Por Carlos del Frade
(APe).- Mi papá cortaba la tierra de las macetas con un cuchillo. Eran los domingos de lluvia melancólica y entonces la amenaza era concreta: se podía suspender el partido y nos quedaríamos sin nuestro rito de ir juntos a la cancha. Lo hacía en silencio pero convencido que servía. Él necesitaba ir a ver a su equipo porque así se lo dictaba el corazón y la cabeza. Aunque desconfiaba de los arreglos y el poder permanente de los equipos grandes, él creía en cierta pureza que emergía de la rebeldía permanente de la pelota y los once muchachos que se ponían los colores amados.
Hoy, cuando los grandes medios de comunicación descubren todo aquello que les pasaba por delante de sus ojos durante décadas, cuando las noticias escupen el cinismo y los negocios que se hacen desde la manipulación de esa fenomenal pasión que despierta el fútbol, el recuerdo de aquellas operaciones mágicas de mi papá marcan la distancia entre lo original y el presente.
Lo hipócrita reside en posar de sorprendidos. Que los negocios de la FIFA y la AFA generen una supuesta indignación.
En la década del setenta, Dante Panzeri, escribió un libro cuyo título sintetiza todo lo que hoy vomitan las grandes empresas periodísticas sobre el fútbol: “Burguesía y gangsterismo en el deporte”.
De aquella época es también un excelente artículo titulado “El atrofiado hipertrofiado”, donde describe el entramado de relaciones de distintos factores de poder que iban tragándose la esencia, no solamente del fútbol, sino también del deporte en general.
Dice Panzeri: “Mundialmente, el deporte es una logia secreta. Una secta socialmente contrabandista sin eludir Aduanas. Una secreta logia con apariencia de universalizada apertura a las leyes ordinarias de la sociedad. Un neocuatrerismo ajustado al Derecho. Una chantocracia chantajista”, apunta el periodista nacido en Las Varillas, en la provincia de Córdoba, cerca del límite con Santa Fe.
Agregaba que “esa logia llamada El Deporte (que en algunos casos llega a ser auténtico y todavía puro en medio de una generalizada corrupción de su esencia primitiva) no es otra cosa que una suma multitudinaria de organizaciones civiles de lícita apariencia; para ejercer, subrepticiamente, actividades tan ilícitas o tan repulsivas a la igualdad de los derechos humanos, como las que seguidamente se enumeran como las más conocidas, todas, por supuesto, colocadas bajo el estandarte de la recreación, la salud física y la felicidad de los pueblos:
1) La extorsión o el chantaje a los Estados.
2) La burguesía y el privilegio más aberrantes a los comunes clamores de igualdad social de los pueblos (indistintamente en los países capitalistas, como en los comunistas, o los llamados terceristas).
3) El adoctrinamiento de las masas populares en el insólito derecho a lo prohibido, no obstante haberse institucionalizado al deporte como escuela de civismo.
4) El pragmatismo de lo vedado por lo moral, en aras de lo apetecido por lo material.
5) La parasitología humana como carga de la sociedad, sin mediar jamás expresa aprobación de la sociedad para financiar esa imposición de tales castas burguesas que argumentan “obrar socialmente”.
6) La actividad política comparable a las agrupaciones específicas, tanto donde éstas están permitidas, como donde están proscriptas por las leyes.
7) Los más impunes delitos en punto a dolo, defraudación, estafas o drogadicción, con el amparo de la inocencia admitida en quien delinque en cumplimiento de mandatos societarios siempre anónimos, por masificados que son los pronunciamientos de las asambleas, en los cuales se escudan aquellos delitos para impunidad de sus verdaderos autores.
8) La venalidad y la prostitución de los periodistas supuestamente preceptores de la conducta ciudadana, incorporados en crecido número al núcleo accionario de aquella secta parasitaria en todo el mundo.
9) La difusión, primero; el estímulo, luego; y por último la más abundante información pública respecto de la drogadicción, hoy llevada a extremos de suicidio.
10) El soborno, el cohecho, la incentivación ilícita de las motivaciones competitivas, según lo exigen interese de asociados paralelos, o de organizaciones gangsteriles copartícipes de los intereses deportivos”, apuntaba el autor de “El fútbol, dinámica de lo impensado”.
Cuando hoy la televisión, la radio, los diarios y las redes sociales aturden con las denuncias de corrupción sobre el fútbol y sus alrededores, me acuerdo de aquella inocencia de mi papá cortando la tierra de las macetas para cortar la lluvia y poder ir a la cancha.
Qué lejos está aquella pasión, aquel sentimiento, de estas hipocresías permanentes, donde el fútbol, hace rato, nos convirtió en mayorías goleadas mientras que las minorías que lo manejan lo usan para lavar dinero y manejar políticamente a pueblos enteros.
Fuentes: Diarios argentinos del martes y miércoles, 23 y 24 de junio de 2015; y artículos de Dante Panzeri.
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