Por Iroel Sánchez
En febrero de este año 2015 la Subsecretaria de Estado norteamericana Roberta Jacobson intervino ante el Senado estadounidense acerca de la nueva política de su país hacia Cuba. Ella afirmó entonces que las medidas aplicadas por su gobierno tras el acercamiento diplomático con Cuba: "permitirán que las compañías de Estados Unidos amplíen el acceso a las telecomunicaciones y a Internet dentro de Cuba. La política de Estados Unidos dejará de ser una barrera a la conectividad en Cuba."
Y si uno lee la prensa estadounidense y los numerosos medios que la replican en todo el planeta pareciera ser cierto. Como ha explicado Noam Chomsky, allí "se lo describe como un esfuerzo noble y heroico de ayudar a Cuba a escapar de su aislamiento y unirse a la comunidad internacional, y avanzar hacia la democracia y la libertad", más aun cuando se refieren al terreno de las telecomunicaciones.
Ciertamente, es ese es el único campo en que las medidas anunciadas por la administración Obama a mediados de enero no tienen aparentemente peros; sin embargo el entorno de las regulaciones del bloqueo en que esas medidas para facilitar las telecomunicaciones cubanas deben aplicarse sigue constituyendo "una barrera a la conectividad en Cuba".
A raíz de un acuerdo entre la empresa estadounidense Sprint y la cubana ETECSA para el servicio de roaming -que permite a viajeros de un país continuar utilizando los servicios llamadas, mensajería y datos de su número de teléfono móvil al visitar el otro- se dio a conocer un comunicado de esta última que indica que "las regulaciones del bloqueo han impedido el comienzo de los servicios de ETECSA y Sprint en la fecha acordada y el adecuado desarrollo de esquemas de negocios en materia de telecomunicaciones que cuentan con la aprobación del gobierno de Estados Unidos, debido a que no se pueden realizar transacciones con bancos norteamericanos y los bancos de otros países temen a las sanciones que puedan recibir por realizar estas operaciones".
Las estratoféricas multas impuestas por el gobierno de EE. UU. este mismo año a bancos de Alemania y Francia por realizar transacciones financieras cubanas violando medidas del bloqueo que impiden a la Isla el uso del dólar obstaculizan la implementación de cualquier acuerdo. El canciller cubano, Bruno Rodríguez, informó la semana pasada en la ONU que el primer pago de de la compañía Sprint para iniciar las llamadas telefónicas directas entre ambos países fue retenido y no llegó a Cuba a partir de lo indicado por el gobierno norteamericano.
Por esas razones, otro acuerdo también reciente de roaming de ETECSA con otra empresa norteamericana, Verizon, es aún más complicado que el alcanzado con Sprint y opera a través de gestores de telecomunicaciones de terceros países, encareciendo aun más los costos para los clientes en ambas naciones.
En el caso de Sprint, se ha anunciado que aunque los enlaces serán directos los servicios comenzarán una vez se hayan concluido las pruebas técnicas y resuelto detalles de las operaciones financieras y que los pagos por estos servicios continuarán realizándose a través de bancos de terceros países y en una moneda distinta al dólar estadounidense.
Lo absurdo es que a diferencia de otros aspectos del bloqueo que sí requieren la intervención del Congreso, autorizar el uso del dólar estadounidense en las transacciones financieras internacionales de Cuba, consentir que estas transacciones se realicen a través del sistema bancario de EE. UU. y posibilitar a entidades cubanas (bancos, empresas, etc.) abrir cuentas corresponsales en bancos de EE. UU. son acciones que están al alcance del presidente Obama sin necesidad de aprobación legislativa.
Aspectos como esos son los que han llevado a que, por vigésimo cuarta ocasión, la Asamblea General de la ONU haya condenado la pasada semana el bloqueo de EE. UU. contra la Isla sin abstenciones y con la única oposición de la Casa Blanca e Israel porque, más allá de las palabras, la política de Estados Unidos continúa siendo una barrera a la conectividad y a toda la actividad económica y social en Cuba.
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