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Por Manuel E. Yepe
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En reciente entrevista con CNN, el ex primer ministro británico Tony Blair se disculpó tímidamente por su responsabilidad en el lanzamiento de la invasión a Irak en 2003. "Pido disculpas por este hecho, que se basó en una errónea información de inteligencia", dijo Blair con semblante contrito. "Puedo ciertamente pedir también excusas por algunos de los errores en la planificación y por nuestro erróneo entender de lo que sucedería una vez que elimináramos el régimen... Pero me resulta difícil pedir disculpas por la eliminación de Saddam". Sólo tenuemente admitió que existen "elementos de verdad" en la aserción de que el ascenso de Estado Islámico puede atribuirse directamente a aquella invasión de Irak.
Al respecto, la escritora Melissa Dykes escribe en The Daily Sheeple que “Es patético considerar que Blair trató de presentar la invasión de 2003 como respuesta a una crisis circunstancial, siendo en verdad resultante de algo que él personalmente discutió con el Presidente George W. Bush en su rancho de Crawford un año antes de la invasión, como lo atestigua un memorándum filtrado con posterioridad”.
El Telegraph, indica que los familiares de los soldados que murieron en Irak han recibido con repugnancia la “disculpa” de Blair. “Este señor debía confesar que se equivocó y pedir disculpas con las manos en alto”, dice el diario londinense al recordar que “en esta guerra murieron 179 combatientes británicos y 3.500 fueron heridos, sin mencionar los cientos de miles de iraquíes inocentes, mujeres y niños que perdieron la vida".
Estas cifras difieren según la fuente. Un estudio divulgado en 2013 situaba la cifra de muertos de Irak sobre el medio millón de personas. Otras fuentes dicen que es más de un millón murieron. "Irak sigue siendo una gigantesca tumba sin nombre y de tamaño desconocido," dice el sitio web Iraq Body Count.
Se ha sugerido que Blair ha pedido disculpas para anticiparse a la divulgación de los resultados de la investigación pública sobre el papel del Reino Unido en la guerra de Irak en la que se trabaja desde 2009 una comisión presidida por Sir John Chilcot.
La tardanza en la presentación del Informe Chilcot se ha convertido en un escándalo nacional. Probablemente no estará listo antes de 2017, o sea, con no menos de siete años de retraso y una década después que las últimas tropas británicas salieran de Irak.
La demora en la investigación se ha convertido en un escándalo nacional. Mucha gente, incluyendo los familiares de los caídos, ve aquella guerra contra Irak como innecesaria y vana.
El periodista Peter Oborne, del Daily Mail de Londres ha estado trabajando con un equipo de la BBC en la elaboración de su propio recuento sobre la guerra de Iraq. Sus resultados se basan en los testimonios y pruebas obtenidos por Chilcot, así como en sus propias entrevistas con actores involucrados.
He aquí las cuatro preguntas centrales en la encuesta de Oborne y una breve síntesis de las conclusiones que han derivado de las respuestas obtenidas:
1.- ¿La información presentada por el gobierno sobre las “armas de destrucción masiva” en poder de Saddam que llevó a Tony Blair a hacer que Gran Bretaña entrara en la guerra contra Irak en 2003 fue reflejo de hechos reales?
R.- Hay pruebas devastadoras de que el Primer Ministro engañó a la cámara de Diputados y al pueblo británico sobre la amenaza de Saddam.
2.- ¿La invasión de Irak incrementó la amenaza de Al Qaeda a Gran Bretaña?
R.- La evidencia de que la amenaza de Al Qaeda aumentó como consecuencia de la guerra de Irak es clara e inequívocamente probada.
3.- ¿Tony Blair entró en un acuerdo secreto con el presidente estadounidense George Bush comprometiendo el apoyo de Gran Bretaña a la invasión de Estados Unidos, a cualquier costo?
R.- La evidencia sugiere que Blair entró en algún tipo de arreglo con Bush 11 meses antes de la invasión, cuando ambos se encontraron en el rancho de éste último de Texas en abril de 2002.
4.- ¿La guerra contra Irak era legal?
R.- Todos los juristas de la Oficina de Relaciones Exteriores en aquel tiempo, coincidieron en que la guerra era ilegal si no contaba con una segunda resolución aprobatoria del Consejo de Seguridad de la ONU. Es evidente, por sus con declaraciones públicas, que Blair se sentía comprometido a ir a la guerra a toda costa, y que se consideraba obligado a desarmar a Irak por la fuerza si Saddam no podía ser desarmado por medios pacíficos.
Oborne señala que el retraso en la publicación de la investigación oficial es imperdonable, sobre todo ahora que Gran Bretaña está bajo presión para enviar tropas a Siria.
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