Silvia murió recientemente, estando detenida. Su salud se agravó, por los malos tratos, el hacinamiento y la discriminación sufridas especialmente por ser travesti.
Pese a los reiterados pedidos, la justicia desechó su arresto domiciliario y la dejaron morir en un lento padecimiento, lejos de su familia y sus seres queridos, falleciendo recientemente en el Hospital Escuela bajo la absoluta responsabilidad del Estado, en un hecho que pudo ser evitado.
Las pésimas condiciones del sistema carcelario llevaron a la compañera a padecer una agonía extrema. Vivió su condena en el Pabellón 8 de la Unidad Penal 1 de Corrientes y oportunamente, tal como informáramos, había solicitado el arresto domiciliario al Juzgado de Ejecución Penal debido a su grave estado de salud, lo que fue denegado.
Ni siquiera la gestión del Inadi logró mejorar las condiciones de detención de la compañera. Sin dudas, esta muerte es una más, bajo la responsabilidad del Estado cuyos agentes descargaron abusos sistemáticos, malos tratos, discriminación, encierro extremo y el escarnio por su identidad sexual.
Nos unimos a la exigencia de castigo a los responsables.
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