Foto: La Jornada (México)
Por Luis Ernesto Ruiz Martínez
Confeso que no soy especialista en el tema migratorio, es más tampoco me considero tan conocedor del mismo como para dar mi criterio sobre el particular, así que mejor me limito a compartir mi principal preocupación sobre la compleja crisis que se ha creado con un grupo nada despreciable de ciudadanos cubanos en Centroamérica.
Mientras, según declaración reciente del MINREX, “más de mil ciudadanos cubanos han estado arribando a Costa Rica desde otros países de la región con la intención de viajar hacia los Estados Unidos” un preocupante silencio se adueñó de todo medio de comunicación cubano. Lo peor es que varios de los periodistas del patio han emitido, solo en las redes sociales o en algunos blogs, su criterio a favor o en contra del hecho y algún que otro valiente se ha pronunciado con objetividad.
Nadie, o casi nadie para no ser absoluto, dijo o escribió en su medio sobre la crisis hasta la publicación de la nota. Siempre quedará la duda de si no lo intentaron, o no se lo permitieron.
La situación en que se encuentran esos cubanos ha sido, como casi siempre, aprovechada por los “mercaderes de la información” para sacar su filón y arremeter contra el gobierno cubano. No es posible conocer que entre los afectados hay niños, mujeres, hombres; en fin, cubanos y cubanas como tú y yo que por diversas razones decidieron probar suerte en otra parte y no coincidir en que necesitan de una solución. Por suerte, viene en camino, esperemos que sea definitiva y no temporal. Mi abuelo decía que la mala hierba se arranca de raíz, aunque en este caso, como en muchos otros, no está sembrada en nuestro territorio.
Algunos clamaban a gritos hace unas horas por la respuesta oficial del gobierno cubano y llegó con la Declaración del MINREX. La criminal Ley de Ajuste Cubano sigue siendo parte del problema, de las más fuertes diría yo, pero no es a eso que he intentado dedicar mi visión, sino al peligroso silencio que en medio de la crisis invadió a nuestra prensa. Pareciera que muchos esperaban “indicaciones de arriba” para dar su opinión.
Fidel Castro fue claro en sus palabras al definir Revolución: “es cambiar todo lo que debe ser cambiado”, pero no creo que para lograrlo sirvan decretos, leyes o resoluciones del Consejo de Estado. Nos va a costar mucho trabajo que la gente entienda que vivimos en una época en que decir primero, y con argumentos sólidos, es la clave del éxito. Recuerdo, una vez más, que si no somos nosotros los que decimos a tiempo la verdad (aunque duela), llegarán otros oportunistas que la pinten como les dé la gana. ¿No es eso peor?
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