Por Pedro Pablo Gómez
Ética es una palabra que comprende varias acepciones en la vida de las personas, grupos, asociaciones y hasta de naciones. En ella se encierran principios a cumplir para el mejor desarrollo de la vida diaria en cualquier parte del mundo. Así honestidad, responsabilidad, respeto al derecho ajeno, aplicación de la justicia, reconocer nuestros errores y enmendarlos, solidaridad humana y no abusar del poder en cualquiera factores en el orden económico, político y social, están entre los conceptos fundamentales a tomar en cuenta por cuantos formamos parte de la población del planeta Tierra.
Los gobiernos de los Estados Unidos de América durante decenas de años se han olvidado y han masacrado inmisiricordemente este concepto tan útil para la convivencia de la humanidad, así los vemos participando en los despojos de las riquezas nacionales de otros países en las distintas áreas del globo terrestre, ya sea en África, Asia, Europa y en su propio patio de América y de su Sur Latinoamericano. Sus guerras para obtener beneficios en áreas productivas de petróleo, especies, territorios, o por el simple deseo de dominar un país que no coincide con sus intereses, aún cuando sea de su mismo sistema capitalista, y también con el viejo fantasma inventado contra el socialismo.
Para lograr los resultados apetecidos sus métodos se han diversificado. Su defensa del llamado sistema democrático ahora se hace a cara descubierta a través de organizaciones como la NED -National Endownment for Democracy- o de la USAID -United States Agency for the Internacional Development- y no de otras de sus agencias partes de la denominada Comunidad de Inteligencia de los EEUU más desprestigiadas en el mundo como la CIA, conocida en todas latitudes por sus desmanes y errores conscientemente permitidos y aprovechados. Recordar Irán, Guatemala, Vietnam, Chile, México, Indonesia, Siria, Libia, Irak, Afganistán, Santo Domingo, Haití y desde luego, en todo este mapa, Cuba resulta uno de sus preferidos para sus acciones encubiertas y descubiertas.
El orgullo y la prepotencia del imperio no quieren reconocer el derecho de nuestro país a darnos el gobierno y el sistema que los cubanos hemos logrado a costa del sacrificio y el esfuerzo de mas de una generación. Para ello han utilizado todas las armas posibles desde las agresiones directas, hasta las económicas, el bloqueo existente es una de ellas. El bloqueo de la justicia ejemplificado en la saña empleada contra nuestros Cinco héroes, donde han pisoteado su propia constitución y lo mas reciente en este gobierno del llamado premio Nobel, Barack Obama, que de forma sinuosa simulan dar pasos para mejorar las relaciones con Cuba, lanzan sus dineros y acciones mas agresivas para lograr el derrocamiento de la Revolución. Así apreciamos las denunciadas acciones emprendidas con el llamado proyecto Zunzuneo, o Piramideo, o cualquier nombre que a ustedes les parezca citar, que no son más que un hecho mas en la cadena de agresiones contra nuestro país, como parte de un método desarrollado y usado durante todos estos años en el mundo entero.
No nos resulta casual que después de los resultados alcanzados por nuestro continente en la formación de las organizaciones de la ALBA y la CELAC, y el conocimiento de una mayor conciencia para lograr la unidad como vía de desarrollo para todos nosotros, el gobierno norteamericano a través de sus tentáculos y servidores intente crear problemas con otros países del área, como Perú y Costa Rica, incluso integrando a jóvenes venezolanos. Los introduce para lograr crearnos diferencias particulares en la cercanía de la celebración de la próxima Cumbre de CELAC en Costa Rica, con los gobiernos de dichas naciones con independencia de los criticables hechos desarrollados por ciudadanos de estos países.
Pero Cuba conoce a su enemigo y la inteligencia desarrollada por nuestra nación durante todos estos más de 50 años bajo el ataque de los gobiernos norteamericanos nos hace conocer sus movimientos desde que comienzan y por mucho que luchen y mientan en sus controlados medios de comunicación, no lograrán confundirnos y mucho menos dividir nuestra unidad, arma estratégica de la Revolución.
No abandonaremos nuestra política de unidad latinoamericana, que al parecer tanto indigesta a los mandantes del imperio porque es el camino para la victoria.
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