Por Iroel Sánchez
Siempre he pensado que lo que muchos llaman industria del anticastrismo asentada en Miami tiene entre sus tareas propagandísticas un objetivo regulatorio en el caso de las figuras públicas cubanas.
Conociendo lo sucedido con el manager de los Marlins, Ozzie Guillén, es harto comprensible por qué ningún pelotero cubano en la MLB se haya atrevido jamás a cuestionar la obligatoriedad de romper con el país que los formó para poder jugar en el que es considerado el mejor béisbol del mundo. Ni una sola voz se alzó desde el béisbol del “país de la libertad” para condenar la arbitrariedad cometida contra Alfredo Despaigne por pretender jugar en México sin romper con Cuba. Una prohibición extensible a todos los peloteros cubanos en cualquier liga beisbolera latinoamericana que reciba atletas del país norteño. Como he dicho otras veces, es un caso que demuestra cómo se puede ser millonario pero no libre.
Las agresiones que hemos visto suceder recientemente hacia Descemer Bueno y Tony Ávila, o la polémica alrededor del próximo concierto del Dúo Buena Fe en Miami, buscan advertir a todo artista cubano que visite EE. UU. que debe abstenerse de ser partícipe de lo que siente la inmensa mayoría de sus compatriotas y aprueban el 99% de los gobiernos del mundo cada año en la ONU: la política de Washington hacia Cuba debe cambiar.
Y no es por gusto que el concierto de Buena Fe se ha convertido para el “exilio histórico” en asunto de “ahora o nunca”. Sienten que cada norteamericano que viaja a Cuba, cada artista cubano que se presenta en EE. UU., cada emigrante que llega a Miami procedente de la Isla con los mismos objetivos económicos que cualquier latinoamericano, y cada creador emigrado que regresa a su país, son una gota más de agua presionando contra el dique que siginifica el bloqueo.
Ante la Cumbre de las Américas que se acerca inexorable para obligar a Obama a aceptar la presencia del gobierno cubano con todo derecho, el ambiente es de guerra. Si antes podían tolerar una mínima disidencia, ya no es posible. Los programas de radio que colaban un pequeño rayo de luz desde la voz de Max Lesnick y Edmundo García fueron sacados del aire por “razones comerciales” y el llamado intercambio cultural entre Cuba y EE. UU. ha sido puesto en el blanco de los medios de Miami que se preguntan a quién beneficia, señalando al gobierno cubano y no a los miles de personas que en Estados Unidos y Cuba pueden disfrutar en vivo de obras artísticas que los enriquecen como seres humanos.
“Que me llamen de Cuba para hacer una película, que es el sueño de mi vida, porque siempre quise hacer cine, con un personaje decente… Que me paguen, que no me paguen no me importa, yo feliz, fascinada, haré aquí… ustedes saben que es así. Y no yo, miles de actores que estamos allá…”, dijo recientemente desde La Habana a un canal de la televisión de Miami sobre su intervención en una película cubana producida por el ICAIC la actriz Zulema Cruz, ilustrando dónde está para ella la consagración con que sueña cualquier artista. Cruz pertenece al elenco del programa “TN3” que conduce Carlos Otero para el Canal 41 - América Tevé de Miami, que según el bloguero Emilio Ichikawa tiene una programación “de alto contenido anticastrista”.
El Espejo, también de América Tevé, uno de los programas televisivos que politiza todo lo que sucede en Cuba y que ha intentado siempre provocar políticamente a los artistas que visitan Miami provenientes de La Habana le mostró los instrumentos a uno de los empresarios que promueve el intercambio cultural y en un cerco entre su conductor y un invitado que lo acusaba contantemente de colaborador de “la dictadura” , lo hizo calificar de “desafortunado” que Francis del Río pidiera en ese espacio libertad para los compatriotas que la mayoría de los cubanos considera héroes y están presos en EE. UU. “Es como ir a una sinagoga y hablar mal de los judíos”, dijo el empresario Hugo Cancio haciendo visible que comprende los límites.
Este lunes (15/09), previo a un concierto dedicado a la memoria del académico y jurista revolucionario Julio Fernández Bulté, en el teatro Lázaro Peña de la Central de Trabajadores de Cuba, ante estudiantes y profesores universitarios al que asistieron también miembros de la Unión de Periodistas de Cuba, el líder de Buena Fe, Israel Rojas, intercambió con blogueros cubanos sobre su próximo espectáculo en Miami. Relató los ataques y amenazas recibidos a propósito del evento y argumentó que no va allí en busca de dinero ni a hacer política sino a trabajar para quienes gustan de su música pero que tampoco va a renegar de sus convicciones para ello. El concierto del Lázaro Peña fue el mismo que hará en Miami y rinde un homenaje al cine cubano de manos de quienes ya forman parte de su banda sonora.
Escuchándolo decir que a su abuelo lo alfabetizó la Revolución, proclamar su admiración por Silvio Rodríguez y llamar a Fidel por su nombre de pila y no “Castro” es fácil comprender por qué a pesar de que su obra no es de loas hacia la realidad cubana sino todo lo contrario, tiene que ser carne de linchamiento en el altar mediático del anticastrismo. Pero lo que más y mejor habla de la relación de Israel con lo que significan su abuelo, Silvio y Fidel es oírlo decir que le gustaría hacer más espectáculos en Cuba, en espacios mayores donde puedan acudir muchos jóvenes pagando menos dinero y no como sucede en lugares -El Sauce, Salón Rosado de la Tropical y Don Cangrejo, son los que mencionó- donde la entrada cuesta más de cincuenta pesos y está al alcance de una minoría. La mayoría de los espacios donde podían hacerse espectáculos con más personas a menor precio, como los jardines de La Tropical, no están funcionando, según explicó. “Las empresas quieren hacer más dinero con menos esfuerzo”, declaró.
Volviendo a Miami, sin hacer ofrendas a la “sinagoga”, sin acudir a ningún programa del tipo de El Espejo, las entradas al concierto de Buena Fe -que distan de ser baratas- se están vendiendo bien y lo más posible es que se llene el Miami Dade County Auditorium, poniendo en evidencia el abismo que separa la ciudad real de la que aparece en los medios. Probando quién debe temerle a Internet y la tecnología, la promoción del concierto ha sido a través de las redes sociales, las webs cubanas y los medios de la Isla que son más atendidos en el Sur de la Florida de lo que parece.
Ante todo lo que está pasando, incluyendo los insultos que recibe en Facebook y a través del correo electrónico, le pregunté a Israel Rojas qué le diría a los que con amenazas y linchamientos mediáticos tratan de regular su comportamiento y respondió: “me radicalizan”. Ojalá los censores aprendan la lección pero la historia enseña que es pedir peras al olmo.
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