El pasado 17 de octubre no pude estar en el Espacio para la Memoria "Luciano Arruga". Por desgracia, este cuerpo y espíritu no me acompaña en mis deseos de concurrir a aquellas actividades en las cuales siento que es necesario estar. Poner el cuerpo, diría Vicente Zito Lema. Y me van a disculpar de escribir en primera persona. Es raro que lo haga, pero esta cuestión lo amerita.
Desde que conocí el caso, una de las fechas clave de mi precaria militancia fue el 31 de enero o cada vez que se realizaba la Jornada Cultural por la desaparición de Luciano. Ahora se agregó el 17 de octubre a una corta lista de actividades en las que quiero, y debería, participar. No hace falta que agregue las demás. Para muchas y muchos ya son conocidas.
Y me hago eco de algunas frases de la convocatoria que recibiera: "Se suponía que teníamos que creer, después de cinco años y ocho meses de búsqueda, que Luciano había sido atropellado y que su desaparición fue un simple error administrativo, porque las huellas se cotejaron mal o no se cotejaron. Se suponía, también, que la autopsia del hospital Santojanni retrataba a una persona completamente diferente -de tez blanca, mentón normal y más de 25 años- por otro simple error de algún médico distraído. El tercer error suponía que, cuando fuimos a buscarlo al hospital en el que todavía estaba, nos dijeran que ningún NN coincidía con la descripción que dábamos. Todos errores. El entierro de Luciano, después de meses de que estuviera en la morgue judicial y de que nosotros lo buscáramos incansablemente, también, nos decían, fue un error".
Errores, decían, cuando en realidad es el reflejo de la connivencia política, judicial y policial destinada a encubrir lo que ocurrió con Luciano. Cualquier semejanza con el discurso de la dictadura genocida no es casualidad y no debiera extrañarnos. Los familiares y amigos de Luciano Arruga lo afirmaron claramente: "estamos convencidos de que este 17 de octubre también se cumple un año de que se pusiera de manifiesto una red de impunidad, encubrimiento, negligencia criminal y falta de respeto por la vida. Se cumple un año de que desnudáramos a un entramado macabro en el que se involucran todos los estamentos del Estado: el municipio de La Matanza, el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el gobierno de la Provincia y el gobierno nacional. Se involucran, también, integrantes del hospital Santojanni, de la morgue judicial de la Ciudad, de la Policía Bonaerense, la Policía Federal, la justicia provincial y porteña y todo tipo de funcionarios públicos que mintieron y tergiversaron con descaro frente a nosotros y en público para encubrir a los asesinos".
Y tampoco podemos olvidar el silencio de la presidenta Cristina Fernández y de su gobernador Daniel Scioli, candidato impuesto por orden de la primera mandataria. Al igual que Julio López, jamás dijeron una palabra acerca de Luciano y el recuerdo flotó en la convocatoria: "El silencio de Scioli y de la presidenta nos dejó las cosas claras: la contracara del abandono, el maltrato y el basureo a las familias de víctimas es la multiplicación de policías, entre ellas las locales, que ya cargan, en su corta existencia, con al menos una decena de casos de gatillo fácil. A Scioli le preguntaron qué tenía para decir sobre el caso y él pidió permiso para retirarse. Mejor, nos da vergüenza cuando hablan. Su sucia campaña para ser el primer mandatario no puede tapar la sangre que brota por cada rincón del Conurbano y la Argentina entera: la policía asesina a una persona cada 28 horas".
Entre errores y silencios, avanzó la lucha para encontrar al pibe del Barrio 12 de Octubre. Es bueno recordarlo: era uno de los tantos pibes de los barrios que la policía recluta para robar por su cuenta y orden, y que su único delito fue negarse a robar para los uniformes. Sin pausas, se abría paso esa búsqueda que he acompañado como pude. Escribiendo desde aquí o yendo a algunas de las actividades que se organizaban para ello.
El 17 no pude estar. Mientras escribo se me cae un lagrimón. Para mí es demasiado fuerte. No me gusta estar ausente. Más aún, en aquellas causas que lo merecen, apoyando a la hermana de ese pibe, esa Vanesa que nunca se cae y sigue firme al pié del cañón, y me quedé con las ganas de darle un abrazo enorme a Mónica, otra mamá coraje que supo enfrentar la impunidad.
Luciano siempre estará en mí, en nosotras y nosotros. Los que luchamos contra la perfidia de este sistema destinado a perpetuar la exclusión de tantas y tantos pibes de los barrios, contra la desidia de una clase política que solamente busca asegurarse su sillón a costa de la pobreza de muchas y muchos, y contra la impunidad de quienes integran las policías y el poder judicial, ya no importa cual sea su jurisdicción, seguimos acompañando esta lucha para saber que pasó con ese pibe sencillo, hincha de River y que seguramente estaría en esta misma trinchera por cualquiera de sus amigos.
Los familiares fueron claros: "A Luciano lo encontramos todos los que lo buscamos, todos los que reclamamos, marchamos, cantamos y denunciamos. El mérito del hallazgo se lo llevan todos los que acompañaron y defienden la lucha contra la represión estatal junto a esta familia. También se lo llevan las miles y miles de familias que nos ayudaron y se dejaron ayudar por nosotros, todas las que entendieron que si no luchamos juntos, no sirve. Encontramos a Luciano gracias al acompañamiento incansable de organizaciones sociales y políticas, organismos de derechos humanos que no se reconcilian y cientos de miles de independientes convocados por nuestras reivindicaciones. También lo encontramos gracias a quien fue nuestro abogado, que trabajo sin descanso y completamente ad honorem por hacer justicia y por que nosotros estuviéramos cuidados y protegidos: Juan Manuel Combi, por APDH La Matanza; y no podemos dejar de mencionar al CELS y todo su equipo de trabajo".
No estuve con el cuerpo, pero siento que sí lo fue con el alma. Ahora, la lucha continúa porque Luciano siempre estará con todas y todos los que lo buscaron y lo encontraron. Y en mí, docente de tiza y pizarrón, lo estará por el resto de mi vida...
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