Por Manuel E. Yepe *
Foto: Virgilio Ponce
Existen fuertes indicios de que el grave brote de ébola que hoy enfrenta la humanidad no proviene del África Central sino que esta vez surgió de una nueva cepa de la enfermedad desarrollada en laboratorios de guerra biológica del gobierno estadounidense, inyectada a seres humanos en pruebas de campo realizadas por su Departamento de Defensa poco antes de desatarse el brote actual.
Eso dice en un ensayo el destacado periodista investigador Paul Craig Roberts, ex Secretario Adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan y ex editor asociado del Wall Street Journal, y esa es también la conclusión a que llegó un grupo de 30 médicos y otros científicos publicada en el sitio web de la New England Journal of Medicine. Ese es igualmente el criterio expresado por el doctor Cyril Broderick, profesor de la Universidad de Delaware oriundo de Liberia, fuerte crítico del papel de las grandes corporaciones farmacéuticas.
El gobierno estadounidense tiene largo historial de utilización de seres humanos incautos para experimentos y estudios sobre los efectos de las enfermedades y su curación.
Un dato interesante que aporta Roberts es que había quienes tenían aviso anticipado de que iba a haber un brote de ébola. El New York Daily News informó que una empresa de aviación basada en la capital de Arizona, la Phoenix Air, dispone de un avión equipado especialmente para el transporte de pacientes de ébola y el vicepresidente de la compañía dijo que se requirieron dos años y medio para equipar y poner a punto ese avión. Se recuerda que el primer brote de ébola comenzó hace apenas seis o siete meses.
Francis Boyle, un profesor de derecho de la Universidad de Illinois, que se ha destacado por sus denuncias sobre falacias de Washington, ha recordado que Sierra Leona y Liberia, las naciones más afectadas por el brote de ébola, son los dos países de África occidental donde el gobierno de Estados Unidos opera laboratorios especializados en experimentos de guerra biológica. El profesor Boyle se pregunta, además, cómo es posible que una enfermedad descubierta en Zaire, pudo llegar a África occidental, a tres mil quinientos kilómetros de distancia.
Las autoridades sanitarias estadounidenses no han impuesto cuarentena alguna en los viajes a Estados Unidos procedentes de los países infectados. Las aerolíneas estadounidenses siguen volando a y desde los países infectados pese al riesgo que ello implica de introducir de nuevas infestaciones en su país, hace notar Craig Roberts. Los países africanos están haciendo un trabajo mucho mejor que la superpotencia hegemónica. Han cerrado sus fronteras, impedido viajes aéreos y rastrean personas infectadas y aquellas expuestas a infectarse.
Craig Roberts lamenta que, en lugar de tomar precauciones razonadas, Washington haya nombrado a un “zar” (un abogado que fungió como jefe del despacho del vicepresidente Biden y no un médico) para encabezar todo lo relacionado con la crisis del ébola y que, en vez de médicos, esté enviando 4.000 soldados a las áreas donde bate la enfermedad.
El miércoles 15 de octubre, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), de EE. UU., confirmó un segundo caso positivo de ébola en esa nación. Era una enfermera de un hospital de Dallas, que esperaba ser transferida a uno de los cuatro hospitales del país que cuenta con una unidad de aislamiento del más alto nivel para un adecuado manejo de los casos con ébola. La enfermera, que tuvo contacto directo y extenso con el primer fallecido, estuvo solo bajo "observación", pero nunca fue aislada ni estuvo en cuarentena, por lo que pudo viajar a Cleveland en avión el 13 de octubre. El CDC está trabajando ahora en la identificación y localización de todas las personas que pudieron haber viajado en ese avión.
Este caso ha generado un intenso intercambio de acusaciones recíprocas luego que el CDC y otras autoridades culparan a la enfermera infectada de no haber cumplido debidamente el protocolo de protección y el sindicato nacional de enfermeras (NNU o National Nurses United) denunciara que "nuestras enfermeras no están protegidas y no están capacitadas para tratar a pacientes con ébola o para el manejo de cualquier otra pandemia. (…) Los protocolos para el manejo de casos con ébola que debían haberse seguido en Dallas no fueron implementados y no lo están en ninguna parte de Estados Unidos".
Mientras tanto, las más diversas teorías de conspiración acerca del origen de la epidemia se extienden más rápido que el mismo ébola.
“Y las conspiraciones podrían ser ciertas”, subraya el periodista y pregunta: “Así como los republicanos quieren privatizarlo y todo subcontratarlo, ¿por qué no cerrar Washington y subcontratar nuestro gobierno a un país más competente?”, concluye Paul Craig Roberts.
* Periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana y miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.
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