Por Alberto Pinzón Sánchez
Dos acontecimientos políticos ocurridos en la escena política colombiana en los últimos días; las elecciones del 25 octubre pasado, y el perdón “dado” por JM Santos por los hechos militares en el palacio de justicia de Bogotá en noviembre de 1985, muestran lo lejos que nos encontramos los colombianos de la verdad verdadera.
O mejor, cómo la “contrainsurgencia dominante” sigue imponiendo su verdad oficial, mediante la vieja astucia del poder condensada en la cínica frase de “si no puedes convencer a tu enemigo, confúndelo”, que consiste en meter aspectos distintos de la realidad en un mismo saco o costal mediático, para hacer un “sancocho” irreconocible y fácilmente digerible:
Uno, si se analizan las verdades jurídicas, las verdades, históricas de la comisión investigadora, las verdades mediáticas, las verdades militares, la de Noemí y de Belisario, y las verdades de las victimas del Palacio de Justicia 10/85, como lo hace el historiador Renán Vega Cantor, pues se concluye que el Presidente JM Santos pidió perdón por la confusión creada por el Estado para ocultar la terrible verdad de aquel insuseso genocida. (http://www.es.lapluma.net/index.php?option=com_content&view=article&id=7354:2015-11-07-21-25-58&catid=116:debates&Itemid=490)
Y Dos, si se mira el aspecto electoral que acaba de pasar, la confusión aún es mayor, sobre todo en la llamada izquierda, que está en espera de que aparezca el análisis electoral autocrítico que desentrañe la verdad que contiene el esquema binario contrainsurgente impuesto, de simplificar, dividir y encajonar entre izquierda y derecha, el complejo mundo de las ideas políticas que interpretan la realidad que las sustenta, para oscurecer identidades y hacer pasar unas por otras impidiendo el debate fructífero entre ellas, y continuar con el “gatopardismo” que caracteriza el ilusionismo de la ideología dominante.
Pues lo que se ha visto dentro del concepto gaseoso y paralizante impuesto por la falsimedia de “la derrota de la Izquierda”, es la confusión deliberada de incluir indistintamente en ese gran universo llamado etéreamente “izquierda”, a la movilización social y popular independiente junto con los grupos políticos que han concurrido a las elecciones realizadas por el régimen para su legitimación y que tienen entre sí diferencias burocráticas enormes, hasta antagónicas, como los Verdes, el Progresismo, el Petrismo, el Rojaspinillismo, la Izquierda Liberal, la social - democracia, el MOIR, la Unión Patriótica, el Partido Comunista Legal, el social - conservatismo, el Polo Democrático con todas sus fracciones, etc.; grupos electorales que, además, se resisten a realizar para sus bases una verdadera autocrítica necesaria sobre los exiguos resultados electorales obtenidos con todas sus alianzas y contra - alianzas “programáticas” realizadas, achacando la adversidad a fuerzas externas. Por ejemplo, cómo se expulsó al Partido Comunista Legal del Polo Democrático por haberse aliado con la Marcha Patriótica (según la dirección polista brazo desarmado de las FARC) para luego hacer alianzas electorales no solo con los Comunistas del Partido Legal, sino con la Unión Patriótica y solicitar oportunístamente los votos del movimiento Marcha Patriótica.
O también (con la excepción de Iván Cepeda) considerar el proceso de paz de La Habana de manera “neutral” tomado distancia de Santos y de las FARC, para apoyarlo solamente en declaraciones de prensa, cuando era y ha sido siempre un asunto esencial, estratégico y de trascendental importancia para el devenir del campo democrático y popular, y de las movilizaciones sociales por la paz y el post acuerdo que están por venir, como lo está demostrando JM Santos al nombrar de “contentillo” al derrotado candidato Liberal Pardo Rueda como superministro burocrático para el llamado Post-conflicto, en remplazo del general Naranjo.
Pero no solo negarse a realizar un verdadero balance autocrítico que eduque a sus electores, sino seguir insistiendo arrogantemente que el desempeño electoral del arcoíris izquierdista fue el summum del triunfo de una larga estrategia de cerca de 50 años de una política electorera de alianzas ejecutada correcta y acertadamente que hoy le permite al senador Robledo “desde su histórica altura revolucionaria”, continuar con su neutralidad política hasta llegar a equiparar al Estado con la insurgencia que ha resistido durante 7 décadas el terror estatal y permitirse decir en la entrevista que le hace el periódico El Tiempo (09/11/2015) que; “las FARC se han equivocado durante medio siglo”, bueno, también el Estado un poco, mientras que su propia política electoral de alianzas y contra alianzas “programáticas” ha sido durante todo ese medio siglo, un gran acierto, que lo lleva a concluir la entrevista con esta verdad de la izquierda humilde que representa: (…) “Los elementos básicos de la izquierda para avanzar en la solución de las necesidades de la nación colombiana, se lo resumo en cuatro cosas: defender el trabajo, la producción, incluida la empresarial; la democracia auténtica (sin violencia, sin clientelismo y sin corrupción) y las relaciones internacionales en donde todas las partes ganen, o sea que Colombia no entre como un estado vasallo. Si usted medita sobre eso, muy pocos colombianos no cabrían en esas ideas. Si no es de esa amplitud, no me interesa (….)
La verdad es que “una de las necesidades de la nación colombiana” obviadas por el senador Robledo en la respuesta mentada, es la de la verdad de lo acontecido de todos estos 70 años largos de conflicto contrainsurgente que la han asolado y sin la cual, "la nación colombiana" no podrá avanzar.
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