Por Claudia Korol
Tu aparición nos tomó de sorpresa, Luciano. Ahí estás. Tu cuerpo denuncia todavía. Tu cuerpo de pibe joven, pobre, rebelde. De pibe que se atrevió a hacer lo prohibido:negarse a servir a la yuta. Que no cambió dignidad por tranquilidad, que no cambió su gorra por “la gorra”. Que no cambió su vida por la vida de otros pibes.
Ahora que habitamos un tiempo en el que todo se puede cambiar en el mercado de valores… vos, Luciano, volviste a enseñarnos la inmensidad del coraje de pronunciar un No.
Y ahí estás…compañero. Enterrado como NN. Volviéndote -por ese absurdo de la historia- uno más de nuestros compañeros y compañeras, de los 30.000 que alguna vez fueron también enterrados o tirados al río como NN, y que en honor a sus luchas y no a sus muertes hoy son camino, memoria, fueguito. Como ellos y ellas vos, Luciano,salís de la tierra con tu cuerpo machacado para denunciar, y así ser también camino,memoria, fueguito. Todo eso y también testimonio de que algunos y algunas de los que forman parte de la defensa histórica de los derechos humanos, dieron un paso al costado en la defensa de los NN de este tiempo, de los pobres, de los jóvenes, de los olvidados, de los rebeldes.
Te recordamos, Luciano, como nos pidió Vanesa, tu hermana valiente, bella y gigante: “como un negro, villero, argentino, que se negó a robar para la policía”. Te recordamos con un dolor que nos desgarra la vida que nos queda.Porque tu cuerpo golpeado por la yuta nos sacude hasta el grito. Porque tenías muchos No que decir todavía. Porque tu ejemplo es necesario para estos pibes y pibas que crecen sin ejemplos. Porque tu sonrisa es como una cachetada al centro mismo del poder. Porque da rabia perder pibes. Porque da bronca tanta impunidad. Porque indignan los centímetros de noticias gastados en ocultar y mentir sobre lo sucedido. Porque desespera que sean tus huesos los que tengan que decir lo que el poder blanco burgués adulto no investigó.
Porque ahí estás, Luciano, mirando nuestras lágrimas y nuestros gritos. Mirando a tu vieja, que siguió el camino de tantas madres buscando hijos e hijas. Mirando a tu hermana, que hoy habla por muchos y muchas jóvenes de nuestras barriadas. Mirando a nosotras, a nosotros, que quisimos cambiar al mundo para que no se siguiera matando a pibes como vos, y que a la vuelta del camino, vemos todo lo que hay que inventar e intentar de nuevo. Vemos todas las luchas que nos falta ganar. Y quisiéramos contar para esas luchas con vos, vivo y rebelde, pobre y entero.
¿Qué decirte, Luciano? Con estas lágrimas y con este dolor, escribiremos un nuevo compromiso. Diremos todos los No que sean necesario. No olvidaremos tu sonrisa. No transaremos con la yuta. Haremos de la rebeldía plebeya nuestra bandera y nuestro fuego. Enseñaremos tu ejemplo, Luciano, de pibe que no arruga frente al poder. Y no nos rendiremos. Como dijo alguna vez Darío, desde otro barrio pobre, desde otro piquete: Ni muertos nos detendrán. Ni muertas.
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