Por Elena Luz González Bazán *
EL PUEBLO TRABAJADOR MOVILIZADO
Aquel 17 de octubre no fue sólo un día, fue una gesta que se inició días antes en Rosario, provincia de Santa Fe, en la provincia de Tucumán, en el sur de la provincia de Buenos Aires; trabajadores, obreros y dirigentes que se llegaron hasta la tierra de los Quilmes, en la provincia de Tucumán, para iniciar el largo camino hacia la Plaza de Mayo. Fue un momento de debates, acuerdos, organización y una movilización no esperada por los factores de poder.
Este momento histórico fue protagonizado por hombres y mujeres. El 17 de octubre fue una asonada multitudinaria que irrumpió desde las entrañas de todo el territorio nacional, desde la zona sur. Los cordones industriales de sur, oeste y norte de la provincia, la Capital Federal, Rosario, Córdoba; desde el norte y centro del país, nadie faltó a la cita, jornadas de calor agobiante pero con un solo pensamiento: defender lo conseguido.
Las disímiles identidades del movimiento obrero en aquellos años: anarquistas, socialistas, comunistas, sindicalistas convergieron, algunos regresaron con el Perón en los sentidos, otros siguieron con sus identidades…
Esa mezcla de reclamos y de movilización irradiaron hacia la histórica Plaza de Mayo, lugar reservado, si los había…
Otra identidad apareció en el seno del Movimiento Obrero Argentino; eran los oscuros, los sumergidos, los ocultos, los olvidados, porque no estaban en ninguna consideración gubernamental o estatal, política o social, intelectual o cultural, más bien, eran la escoria de la sociedad. No sólo no tenían capacidad para la conducción sino que debían ser dirigidos y estaba prohibida su protesta. Eso sí, eran quienes producían la riqueza.
El encarcelamiento del entonces coronel Juan Domingo Perón les había significado que regresara la burla y el oprobio… las conquistas vayan a reclamarlas a Perón a Martín García, les decían sus patrones, mientras cercenaban lo conseguido…
Rebasar sus propias estructuras sindicales, ponerse en movimiento, concientemente, hizo emerger una identidad concreta, que existía, pero que estaba disimulada, escondida represivamente, para evitar que saliera a la luz, era la identidad de la clase obrera, porque una cosa son las identidades partidarias y otro distinta, diferente, esencial es la que tiene la clase trabajadora, donde abrevan todas las identidades y todos los pensamientos religiosos, no creyentes.
Esta identidad concreta, esta identidad se mostró en movimiento, eran las masas protestando, unos se reconocían en otros, todos tenían el mismo objetivo, esa identidad de las clases dominadas, humilladas, populares…
Esto implica que la identidad no es fija, es móvil, dinámica, sufre cambios, modificaciones, tiene contradicciones internas, lo que produce que sea una cosa primero y luego otra y todo al mismo tiempo. Por otro lado ¨La identidad de un objeto es temporal, relativa, pasajera; sólo el movimiento, el cambio es absoluto, constante¨ (1).
Esta nueva identidad es mucho más amplia y dinámica, está en correspondencia con las diferentes situaciones y contextos de una Argentina desconocida: los obreros rurales se mezclan con los industriales, las trabajadoras con las mujeres de campo, se congregan por conquistas obtenidas y por aspiraciones sentidas, todos, en definitiva son agredidos por el mote despectivo de: cabecitas negras…
Todo esta inmensa masa organizada y decidida se moviliza, se junta, conversa, discute y lucha… que jornada llena de dolor, alegría y esperanza.
En los días previos al 17 de octubre de 1945 y en aquella jornada histórica, la identidad de un pueblo apareció, se catapultó y rebasó los códigos impuestos por las clases dominantes. Estas no pudieron conservar el espacio público de la Plaza de Mayo, en realidad la perdieron… para recuperarlo debieron producir golpes de Estado, se dio una conjunción entre civiles y militares y de una u otra forma se las ingeniaron para reprimir la protesta popular…
El 17 de octubre fue una proeza nacional, histórica, irrepetible… la clase obrera, los trabajadores edificaron una nueva identidad política, muchos llegaron anarquistas y volvieron como peronistas… no es parte de este trabajo la discusión sobre si el peronismo existía antes del 17 de octubre. Lo que podemos afirmar es que jamás la identidad peronista, en aquellos años, perdió su más fuerte identidad como clase. Las pruebas están en la misma historia, en un largo proceso histórico donde los obreros y trabajadores peronistas y no peronistas, mancomunadamente, le dijeron no a mayor productividad en 1954, le dijeron no a las presiones de cualquier tipo, del mismo Perón y Evita, cuando se trató de la lucha más integral por sus derechos y conquistas. Pero que jamás dudaron cuando debieron emprender el camino de la Resistencia Peronista y pelear palmo a palmo los espacios que les intentaban arrebatar, sin perder la identidad de clase en general y política en particular.
¨Este día, el 17 de octubre de 1945, fue una jornada desbordada por las transgresiones, quebramientos y pariciones. Son los inesperados momentos que nos depara la historia, que sintetiza en un breve tiempo años duros de luchas: avances y retrocesos, triunfos y derrotas, sufrimientos y alboradas. Ese 17 fue un día de nacimientos, gestación que se inicia en el vientre de la clase obrera y el pueblo. Todo este proceso de rebeldía no comienza y estalla el 17 de octubre, sino mucho antes, cuando los trabajadores hacen caso a los rumores y vislumbran en hechos concretos, que la legislación laboral implementada y sus conquistas logradas en 1943 serán anuladas¨, afirma Juan Carlos Cena.
El 17 se inicia el 13 de octubre cuando se movilizan los obreros y trabajadores de los frigoríficos y el pueblo rosarino. Luego Tucumán y la oleada siguen convocando voluntades. Se trataba de resistir y hacer retroceder los intentos de abolir las conquistas logradas.
Buenos Aires, desde Berisso, Ensenada y La Plata se adentran en las tierras de los Quilmes, allende en Tucumán, desde ahí bajan hacia la capital de la República. Se levantan los obreros y trabajadores de Valentín Alsina, Avellaneda, Lanús, el sur se viste de protesta, el norte avanza, el centro penetra, todos se congregan en las puertas de la misma Capital Federal. En definitiva, sobrepasan a las policías de la provincia de Buenos Aires y la Federal, dejan sin poder de respuesta a los 12.000 efectivos apostados en Campo de Mayo. Todas estas fuerzas querían impedir su avance, pretendían cerrarles los accesos y puentes para imposibilitar el cruce, a la Capital de la República, de los trabajadores.
La clase obrera, los trabajadores, el pueblo, levantó los puentes y abrió los accesos, nada ni nadie opuso resistencia, los trabajadores avanzaron mientras el poder dominante discutía que hacer y debía retroceder.
Esa hazaña dejará sobre las entrañas de las clases dominantes un sabor amargo que durará una década, hasta el golpe y la represión. Asimismo, las luchas, peleas, confrontaciones están relacionadas con la necesidad de mantener las conquistas logradas. No permitir que sean arrebatadas, tanto en el terreno político, económico o social; esto es simple y concretamente la continuidad de viejas luchas que demuestran que todo lo logrado es producto de disputas anteriores, y no de concesiones o traspasos graciables.
El 17 de octubre representa los subsuelos de la Patria, pero es más contundente, cuando mirando retrospectivamente se puede admirar el alumbramiento de una cultura popular que emergió soberanamente. Se necesitaron décadas para diezmarla y sepultarla. Pero ella, siempre, se renueva, aparece, germina y se pone en movimiento. Una generación alimenta a la próxima, la transmisión oral, las enseñanzas quedan en algún recóndito lugar de la memoria colectiva y esta siempre, es fiel a la historia de los pueblos.
Notas:
(1) M. Rosental y P. Lundin - Diccionario político abreviado - Pág. 250.
* Historiadora, periodista, docente, delegada de base de UPCE, Comercio y Bancarios, y autora de "Mujer, Sociedad y Política" (2007), "30 de marzo de 1982 una gesta olvidada" (2012) y de trabajos de investigación, informes y otros sobre movimiento obrero.
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