fidel Castro en Harlem simbolizaba una era de la post-II Guerra Mundial, de los movimientos anticoloniales y a favor de la lucha por los derechos humanos de los pueblos negros y del Tercer Mundo. Un periódico, el "New York Citizen Call", declaraba en esos días: “Para los oprimidos habitantes de Harlem, Castro era el revolucionario barbudo que había expulsado a los bribones y les ha dicho a los blancos de Estados Unidos que se fueran al infierno” (2)
El movimiento por los derechos civiles y democráticos de los norteamericanos, particularmente de los negros, veía el proceso revolucionario en Cuba con buenos ojos. Igual sucedía con el movimiento estudiantil universitario que se iba configurando. Una alianza de los revolucionarios de la Isla con los revolucionarios y reformistas de los Estados Unidos se convertía en una enorme preocupación para la estructura del poder norteamericano. Y en poco tiempo, ambos lados cooperaban más.
En 1960, varios norteamericanos de izquierda establecen el Fair Play for Cuba Committee en favor de la Revolución Cubana y en oposición a la política de la administración Eisenhower. Muchos de sus miembros también pertenecían a la lucha por los derechos civiles de negros, blancos y trabajadores; entre éstos, el escritor James Baldwin. Ralph Feathrstone, uno de los líderes del Student Non Violent Coordinating Committee (SNCC), consideraba a Cuba “una zona liberada”. El poeta negro, de izquierda, LeRoi Jones escribía: “los cubanos, y los otros nuevos pueblos (en Asia, África, América del Sur) del mundo no nos necesitan, y lo mejor que podemos hacer es no bloquearles el camino” (Cuba Libre, 1960). O sea, un sector significativo de la población negra norteamericana reconocía y apoyaba la autodeterminación, concepto que ya se defendía también en el sur de los Estados Unidos. La organización de solidaridad Fair Play for Cuba Committee existía contra la injusticia, y a su vez integraba a norteamericanos de todos los colores. En sí el “fair play” es lo que los sectores mas necesitados pedían para sí y para el mundo.
Pero la relación y cooperación entre los movimientos progresistas norteamericanos y la Revolución Cubana fue atacada desde el primer momento. Ambos movimientos confrontaban a un mismo enemigo.
Poco a poco estas dos fuerzas fueron aisladas por la invasión organizada por el gobierno de Estados Unidos el 17 de abril de 1961 a Cuba. También la sistemática persecución de la izquierda por el Congreso (House Un-American Activities Committee), el FBI y muchas otras instituciones estatales tuvo sus efectos sobre esa relación. Los propios liberales norteamericanos corrieron en dirección opuesta a la revolucionaria. Pero la lucha por la justicia y por la igualdad de derechos democráticos continuó en los Estados Unidos, si bien cada vez más separada de la realidad cubana. La Crisis de los Misiles, de octubre de 1962, fue un parteaguas que abrió una mayor brecha entre ambos movimientos. Ya a la Cuba revolucionaria se le definía como un enemigo de los Estados Unidos, mientras que el gobierno demócrata norteamericano de John Kennedy se identificaba con un sector reformista del movimiento por los derechos civiles. Sin embargo, la relación continuó a niveles menos conocidos. Pero no queda duda de que la Revolución Cubana y la lucha por los derechos de los norteamericanos tiene una larga y estrecha relación.
Esa historia, que sólo hemos tocado someramente, revela que las relaciones entre los revolucionarios cubanos y las fuerzas progresistas de los Estados Unidos tiene una larguísima historia. José Martí vivió durante años en Nueva York y Tampa. Exploró como pocos la historia de los Estados Unidos y la de Cuba, por separado y en relación con los dos países. Entendió como pocos el sentido real de lo que significa la independencia nacional. El movimiento progresista negro de los Estados Unidos también comprendió esa lucha. Martin Luther King fue clasificado por el FBI como un “hombre peligroso”. El gobierno de Estados Unidos también le dió esa misma clasificación a Fidel Castro. Ambos entendieron la relación estrecha entre la independencia nacional y los derechos civiles y políticos. Un país imperial no puede ser respetuoso de los derechos humanos y civiles. Y una colonia tampoco los respeta.
El 22 de octubre de 1995 Fidel Castro volvió a visitar Harlem. Dijo: “Aquí en Harlem conocí a Malcom X, conocí a otras muchas personalidades. Eran días difíciles, siempre son difíciles los días, pero por delante estaba una lucha muy grande: las grandes batallas de Martin Luther King por los derechos civiles; las grandes luchas de las minorías negras, hispánicas, latinoamericanas de todas partes, por mejorar sus condiciones de vida; la lucha de los ancianos, los enfermos, todos.” (3)
El Congressional Black Caucus (CBC) de los Estados Unidos ha tenido una posición amistosa y solidaria hacia el proceso político y social cubano. Y ha representado el sector mas progresista y favorable a la normalización de las relaciones entre los dos países. Desde 1999, delegaciones y representantes del CBC ha visitado Cuba y se ha reunido con Fidel Castro. Cuba, a su vez, ha proporcionado becas a estudiantes norteamericanos con el apoyo de los Congresistas del CBC. Ya Fidel Castro había señalado que las circunstancias eran propicias para el mejoramiento de las relaciones pues “era necesario utilizar este momento histórico en que coinciden un Presidente negro en la Casa Blanca y una corriente de opinión favorable a la normalización de las relaciones” (4)
Cómo tendrían que hablar el presidente de Estados Unidos y el ex presidente Fidel Castro sobre la historia de ambos países. Ya uno de ellos dijo: “en la buena voluntad y disposición de las personas hay infinitos recursos que no se guardan ni caben en las bóvedas de un banco. No emanan de la política única de un imperio” (5) Bien vale recordar a Robert Frost: "Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, / Yo tomé el menos transitado, / Y eso hizo toda la diferencia.
NOTAS:
(1) See: Joy James, Review: Harlem Hospitality and Political History: Malcolm x and Fidel Castro at the Hotel Theresa, Contributions in Black Studies, Vol. 12, Article 12, 1994, Article No. 12. - http://scholarworks.umass.edu/cgi/viewcontent.cgi? article=1088&context=cibshttps://youtu.be/UAcgbsPgCbo
(2) L. Ralph, Fidel Castro and Harlem: Political, Diplomatic, and Social Influences of the 1960 Visit to the Hotel Theresa,” Afro-Americans in New York Life and History - https://www.questia.com/library/journal/1P3-494766291/fidel-castro-and-harlem-political-diplomatic-
(3) http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1995/esp/f221095e.html
(4) Fidel Castro, “Los 7 congresistas que nos visitan,” Cubadebate (Habana), Marzo 11, 2014.
http://www.granma.cu/granmad/secciones/ref-fidel/art113.html
(5) http://www.granma.cu/granmad/secciones/ref-fidel/art20.html
Sugerencia de lectura:
Lisa Brock y Digna Castañeda Fuentes, Between Race and Empire: African-Americans and Cubans before the Cuban revolution, 1998.
* El texto del poema de Robert Frost - The Road Not Taken:
Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;
Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same,
And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back.
I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference
Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.
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