Por Alfredo Grande
(APe).- Algo en común tienen Felipe González y Cristina Fernández. Ambos niegan la lucha de clases. Lo que necesariamente implica la hegemonía de una casta. Una casta es una clase cristalizada. Eternizada. Igual a sí misma por siempre jamás. La casta de los burócratas, los políticos empresariales (ya que llamarlos profesionales es demasiado bondadoso y no lo soy) los jerarcas del clero, el deporte, el espectáculo, el intelecto.
Las castas atraviesan los tiempos de la historia y siempre cambian, para quedar igual. Las castas tienen su credo en el gatopardismo. Cambiar algo, cada vez menos, para que todo quede igual o peor. Antes me preocupaba la oferta de pan y circo. Ahora me preocupa mucho más que cada vez haya más circo y menos pan. Me enteré de que se está por filmar la remake de La Dama y el Vagabundo en Tucumán. Protagonista no discutible, la dama primera. Beatriz Rojkés. La misericordiosa dirigente que piropeó al vagabundo diciendo que era un animal, pero sólo un pedazo.
Más circo, menos pan. El Juez Ballesteros está en el tribunal que evalúa si la denuncia de Nisman pasa la prueba y si Orión debe ser sancionado como arquero serial. Más circo, menos pan. El gobierno nacional, autoproclamado de los derechos humanos y del serio capitalismo, sostiene la vigencia de la memoria, verdad y justicia. Convoca a una marcha para repudiar el 39º aniversario del inicio formal de la masacre. El inicio informal fue la masacre de Ezeiza, cuando el General resolvió que el Movimiento estaba demasiado movido y convenía detenerlo un poco. Especialmente el que se movía al compás de la Patria Socialista.
¿Qué pasa general que está lleno de gorilas el Gobierno en Tucumán?” Eso la juventud maravillosa lo hubiera cantado ahora. Pero sabemos que lo maravilloso de esa juventud fue negociado y que la actualidad de la Cámpora es apenas la máscara de un verticalismo que esos jóvenes de los ' 70 cuestionaron incluso al mismo Perón. Que los mandó a hablar con Julio Yessi, referente de la Jota Perra. La memoria no tiene misericordia con las personas de mi edad. Y las reminiscencias me hacen sufrir.
Se convoca a una marcha por la Memoria cuando se invoca a la Amnesia. Sabemos que no fue un golpe cívico militar. Fue también eclesiástico, como propone en un importante artículo Rafael Villegas. De lo que estoy seguro es que no fue un golpe. Fue una fractura expuesta de cientos de miles de patriotas y luchadores. Fractura expuesta: huesos partidos, ideologías quebradas, madres y padres extirpados de sus hijos, sangre caliente en la cual ardía la esperanza de todo el continente.
La seguridad nacional no fue una doctrina. Fue el falso evangelio en el cual se ampararon los más cobardes y miserables de la historia. Falso evangelio, falsos profetas. Videla nunca fue excomulgado. No es un símbolo. Es la prueba irrefutable de que las castas militares y clericales son una cosa y la misma cosa. La cruz y las espadas en una simbiosis trágica y letal. Por eso es intolerable que con cinismo atroz se sostenga con los derechos humanos rogando y con los servicios de espionaje dando.
El abrazo de Hebe de Bonafini con Milani me hizo recordar el abrazo de Fidel Castro con Nicanor Costa Méndez, canciller de los asesinos seriales, de los caranchos y chacales de un país que sabe tener mala gente. Esos abrazos que te congelan el alma. El querido y respetado comandante tuvo razones que el corazón de un psicobolche geriatrizado como yo quizá no entienda. Pensé en ese momento que era una de las cuestiones de la política internacional de los Estados que habilitaban esas sorpresas y disgustos que nos da la vida. Pero Hebe de Bonafini, que fue acompañada, sostenida, amada, idealizada (lo que nunca es bueno) por la militancia política y social, de izquierda, clasista, combativas, décadas antes que el kirchnerismo la “descubriera”, no tiene el derecho de abrazarse con Milani.
Es simple: no tiene ese derecho porque todos y todas fueron sus hijos. Masacrados por los camaradas de armas de Milani. Que nunca renunció a su rango militar. Que nunca repudió la cacería y que incluso participó de ella. Bien distinto a la dignidad de los compañeros del CEMIDA, militares que no transaron con la barbarie fascista en la cual las fuerzas armadas y desalmadas se hundieron para siempre en los pantanos que la historia reserva a los mal crecidos, aunque hubieran sido bien paridos.
Hebe, la que fuera nuestra Hebe, no tiene ese derecho. Por eso me indigna que los mismos que envilecieron la admirable, corajuda y digna lucha de las Madres de todas las Plazas, arremetan contra las víctimas de las masacres. “Sin embargo, prender fuego un muñeco que encarna la figura de Hebe de Bonafini es difícil de calificar. Hablar de la lucha y el coraje de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo debería ser, a esta altura, redundante. Las mezquindades políticas están por fuera de la batalla histórica que estas mujeres emprendieron tras la desaparición, tortura y/o asesinato de sus hijos e hijas hace casi cuarenta años.” (Rocio Cereijo y Enrique de la Calle. Agencia Paco Urondo) En este pequeño extracto del artículo editorial de la Agencia señala como mezquindad política el acto realizado de quemar un muñeco. Quizá sea un error político, pero nada tiene de mezquino. En los tiempos del cólera disfrazado, del baile de disfraces que la democracia electoralista propone, el coraje de Hijos La Plata me hace recordar a la necedad de vivir sin tener precio, como nos enseñara Silvio.
“Desde la Agrupación HIJOS La Plata queremos exponer nuestra posición sobre lo ocurrido en la movilización y acto de los 39 años del Golpe Genocida en la ciudad de La Plata. En primer término aclaramos que la realización, montaje y quema de los DOS muñecos incinerados en la plaza, Milani abrazado a Hebe, es nuestra exclusiva acción y responsabilidad. Por ello, deslindamos las responsabilidades de TODAS las agrupaciones y personas que fueron parte de la organización de la marcha y el acto del pasado 23 de marzo. Con ello incluimos a María Laura Bretal, Susana Grau, al PTS, al Partido Obrero, Correpi, la Federación Universitaria de la Plata, Patria Grande y los organismos de derechos humanos y organizaciones sociales, políticas y estudiantiles nucleados en la Multisectorial La Plata, Berisso y Ensenada.” Los Hijos, que son las víctimas, aclaran pero no oscurecen. Asumen la responsabilidad, que no es otra cosa que responder por los propios actos. Salen al cruce al titular de la Paco Urondo que sentencia: “organizaciones de izquierda prenden fuego a un muñeco de Hebe de Bonafini”. Los Hijos aclaran que no son “organizaciones de izquierda”, titular que mucho se parece al macarteo de los diarios de la OPO. Y salen al cruce de los propios dichos de Hebe que los acusa de fascistas. Los que repudian el abrazo de Milani y Hebe son fascistas.
La catástrofe cultural del kirchnerismo no tiene retorno, aunque tenga continuidad electoral. Hicieron algo peor que quemar un muñeco: la quemaron a Hebe en los altares pútridos de la Razón de Estado. Del grotesco mágico de Rojkés a la tragedia política de los Hijos nuevamente masacrados.
Esta Argentina no tiene memoria, no tiene verdad, no tiene justicia. Apenas tiene a Milani, mentira e impunidad.
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