Por Luis Ernesto Ruiz Martínez
La Asamblea General de Naciones Unidas ha sido testigo, una vez más, de que Cuba no está aislada en este mundo nuestro. Nuevamente la inmensa mayoría de ese órgano, 188 países, han votado a favor de poner fin al injusto bloqueo económico, comercial y financiero que por más de 50 años han impuesto a Cuba los sucesivos gobiernos de Estados Unidos. Solo dos países -Estados Unidos e Israel- apoyaron esta política, y otros 3 se abstuvieron -Islas Marshall, Micronesia y Palau-.
Las intervenciones de los bloques integracionistas fueron contundentes demostraciones del apoyo que la isla se ha ganado con su actuación todos estos años. No es casual que tantos se opongan a esta genocida política que el gobierno de Estados Unidos intenta justificar año tras año. La solidaridad no se puede bloquear y mucho menos ocultar. Lo que Cuba ha conquistado no ha sido llamando al mundo para que lo vea, sino para sumarse a nuestro empeño por compartir lo poco que tenemos.
Es lamentable que el representante de Estados Unidos en la ONU haya desaprovechado la oportunidad de cambiar la historia y actuar por primera vez de forma digna. Sería demasiado esperar que el discurso no hubiera sido el mismo de siempre. Es evidente que Obama no quiere escuchar el reclamo internacional y seguirá propiciando que su país se siga aislando irremediablemente. La historia se encargará de pasarle factura.
La aprobación de esta Resolución, como bien sabemos, no implica el fin del bloqueo pero sigue dando señales de que el mundo alza su voz en pleno para oponerse a la intromisión en los asuntos internos. El bloqueo dejó de ser, desde su surgimiento, una medida que afecta solo a Cuba para ocasionar graves perjuicios a terceros países que ven afectadas sus relaciones económicas y financieras con la isla.
Mañana, cuando regresemos a la calles veremos en cada esquina las huellas del bloqueo. Muy poco cambiará, excepto la convicción de que nuestra gente en Cuba seguirá haciendo lo que le toca para seguir adelante. Ojalá más temprano que antes esa arcaica medida quede en el olvido.
Los daños ocasionados por el bloqueo van mucho más allá de los más de un millón de millones de dólares que se han podido contabilizar. Es imposible calcular el sufrimiento de quienes han perdido a sus familiares por falta de un medicamento fabricado en Estados Unidos. Por ahora el bloqueo seguirá siendo la muestra más evidente de ceguera política. Mientras tanto, nuestros compatriotas seguirán alzando la frente para poder ver la luz en el horizonte.
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