Foto: Cubahora
Por Iroel Sánchez
Los departamentos del Tesoro y Comercio de Estados Unidos anunciaron este martes 16 de marzo el cuarto paquete de medidas que modifican las sanciones económicas contra Cuba desde que el 17 de diciembre saliera a la luz el proceso de nuevas relaciones entre ambos países. Son también una alfombra roja que el Presidente Obama se autotiende en vísperas de su inminente visita a Cuba.
Se anuncia que a partir de ahora los viajeros norteamericanos no estarán obligados a viajar a la Isla en grupos, lo que facilitaría, junto al ya acordado restablecimiento de los vuelos comerciales, el crecimiento de ese flujo. Se mantienen las doce categorías aprobadas y la prohibición de hacer turismo establecida por ley. Los viajeros deben involucrarse en “un programa de tiempo completo de actividades de intercambio educativo destinadas a mejorar el contacto con el pueblo cubano, apoyar la sociedad civil o promover la independencia del pueblo cubano de las autoridades del país” y “deben conservar la documentación relacionada con las transacciones del viaje autorizado”. Se añade que “la parte predominante de las actividades realizadas por el viajero no debe ser con ciertos funcionarios del Gobierno o del Partido Comunista de Cuba”.
Sin dudas, un gran paso de avance que incrementará la cantidad de viajeros norteamericanos a la Isla y los ingresos que Cuba podrá recibir por ello. También es un limitado paso hacia la libertad de los estadounidenses. Si hasta ahora los visitantes norteamericanos a Cuba debían ser pastoreados por agencias de viaje, ahora pueden autocontrolarse pero llevando siempre un expediente que haga constar lo que hicieron, es un paso hacia la libertad pero vigilada para garantizar que cada viajero sea un agente de la política de “cambio de régimen” y por supuesto no se contagie con el comunismo, hablando con esos “ciertos funcionarios”. Aunque se promueve “la independencia del pueblo cubano de las autoridades del país” la del pueblo norteamericano con respecto a Cuba sigue bstante restringida.
Se plantea permitir el derecho de “ciudadanos cubanos en Estados Unidos que tengan un estatus de no inmigrante o que están pendientes de otra autorización de viaje de no inmigrante ganen un salario o una compensación”, “de modo similar que lo hacen los ciudadanos de otros países”, siempre que éstos no paguen “ningún impuesto especial” al gobierno cubano y sus empleadores no “realicen pagos adicionales al gobierno cubano en conexión con dicho patrocinio o contratación”.
Aquí se elimina una discriminación individual que, sobre todo, sufren profesionales, atletas y artistas cubanos pero se insiste en evitar que el país que ha los ha formado pueda recibir un solo centavo para fortalecer el sistema que ha permitido desarrollar ese talento.
Los ciudadanos norteamericanos podrán ahora consumir productos y recibir servicios cubanos en un tercer país, aunque no en EE. UU., aunque se aclara que “esta disposición no autoriza la importación de tales mercancías en los Estados Unidos, incluyendo como equipaje acompañante”. Ahora, un norteamericano podrá cruzar la frontera de Canadá, beber un trago de Havana Club y fumarse un Cohíba sin ser perseguido por ello, pero en cuanto regrese a su país debe olvidarse de tal placer hasta que vuelva a poner un pie fuera de EE. UU.
Se autorizan transacciones financieras de fondos desde un banco fuera de los Estados Unidos que pasen a través de una o más instituciones financieras de Estados Unidos antes de ser transferidas a un banco fuera de los Estados Unidos, “donde ni el emisor ni el beneficiario es una persona sujeta a la jurisdicción de EE. UU.”
Se autoriza a a las instituciones bancarias de Estados Unidos “para procesar en dólares estadounidenses instrumentos monetarios presentados indirectamente por instituciones financieras cubanas” y “las cuentas corresponsales en instituciones financieras de países terceros usadas para dichas transacciones pueden ser denominadas en dólares estadounidenses”
Estas medidas son las de mayor alcance e impacto y supondrían el cese de la persecución financiera a las transacciones cubanas en la que la administración Obama ha impuesto récord; además, con ellas, se eliminan obstáculos a medidas anteriores impulsadas como parte de la nueva política como los acuerdos entre empresas de telecomunicaciones de ambos países o los vuelos.
Además, “se autorizará a instituciones bancarias de EE. UU. a que abran y mantengan cuentas bancarias en EE. UU. para que ciudadanos cubanos en Cuba reciban pagos en Estados Unidos por transacciones autorizadas o exentas y que remitan dichos pagos de nuevo a Cuba”, lo que está en línea con las posibilidades de contratación de cubanos no inmigrantes incluidas en el paquete.
Se aclara que “no se autoriza a las entidades bancarias sujetas a la jurisdicción EE. UU. para abrir cuentas corresponsales de instituciones bancarias que sean nacionales de Cuba” aunque se autoriza “a instituciones bancarias de EE. UU. a que abran y mantengan cuentas bancarias en EE. UU. para que ciudadanos cubanos en Cuba reciban pagos en Estados Unidos por transacciones autorizadas o exentas y que remitan dichos pagos de nuevo a Cuba”.
Se expande “la autorización existente para la “presencia física”, “para establecer y mantener una presencia en el negocio en Cuba, incluso a través de filiales, sucursales, oficinas, negocios conjuntos, franquicias, contratos de agencia u otras relaciones comerciales con cualquier persona o entidad cubana, para facilitar la prestación de telecomunicaciones autorizadas y servicios basados en Internet” y entidades que participan “en proyectos humanitarios autorizados, entidades que participan en actividades no comerciales autorizadas destinadas a proporcionar apoyo para el pueblo cubano, y para las fundaciones privadas o institutos de investigación o educación en ciertas actividades autorizadas”.
Se “permitirá la importación de software de origen cubano”, se autorizará “a navíos para que transporten carga autorizada desde los Estados Unidos a Cuba y que luego naveguen a otros países con cualquier resto de carga que fue cargada en Estados Unidos” y se adoptará “una política de licenciamiento de revisión caso por caso para las exportaciones y reexportaciones de elementos que permitirían o facilitarían las exportaciones de Cuba de artículos producidos por el sector privado cubano”.
Se autorizará la provisión de becas y subvenciones educativas, y clarificará que una autorización existente se aplica a la provisión de becas y subvenciones para los proyectos humanitarios autorizados en los reglamentos de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). “Este paso permitirá el apoyo de EE. UU. para proyectos educativos en Cuba y la participación de EE. UU. en trabajos de filantropía”.
La autorización del uso del dólar en transacciones internacionales de Cuba es una victoria conseguida por la sistemática denuncia cubana y demuestra que, desde el primer paquete de medidas de enero de 2015, podía haber sido adoptada. En general, el resto de las nuevas medidas van en la dirección de convertir en autopista el carril de ayuda a la emergencia de una clase media en Cuba como “el mejor instrumento” para la política de EE. UU., algo descrito con claridad por el subsecretario de Estado de EE. UU. Anthony Blinken en una entrevista con el diario español El País. Se aprecia también el interés en estimular el uso mercantil de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
A pesar de que en la mayoría de los casos mantienen el cerco sobre el estado cubano y buscan favorecer a quienes Washington desea vincular a su sistema económico y hacerlos dependientes de su política injerencista, en estas decisiones ejecutivas también existen nuevas oportunidades que, si se aprovechan inteligentemente, generarían nuevos recursos para fortalecer la economía cubana en beneficio de todo el pueblo.
(CubAhora)
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