Por Norelys Morales Aguilera
Con toda responsabilidad comprendo, la necesidad de los cubanos y de los mismos norteamericanos sobre una mejoría sustantiva de las relaciones entre ambos pueblos y gobiernos. Sería extraordinario el desarrollo de relaciones de buena vecindad y en cumplimiento de las normas internacionales.
Sin embargo, el planteo de ser amigos con Estados Unidos deja muchas dudas cuando el Imperio que lidera hoy Barack Obama, un hombre negro cuyas expectativas en su propio país están muy por debajo de las aspiraciones de ese pueblo, así como las agresiones que por el llamado "poder suave" trajo más calamidades a este mundo con problemas globales, que sobrepasan a las pretensiones de excepcionalismo y gendarme internacional, que practica la nación norteamericana. Nada más gráfico que el espionaje masivo al que ha sometido a sus supuestos socios para confirmar que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses.
Respecto a Cuba, el liderazgo estadounidense ha dejado claro que su política de hostilidad no funcionó y, que ha cambiado de método y no de meta, o sea, derribar el gobierno revolucionario por otras vías, mientras halló en Venezuela su nuevo enemigo en el hemisferio y apoya la desestabilización en gobiernos democráticos, que se salen de sus esferas de influencia y determinaciones.
El bloqueo es un serio obstáculo al desarrollo de la Isla, aunque es muy atendible que la actualización del modelo económico comienza a repuntar positivamente, Obama no ha podido eliminar la cárcel torturadora de Guantánamo, base que sostienen contra la independencia cubana y la élite norteña mantiene los fondos para la subversión, entre otros tópicos que indican el complejo escenario de las negociaciones y lo complicado que será el desmontaje de todo lo desarrollado para barrer la Revolución Cubana.
De esa política fracasada aún abundan personeros en Estados Unidos y nadie garantiza que no existan planes para el minado desde adentro del proceso revolucionario, mediante sus estrategias de violencia enmascarados en sus proyectos de los llamados golpes blandos, cuando alientan, financian y dirigen a sus mercenarios en la Isla.
¿Honrará Washington los compromisos que el restablecimiento de relaciones diplomáticas supone sin convertir en un nido de ratas la sede en La Habana? Nadie lo puede garantizar porque muchas veces desde el centro del imperio se dice una cosa y se hace otra. Abundan ejemplos como sucedió en Libia y hacen en Siria, agrediendo en nombre de la "democracia y la libertad". De ahí suponer que estaremos durmiendo con el enemigo.
Pero, de algo sí hay garantías, y es que el gobierno cubano y su pueblo van a honrar los compromisos contraídos, mientras continúan llegando los "nuevos descubridores" de la Isla, no sé qué tan para bien o qué tan para mal.
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