Por Carlos del Frade
(APe).- -Les vamos a matar hasta la simiente- fue la frase con ribetes cinematográficos y mafiosos que, según fuentes policiales, dijo uno de los llamados líderes del grupo narco mayorista conocido como “Los Monos”, surgido alrededor de la familia Cantero, en la zona sur de Rosario. Se refería a la familia Bassi, de Villa Gobernador Gálvez, la ex ciudad obrera, portuaria y ferroviaria que está al sur de la cuna de la bandera apenas separada por el arroyo Saladillo, tal como Avellaneda se ubica con respecto a la Capital Federal, cruzando el Riachuelo.
Uno de sus integrantes, Luis “el Pollo” Bassi, está imputado de haber sido el autor intelectual del asesinato de Claudio “el Pájaro” Cantero, producido el 26 de mayo de 2013, jefe máximo de los ya mencionados Monos. La banda que impuso un “gobierno de facto” en varios barrios de la zona sur rosarina, según la profunda y simple definición de la resolución del juez provincial Juan Carlos Vienna, severamente cuestionado en las últimas semanas, no por lo que hizo y produjo, sino por ciertas compañías. En esa causa se avisa que el poder de los Cantero, el poder de Los Monos tuvo su desarrollo durante la construcción del casino rosarino, el más grande de América Latina, propiedad de Cristóbal López, uno de los empresarios más relacionados con el kirchnerismo. En esos meses que fueron desde 2005 a 2006, los Cantero se convirtieron en los responsables de relocalizar a decenas de familias en un fragmento del mapa del barrio Las Flores. Desde entonces crecieron en “el negocio de la violencia” -como también apunta la causa Vienna- y ampliaron sus rubros hasta convertirse en el principal grupo narco de la región.
Alguien o algunos convencieron al “Pollo” Bassi que podía cargarse al “Pájaro” Cantero a pesar de no tener ni por asomo el poder de fuego y económico de Los Monos.
El miércoles 22 de octubre, el padre del “Pollo” fue cosido a balazos, tal como había ocurrido con dos de sus hermanos, Leonardo y Maximiliando, en diciembre de 2013 y febrero de 2014.
La maldición del “Guiye” Cantero, aquella que se menta en los tribunales provinciales rosarinos, parecía encarnarse en la dura realidad del Gran Rosario.
A pesar de los 36 detenidos de la banda, en caso de confirmarse el origen de la balacera, queda confirmado que el poder de fuego de los Cantero no parece haber sufrido mucha mella.
El asesinado de Luis Angel Bassi, entonces, se convirtió en el homicidio número 200 en lo que va del año en Rosario. A pesar de los gendarmes, los planes de apertura de calles y varias nuevas máscaras con que se decora a la vieja Santafesina SA, las armas están allí, al alcance de la mano de miles de habitantes de la segunda provincia argentina.
El crimen del padre del “Pollo” se dio a menos de cuarenta y ocho horas de la asunción del gendarme Gerardo Chaumont como secretario de Seguridad Pública de Santa Fe. Chaumont fue denunciado en 2004 por haber participado de un negocio poco claro en torno al polígono de tiro cercano al edificio Centinela en Capital Federal y por sancionar a un camarada suyo que informó sobre la corrupción de algunos gendarmes que vendían los cigarrillos de contrabando que previamente habían sido incautados.
El gendarme acaba de decir que quiere militarizar a La Santafesina SA. "Admito que es un concepto que podría ser mal interpretado, porque el militar es alguien que tiene un enemigo al que debe matar y no es el caso de la policía. Yo hablo de otra cosa, de darle un sentido moral a la policía, de respeto al ciudadano, al superior y también al subalterno.
Es darle verticalidad a la fuerza y también un sentido ético: no puede ocurrir que un agente que está en la calle para darle seguridad al ciudadano esté masticando chicle, fumando, hablando por teléfono o mirando a las mujeres que pasan. Ese policía debe estar cuidando a la gente. Si revertir esa cultura policial es militarizar a la fuerza, eso es lo que hay que hacer. Es lo que vamos a hacer", sostuvo Chaumont.
Agregó que "el control político que se ejerce sobre la policía no va a cambiar y en esto no hablo sólo del que aplica el gobierno, sino también el de la ciudadanía a través de sus denuncias y de la actividad de la prensa. Lo que sí va a cambiar son todas las estructuras internas de la policía para darle la mayor eficiencia. Se ha reestructurado la cadena de mandos. No hay injerencias externas: el que manda es el jefe de policía sin otros factores que interfieran", apuntó el flamante secretario de Seguridad de la provincia de Santa Fe.
Mientras tanto, en los barrios del Gran Rosario y Gran Santa Fe, las armas y las bandas narcos continúan con su doble ciclo, económico que se disfruta en los centros de las grandes ciudades y que nunca son allanados, por un lado, y, dramático, por otro, porque la sangre joven sigue multiplicándose en los arrabales.
-Les vamos a matar hasta la simiente- fue la sentencia.
Frase que sintetiza una condena que parece mucho más contundente y real que “el control político” o la “militarización” de la policía provincial.
Tan real como la necesidad de recuperar un cachito de paz, justicia y tranquilidad para miles y miles de habitantes de las grandes ciudades de la provincia de Santa Fe.
Fuentes: Diarios “La Capital”, “Rosario/12” y “El Ciudadano”, del jueves 23 de octubre de 2014; entrevistas propias; diario “La Capital”, viernes 24 de octubre de 2014.
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