Por Vicky Peláez
"La economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado en beneficio del Pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste"
Juan Domingo Perón (1895 - 1974)
Aunque el candidato oficialista Daniel Scioli ganó la contienda electoral, el opositor derechista neoliberal Mauricio Macri casi le empata, desafiando así todos los sondeos previos.
El escrutinio provisorio de la votación fue cerrado en 36,86 por ciento para Daniel Scioli (Frente para la Victoria - FpV); 34,33 para Mauricio Macri (Coalición Electoral - Cambiemos). Según el Código Electoral Argentino, sólo se gana en la primera vuelta si se obtiene más del 45 por ciento de los votos o se logra más del 40 por ciento del voto y se tiene una diferencia de 10 puntos respecto al que ocupó el segundo lugar. Si esto no ocurre, se convoca a una segunda vuelta, anunciada ya para el próximo 22 de noviembre.
Ese día, como lo anunció el candidato del FpV Daniel Scioli, el pueblo argentino se pronunciará por una de las dos visiones “que existen del presente y del futuro de Argentina que están en juego. Nuestra prioridad son los humildes, los trabajadores y nuestra clase media. Si fuera por Macri no tendríamos Asignación Universal por Hijo, YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) ni Aerolíneas Argentinas”. Sin embargo, la actuación Scioli durante la campaña electoral carecía de emociones, de un impulso enérgico, deportivo, combativo. Daba la impresión que ya se sentía como un ganador que inclusive no necesitaba desafiar a su contrincante principal.
Mauricio Macri no fue tan tajante respecto al presente y al futuro, como fue Scioli, más bien mostró una ambigüedad y flexibilidad en sus presentaciones usando un pragmatismo vacío a base del marketing político orientado especialmente a la juventud siempre deseosa del discurso sobre necesidad de cambios. Macri, en todas sus presentaciones, dio muestras de alejamiento de su pasado y presente neoliberal poniendo inclusive en ocasiones un disfraz de un festivo populismo moderno al estilo del ex presidente peruano Alberto Fujimori y evitando criticar lo avanzado en los últimos 12 años por los gobiernos de Néstor Kirchner (2003 - 2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007 - presente).
Por supuesto fue el favorito de la prensa globalizada corporativa, tanto internacional como nacional, que lo presentaba como un hombre honesto muy lejos de la corrupción con un gran potencial para convertir su país en un líder en Sudamérica que anunciaría “fin al populismo”. Lo que ocultó la prensa de los iluminados era precisamente su pasado no tan limpio y que lamentablemente no fue exhibida por su oponente. El periodista Santiago O’Donnell contó en su libro “Argenleaks” que Mauricio Macri pertenece a una familia pudiente y que, al comienzo de la década de 1970, los Macri eran dueños de siete empresas. En siete años de la dictadura militar (1976 - 1983) sus empresas crecieron a 46, siendo su compañía madre “Sociedad Macri” (SOCMA) una de las más beneficiadas por la estatización de la deuda externa privada dispuesta en 1982 por el presidente del Banco Central, Domingo Cavallo. Fue precisamente Domingo Cavallo que impuso las reformas neoliberales en Argentina durante el gobierno de Carlos Menem (1989 - 1999) que llevaron su país a la quiebra. (Para el conocimiento de los lectores, Domingo Cavallo escribió en 1992 una carta al presidente ruso Boris Yeltsin ofreciéndole su servicio para poner en marcha, a sangre y fuego, su programa neoliberal que él diseñó especialmente para Rusia. Felizmente no obtuvo la respuesta)
Cuando Mauricio Macri era presidente de la SOCMA, su empresa fue acusada en 1993 por la Dirección General Impositiva (DGI) por la evasión fiscal de 45 millones de dólares y el contrabando que realizaba una de sus empresas, SEVEL. Los autopartes de esta empresa iban a Uruguay y luego volvían con la documentación falsificada a Buenos Aires. El delito de evasión impositiva quedó purgado después de la devolución de 45 millones de dólares. Sin embargo, el delito de contrabando jamás podría extinguirse. Fue el presidente Carlos Menem que puso punto final a aquella acusación. La publicación El Destape habla también de otros siete casos de corrupción relacionados con Mauricio Macri.
Por supuesto, la prensa globalizada cerró los ojos ante estos hechos y presentó a Mauricio Macri como un hombre que terminaría con la “corrupción” que, dicen, caracteriza al gobierno de Cristina Fernández y por supuesto alejaría su país de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Mauricio Macri es un pronorteamericano que, según el libro de O’Donnell, solía encontrarse frecuentemente con los funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Argentina reclamándoles poner un freno primero, al presidente Néstor Kirchner y posteriormente a la presidenta Cristina Fernández por atreverse de oponerse a Norteamérica. Fue la misma embajadora estadounidense, Vilma Socorro Martínez, que calificó aquella iniciativa de Macri como “poco realista” y dijo que no era “prudente reprochar en público” a los Kirchner por “sus transgresiones políticas”. Además la embajadora, de acuerdo a los cables que presentó O’Donnell, calificó a Macri como “arrogante y maleducado”.
Este es el personaje que quiere ser presidente que promete erradicar la corrupción olvidándose de sus propios pecados. Mauricio es un oportunista pues el mismo día, cuando el escritor peruano y uno de los portavoces literarios del neoliberalismo, Mario Vargas Llosa, elogiaba al alcalde de Buenos Aires por ser un antiperonista, Macri inauguraba en su ciudad un monumento a Juan Domingo Perón que supuestamente le aportaría un voto peronista. Es un típico representante de la “nueva derecha latinoamericana” que está tratando de desideologizar a la población siguiendo la consigna de Margaret Thatcher quien rezaba para que “la sociedad no exista sino solamente yo como individuo con todos mis intereses”. Macri quiere enrumbar al argentino a la individualidad para destruir su instinto colectivo.
Aleccionado por EE. UU., Macri está imitando la táctica de Alberto Fujimori que consistía en saber interpretar al electorado y ofrecerle lo que la gente quiere escuchar, sin proponer nada nuevo, nada concreto en un ambiente alegre e informal. Terminadas las elecciones se olvidan las promesas vacías y se emprende una agenda coordinada con Washington. Mientras Macri guarda silencio prudente respecto a su política económica pues, sin duda alguna, en el caso de ser elegido éste emprenderá una batalla económica para hacer reorientar al país del populismo moderado al neoliberalismo radical. Sus asesores ya están hablando de llegar a un acuerdo con los “fondos buitres”; es decir, pagarles para reconquistar la confianza de los acreedores e inversionistas extranjeros como en la época de Carlos Menem (1989 - 1999) el presidente que entregó su país a la merced de las transnacionales y del Fondo Monetario Internacional, aquel de las “relaciones carnales que viajaba a Washington para enseñar tango a Bill Clinton cuando éste le requería.
En realidad, con Macri, Argentina se jugará su independencia económica y política y pondrá en peligro su soberanía pues para el alcalde de Buenos Aires, como el mismo afirmó, “temas de las soberanías en un país tan grande como el que tenemos no los entiendo mucho. Nosotros no tenemos problemas como los israelíes, que tienen problema de espacio. Acá lo nuestro es casi amor propio. Es más, creo que las Islas Malvinas serían un fuerte déficit adicional para Argentina”. Entonces lo que propone es lograr un acuerdo amistoso con Gran Bretaña respecto a las Islas Malvinas, lo que significaría entregar a los británicos abundantes reservas de petróleo para simplemente mejorar las relaciones con la corona británica. No hay que olvidar que el servicio secreto británico MI 6 está operando en Argentina desde 1810
También en la agenda de Macri se considera como prioridad el mejoramiento de relaciones con Norteamérica, Israel, Brasil y Chile acompañado por un alejamiento de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Respecto a la política interna, el Jefe del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires planifica la desaparición de las barreras para las importaciones, flexibilización del mercado de trabajo y la abolición de las negociaciones entre la patronal y los sindicatos. Aboga a la vez por la reducción del gasto público, endeudamiento en el exterior, privatización de las empresas públicas, reducción de impuestos y recortes de beneficios sociales.
Al darnos cuenta de la agenda política y económica de Mauricio Macri, surgen preguntas sobre la esperanza de los argentinos que apoyaron con su voto a este político. ¿No se dan cuenta que el neoliberalismo que él representa trajo la prosperidad a nivel mundial sólo a un por ciento de la población y que la clase media está desapareciendo en el mismo EE. UU. donde el 51 por ciento de los empleados gana menos de 30.000 dólares anuales y el 38 por ciento gana menos de 20.000 dólares al año, siendo el índice de la pobreza para la familia de cuatro 24.000 dólares al año, según los datos de the Social Security Administration?
El programa económico de Mauricio Macri es muy cercano a lo que impulsó Carlos Menem en el período 1989 - 1999. Como resultado, en 2002 hubo 17 monedas en circulación en Argentina; uno de cada cuatro argentinos, en la edad laboral, no tenía trabajo; el ingreso per cápita bajó de 7.000 dólares a 2.000; el índice de la pobreza alcanzó el 58 por ciento y el de indigencia 30 por ciento; la deuda externa presentaba el 150 por ciento del PIB (Producto Interior Bruto); la deuda pública alcanzó 80 mil millones de dólares y la deuda total impagable (default) llegó a 100 mil millones de dólares.
Para el 2015, después de 12 años de estar los Kirchner en el gobierno, la pobreza bajó del 57 al 15 por ciento y la deuda bruta del país bajó del 166,4 por ciento del PIB al 44 por ciento y se incrementó notoriamente la clase media argentina. La prensa globalizada mintió año tras año sobre la desindustrialización de Argentina ocultando los datos de CEPAL que afirmaban que, mientras que en todos los países de América Latina se registró el aumento de los productos primarios en exportación entre 2004 y 2012, en Argentina este sector cayó en un 4 por ciento. Al mismo tiempo se registró el proceso de reindustrialización alcanzando este sector el 18 por ciento en el PIB nacional.
Parece que todos estos logros están siendo olvidados por un sector del pueblo argentino así como también se olvidaron de todas las dificultades que sufrieron durante y después del régimen de Carlos Menem. Ahora que tienen tranquilidad, el pueblo quiere más pero las condiciones económicas externas e internas son desfavorables para estas aspiraciones. Entonces la prensa globalizada con su guerra mediática contra el gobierno de Cristina Fernández está llevando a la opinión pública a la conclusión del agotamiento del populismo de Kirchner y la necesidad de cambios radicales cuyo mayor representante sería Mauricio Macri, y lo califican como el único capaz de sacar al país del estancamiento pero lo único que lograrían sería un retorno implacable a la época Menem. Por el momento, una parte de los argentinos aceptaron la seducción globalizada pero todas las emociones son temporales y llega el momento donde la razón se impone a los sentimientos y la verdad ocupa el lugar que le corresponde.
Entonces la gente se despierta del estupor de la mentira y entra en la lucha para que no le arrebaten lo conquistado. No hay que olvidar que a pesar del espacio y el tiempo “el pueblo”, en la definición de Alexander Pope, “sigue siendo una fiera de múltiples cabezas”.
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