Nosotros, ¿nuestros recolonizadores? (La Pupila Insomne) Por Iroel Sánchez "El Método" (2005) es una película hispano argentina dirigida por Marcelo Piñeyro que alguna vez exhibió la t...

Nosotros, ¿nuestros recolonizadores? (La Pupila Insomne)

El metodo 2

Iroel Sánchez

Por Iroel Sánchez

"El Método" (2005) es una película hispano argentina dirigida por Marcelo Piñeyro que alguna vez exhibió la televisión cubana. Se basa en una obra de teatro de Jordi Galcerán titulada "El método Grönholm" (2003). En la película, no he visto la obra de teatro,  un grupo de aspirantes a un empleo son obligados a competir de manera cada vez más cruel y sacando de sí los instintos más bajos en lo que pareciera una alegoría del capitalismo contemporáneo.

En estos días me he acordado de El Método. He visto presentar en el Noticiero Nacional de Televisión un reportaje sobre el inicio del curso escolar en las universidades cubanas diciendo que estas debían formar “profesionales competitivos”, no competentes, no solidarios, no humanistas, sino competitivos, esa categoría que el neoliberalismo ha trasladado de las empresas a los seres humanos como si de mercancías, o peor aún, perros de pelea o caballos de carrera, se tratara.

Como ha descrito el académico Marcos Roitman, “el éxito cultural del neoliberalismo ha consistido en hacer de los proyectos sociales democráticos, emancipadores y socialistas, una opción individual de mercado”:

“La movilidad social ascendente se transformó en un nuevo proceso de pauperización. Las desigualdades, otrora combatidas como lacras del subdesarrollo, fueron reivindicadas, en los países de capitalismo central, como motor de la competitividad. La diferencia era de interpretación. Una nueva teoría de la justicia, fundada en la competencia y anclada en la igualdad de oportunidades para fracasar o triunfar, sirvió de pretexto para declarar la supremacía del liberalismo político y reivindicar una reforma del Estado de bienestar capaz de asentar un orden social despolitizado, descentralizado y desregulado. Los principios de la desigualdad "natural" se consideraron aliciente para el advenimiento de una sociedad ordenada, equitativa y justa, asentada en la economía de mercado. En ella los emprendedores serían recompensados con el triunfo, y los timoratos, acostumbrados a vivir de las ayudas de "papá Estado", penalizados con el fracaso y la marginación. La economía de mercado pondría a cada quien en su sitio, sin otro baremo que las habilidades, imaginación y capacidades de cada quien para forjarse un futuro. El tópico: "Enseñarles a pescar y no darles el pescado", se extendió como la peste. Los colegios cambiaron las asignaturas de ética y filosofía por economía aplicada a las finanzas. Estudiantes de 15 años debían saber operar en valores bursátiles, simular inversiones, buscar dinero semilla y ser competitivos.”

Ese “triunfo” fue un proceso inducido a través de los medios de comunicación y las universidades que Naomi Klein ha detallado abundantemente en su libro La doctrina del shock. La necesidad de “profesionales competitivos” no estuvo nunca en el pensamiento de los padres de nuestra educación  desde Varela, Martí, Luz y Caballero, Varona… a Fidel y el Ché. El uso, en uno de nuestros más importantes medios de comunicación, de ese concepto para describir la formación de nuestros futuros profesionales prueba que el triunfo cultural del neoliberalismo no nos es ajeno. Sobre ello el General de Ejército Raúl Castro planteó el 1 de enero de 2014, al connmemorarse el 55 aniversario de la Revolución:

“En nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral.”

Raúl también denunció en la misma intervención “la permanente campaña de subversión político-ideológica concebida y dirigida desde los centros del poder global para recolonizar las mentes de los pueblos y anular sus aspiraciones de construir un mundo mejor.” Como una metáfora terrible de cuán lejos se puede llegar en esa recolonización, el mismo espacio mostró como un éxito del programa de restauración en el Valle de los ingenios en Trinidad a una mujer  vestida a la usanza de los esclavos africanos traídos a Cuba por el colonialismo español empujando un trapiche azucarero para diversión de los turistas. No en una película, no en un grabado de época, sino el trabajo esclavo reproducido con seres humanos por una empresa estatal socialista.

A ocho meses de aquella clarinada de Raúl, es lamentable que sean nuestros medios e instituciones los que en ocasiones le hagan el trabajo de recolonización al enemigo. Tal vez habrá quien juzgue este texto como contrario a las necesidades que impone el mundo contemporáneo. Sin embargo, parece ser que lo que mejor prepara a las personas para insertarse en ese mundo es la educación humanista, solidaria, gratuita y universal que ha defendido desde La historia me absolverá la Revolución cubana. Así lo dice un reciente estudio del Banco Mundial al plantear que “la mayoría de los profesores latinoamericanos no provee instrucción de calidad a sus estudiantes como para prepararlos para un mundo cada vez más competitivo”.

Luego de evaluar 15.000 aulas de 3.000 escuelas primarias y secundarias de 7 países de la región, la ilustre institución que promovió el Consenso de Washington y que por orden de Estados Unidos no puede dar créditos al gobierno cubano reconoce que “ningún país de la región, a excepción de Cuba, puede considerar de alta calidad a sus maestros en comparación con parámetros mundiales”.

¿Nuestra educación no tiene problemas? Sí, y no pocos, pero no los va a resolver utilizando acríticamente el aparato conceptual del neoliberalismo, sino profundizando en la tradición pedagógica cubana y buscando críticamente lo más avanzado del conocimento donde quiera que esté pero con los pies en lo que ya hemos conquistado y que para muchos otros son sólo quimeras. Y una parte esencial de esas conquistas es, en palabras de Fidel en su concepto de Revolución: “ser tratado y tratar a los demás como seres humanos…” no como un caballo de carreras o uno de los protagonistas de El Método. Eso es lo que hacen los médicos graduados en las universidades cubanas en todas partes del mundo y por eso la servicios de salud cubanos están entre los más competitivos y los que reportarán al país este año los mayores ingresos por exportación. (Publicado en CubAhora)

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