Por Marco León Calarcá
El próximo 19 se cumplen 3 años del inicio de tareas de la Mesa de Conversaciones en La Habana, veníamos del intercambio de mensajes, de las reuniones preparatorias, de 6 meses del Encuentro Exploratorio cuyo logro es el Acuerdo General de La Habana, guía de los diálogos, de la instalación en Oslo o ahí cerca. Y ese lunes iniciamos esta etapa que debe conducirnos, ese es el propósito, al fin del conflicto armado.
Desde siempre hemos privilegiado el diálogo como forma de solución. El compromiso con el objetivo de paz con justicia social, democracia plena y soberanía es total y en todas nuestras intervenciones lo hemos plasmado, igual decimos con claridad que ese actuar incansable no debe confundirse con debilidad.
Aquel 19, en su primer pronunciamiento, la Delegación de Paz anunció la decisión de declarar una tregua unilateral por 60 días, gesto de desescalamiento, cuando aún no se hablaba de ellos, en la necesidad de generar un ambiente positivo para el desarrollo de las conversaciones y evitar más víctimas, todas duelen pues son parte de nuestro pueblo.
La Mesa ha ido superando, uno a uno, todos los obstáculos, algunos sembrados por quienes se lucran de una u otra manera de la guerra, el afán de sectores del establecimiento de desconocer la bilateralidad del proceso, el sueño del sometimiento, los plazos fatales, la desconfianza, la falta de compromiso con la necesaria pedagogía de paz por parte del gobierno, el deficiente papel de los medios de comunicación, las varias crisis de La Mesa, unas públicas y otras no conocidas por la opinión.
Algunos escollos quedan, al igual que los riesgos de otros, pues sectores minoritarios pero poderosos no comparten el sentir de las mayorías ni el anhelo popular de paz.
Visto en la distancia del tiempo, el recorrido del proceso es decididamente positivo.
Pese al hostigamiento, la tregua unilateral de las FARC - EP se consolida y la población siente su influjo benéfico; es cierto no se logra, aún, el cese bilateral de fuegos, pero nadie duda de su necesidad.
Hay todavía escollos inmensos como el desmantelamiento del paramilitarismo que reverdece, llegar a consenso sobre la refrendación, las salvedades o pendientes en los acuerdos parciales, cerrar el tema de víctimas para lo cual es imperioso el acuerdo sobre la Jurisdicción Especial para la Paz, que el gobierno quiere desconocer, pero se encontraran las formas para superarlos satisfactoriamente para las partes y sentar las bases de la patria justa y en paz.
Factor esencial en la consecución de un eventual acuerdo final es aunar esfuerzos y voluntades de todos y todas, las partes de La Mesa, el pueblo y sus organizaciones, hombres y mujeres de todos los oficios, ocupaciones y edades, indígenas, negritudes y mestizos, comunidades basadas en la fe y no creyentes, todos los sectores sociales.
En el mundo, en medio de sus crisis, hay una gran expectativa por el desarrollo positivo de este proceso, manifiesta principalmente en Nuestra América, a ella se suma la enorme esperanza en todos los rincones de Colombia en particular de los pobres de la tierra.
Construir la paz y recibir sus benéficas consecuencias es posible, hagámoslo.
Nota: Las guerras son responsabilidad de los poderosos, solidaridad para con las víctimas que producen.
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