Foto: Al Mayadeen
Por Iroel Sánchez
Por estos días Cuba recibe muchas visitas de ciudadanos estadounidenses. Y es que luego del 17 de diciembre de 2014 ha pasado a ser moda lo que antes fue herejía. Pero es bueno recordar algunos herejes que se atrevieron a poner sus pies en Cuba en plena administración de George W. Bush y su “guerra contra el terror”, que hizo enabolar en Miami la consigna “Iraq Now, Cuba after” e inscribió la Isla caribeña en el llamado “eje del mal” y los “oscuros rincones del mundo” que Washington debía poner en orden.
Noam Chomsky y Gore Vidal están, tal vez, entre los más herejes de todos los herejes que se atrevieron a visitarnos. Considerados por muchos los más agudos intelectuales norteamericanos de las últimas décadas, personas bien informadas, con gran curiosidad intelectual y muy críticos con los medios de comunicación de su país, tanto Chomsky como Vidal, sin embargo, no dejaron de asombrarse con una realidad tan distorsionada en su país y lo reconocieron en el contacto abierto con cubanos muy diversos.
Noam Chomsky visitó La Habana en 2003. El lingüista y politólogo estadounidense asistió invitado a un congreso de la Conferencia Latinoamericana de Ciencias Sociales, efectuado en la capital cubana, donde se debatió con absoluta libertad académica una gran diversidad de temas. El entonces Presidente cubano, Fidel Castro, escuchó atentamente su conferencia magistral e intercambió amistosamente con él.
Pero Chomsky no limitó su actividad en Cuba al mundo académico. Recorrió uno de los barrios más humildes de La Habana, el de Pogolotti en Marianao. Allí, caminando por las calles y comiéndose una pizza que compró a un vendedor callejero, se interesó en cómo funciona la democracia cubana en las bases, cómo son elegidos los delegados del Poder Popular y preguntó a la Presidenta del Consejo Popular de Pogolotti cómo trabaja y a qué se dedica esa instancia. Allí mismo, el intelectual estadounidense visitó el Centro Martin Luther King, que sostiene hace décadas un amplio intercambio con iglesias y líderes religiosos estadounidenses, encabezado por el pastor bautista Raúl Suárez.
En una plaza de La Habana Vieja, donde todos los sábados se presentan libros de diversas temáticas ante un público que asiste libremente, Noam Chomsky presentó un título de su autoría publicado en Cuba. Concluida la presentación, hubo tiempo para que personas del público hicieran preguntas o comentaran a través del audio ubicado en el lugar; el primero en preguntar fue el escritor cubano Jaime Sarusky, quien intercambió con Chomsky, considerado entre los diez intelectuales más importantes del mundo, acerca de su exclusión de los grandes medios de comunicación de su país, incluyendo The New York Times.
Minutos después de terminar ese encuentro, mientras dialogaba con los editores de la revista cultural La Jiribilla, Chomsky se asombró de cómo éstos, con un ancho de banda mínimo, le mostraban que ya habían subido a Internet la cobertura gráfica y escrita de la presentación de su libro.
Tres años después llegó a Cuba Gore Vidal. En el mismo aeropuerto, balletómano empedernido, lo primero que hizo fue preguntar por Alicia Alonso, y lo segundo, declararse sorprendido por la “tecnología” -grabadoras y cámaras de televisión- de los periodistas cubanos que lo esperaban en la terminal aérea.
Vidal visitó varias universidades cubanas donde intercambió con profesores y estudiantes, incluyendo alumnos norteamericanos de la Escuela Latinoamericana de Medicina. En la Casa de las Américas sostuvo un prolongado diálogo con más de cien intelectuales cubanos; en su silla de ruedas, recorrió La Habana Vieja y asistió admirado a una clase en la Escuela Nacional de Ballet, impartida por el maestro Fernando Alonso, además de escuchar de la boca de Rogelio Martínez Furé, y con la escenificación del Conjunto Folclórico Nacional, un recorrido por las expresiones de la cultura cubana desde sus raíces hasta nuestros días. Interrogado por la periodista Rosa Miriam Elizalde sobre si era “Cuba la Isla satánica que la prensa y los políticos muestran a los norteamericanos”, Vidal respondió: “¿Estás loca? ¡ No ! Nos dicen siempre que los cubanos detestan estar aquí. Que todos se mueren de hambre. Sacan esos cuentos que dicen que los hospitales son terribles y que nadie acude a ellos. Que los cubanos que se enferman van a la clínica Mayo en Estados Unidos. No hay mentira que nuestro gobierno no nos cuente cuando habla de Cuba. En Estados Unidos, la mentira es la lengua franca de la nación”.
El cineasta Saúl Landau, quien lo acompañó en su visita, escribió a propósito del homenaje que rindiera durante esos días a Vidal la Universidad de La Habana, donde parte del público acudió con ejemplares de su novela Burr, publicada en Cuba, para que el escritor los autografiara: “La nostalgia se convirtió en celebración en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. El Rector honró a Vidal con una placa por el 270º aniversario de la Universidad. Pensé que debía haber recibido honores como ese en Estados Unidos por sus 25 novelas, numerosas piezas teatrales, guiones cinematográficos, libros de ensayo y de historia, con lo que ha contribuido a nuestra cultura literaria. Es más, él es parte del tesoro nacional de EE. UU. Qué irónico -y quizás justo- que un gran historiador y hombre de paz (y de la ironía) reciba respeto en Cuba, mientras que The New York Times ha ignorado o minimizado su obra -o se la ha ofrecido a críticos que no se la merecen-. ¿Ironía? Sin embargo, el Times sí promueve la dudosa guerra de Bush al situar las fantasías de la reportera Judith Millar (armas iraquíes de destrucción masiva) en su primera página”.
Ahora que Barack Obama visitará Cuba, The New York Times -el mismo periódico que ignora a Chomsky y atacara a Vidal- le pide a Obama en un editorial que presione al Presidente cubano, Raúl Castro, para que Cuba deje de ser la que admiraron esas dos lumbreras de la intelectualidad estadounidense y se parezca al tipo de sociedad violenta, minada por el narcotráfico y empobrecida, que EE. UU. ha impuesto en todos los países de su más cercano sur y que son precisamente los del entorno cubano.
Sería lamentable que, lejos de mirar de modo desprejuiciado a los cubanos, como han hecho varios de los líderes occidentales que han visitado La Habana recientemente; entre ellos, el Primer Ministro de Italia y el Presidente de Francia, y apreciar con humildad como este “gran pueblo”, según palabras del Papa Francisco, ha obtenido indicadores sociales que son envidiables en la propia capital estadounidense, Barack Obama limite las pocas horas que estará aquí a reproducir estereotipos como los denunciados por Vidal que muchos estadounidenses, cumpliendo con su nueva política de pueblo a pueblo, juzgarán como construcciones propagandísticas que se derrumban ante una realidad mucho más rica y compleja.
Obama ha anunciado en un mensaje sobre su visita a Cuba que, además de entrevistarse con el Presidente cubano, tendrá “reuniones con miembros de la sociedad civil cubana: hombres y mujeres valientes quienes le dan voz a las aspiraciones del pueblo cubano. Me reuniré con emprendedores cubanos para aprender como los podemos ayudar a montar nuevas empresas. Y hablaré directamente con el pueblo cubano sobre los valores que compartimos y como podemos ser socios mientras que trabajamos para el futuro que quieren”.
Con la frase “hombres y mujeres valientes que dan voz a las aspiraciones del pueblo cubano”, Obama se refiere a personas pagadas y entrenadas por EE. UU. para cambiar el régimen en Cuba, que el máximo representante diplomático de Washington en La Habana, en 2009, describía de la siguiente manera: “Pese a sus afirmaciones de que representan a ' miles de cubanos ', nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en La Habana. (...) “Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores claves. (...) “Si bien la búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos recursos”.
Realmente, la postura de esas personas con la visita a Obama es muy difícil, diríamos de perder perder. Si Obama no los ve, pierden porque los ignora, y si los ve, confirmará la denuncia cubana sobre su carácter de instrumento de la política de EE. UU.
“Emprendedores”, llaman Washington y los medios norteamericanos al sector cuentapropista cubano que EE. UU. aspira a convertir en quinta columna para su cambio de régimen en la Isla y que las transformaciones impulsadas por el Partido Comunista de Cuba ven como un complemento necesario al sistema socialista, cuya Constitución proclama en su artículo 11º que “las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”.
El gobierno cubano ha dicho que, como cualquier visitante a la Isla, Obama podrá reunirse y hablar con quien desee en Cuba y ve en la presencia del Presidente estadounidense una oportunidad para impulsar las posibilidades que pueden abrirse si el inquilino de la Casa Blanca adopta decisiones más amplias para aliviar el bloqueo, mucho más allá de las que, a cuentagotas, ha venido anunciando su gobierno después del 17D y que han dejado intacto el impacto de las sanciones de más cincuenta años en la vida del pueblo cubano.
Gore Vidal no vivió para ver la nueva etapa de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, pero Chomsky sí ha sido testigo de lo que según él “en los Estados Unidos, se lo describe como un esfuerzo noble y heroico de ayudar a Cuba a escapar de su aislamiento y unirse a la comunidad internacional, y avanzar hacia la democracia y la libertad. La verdad es que es casi exactamente lo contrario. Fueron los Estados Unidos los que estaban aislados, cada vez más”.
Por sus declaraciones dos días después del 17D - “el sentido que tiene normalizar las relaciones es que nos brinda más oportunidad de ejercer influencia sobre ese gobierno que si no lo hiciéramos. (…) Pero lo cierto es que vamos a estar en mejores condiciones, creo, de realmente ejercer alguna influencia, y quizás entonces utilizar tanto zanahorias como palos”- pareciera que el primer Presidente afroamericano de EE. UU. está más cerca de las solicitudes del Times que de las visiones de dos de los más grandes intelectuales que ha tenido su país. Aunque tal vez Obama nunca reconocerá -como sí hizo Vidal al hablar con un periodista cubano- que “ha sido reconfortante ver a un país que hace bien las cosas, como debiera ser, mientras que mi país está haciendo mal las cosas”, muchos albergamos la esperanza de que su visita quizás ayude a que otros vean lo que él no sea capaz de ver.
Fuente: Al Mayadeen
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