Por Gustavo Robles
Anda dando vueltas un fantasma en Argentina. No, justamente, el que recorría Europa en el siglo XIX: ese es otro, bueno y necesario. El que da vueltas en estos suelos es uno que instaló la Dictadura Genocida como instrumento del imperialismo financiero. Del imperialismo a secas, bah. Agregarle el término “financiero” en estos tiempos es una verdadera redundancia.
Ese fantasma es el de la Deuda del Estado nacional con sus acreedores externos.
Es el fantasma que, durante los últimos 12 años, nos quisieron hacer creer que había desaparecido, mientras pagaban como nunca antes al sistema financiero globalizado. Los mismos que decían “enfrentarlo”, mientras le pagaban en efectivo al FMI y al Club de París, y generando más deuda al emitir bonos al BM, al Ciadi, a Repsol y al 93% de los acreedores, carroñeros a los que no llamaban “buitres” aunque lo fueran. Los mismos que nos decían que debíamos ser consumidores sin fijarnos en las consecuencias, los que nos quisieron convencer que el país no podía desarrollarse sin financiamiento ni inversiones externas, al tiempo que nos decían que “eso” era ser soberanos e independientes.
Son los mismos que dicen ahora que hay que pagarles, pero no como pretende el nuevo oficialismo. Son los mismos que hoy en día le darán quórum al macrismo para volver a endeudarse con la institucionalidad global, a tasas más bajas que las que ellos conseguían, más allá del cacareo antiimperialista. “Eso” es el kirchnerismo en particular, y el PJ en general.
Es el kirchnerismo, por lo tanto, el que le dejó el escenario acomodado al gobierno actual para que haga lo que sabe hacer todo burgués explotador socio menor de la burguesía imperialista: someter el país a los dictados del sistema financiero imperante.
El macrismo gobernante se apoya en mucho de lo “culturalmente establecido” por sus antecesores para llevar a cabo sus políticas. Porque si debe haber “inversiones y financiamiento externos” para que “las empresas produzcan y ganen y el pueblo pueda consumir”, lo que deriva de ello es “acordar con el mundo” las condiciones para que ello siga sucediendo. Y las condiciones no las pone “el mundo”, sino quienes lo dominan. Otra vez, para variar, caemos en el “imperialismo” y sus instrumentos. El sistema financiero, su herramienta por excelencia.
Hay que entender que no hay forma de dominación más refinada que la que encontraron las burguesías imperialistas con los empréstitos y el financiamiento. La deuda de los pueblos subdesarrollados es el grillete de la dependencia eterna. El que debe, tiene que someterse a las reglas del financista.
La “gente común” es bombardeada entonces por el discurso dominante que le quiere hacer creer que la única manera de vivir una vida digna es no romper el indigno cordón umbilical con los dueños del planeta, aceptar sus condiciones y hacer los sacrificios que correspondan para cumplir con ellas. Entonces, se le dice que si no se aprueba el acuerdo con lo peor de lo peor de los expoliadores globalizados, nos espera el infierno mismo desde ahora y por la eternidad. No hay otro camino según el macrismo y los medios de comunicación a su servicio.
El cipayaje vernáculo está tan seguro de su engaño, tan tranquilo en la realidad que han modelado aún en la contradicción entre ellos mismos, que parece hacer la plancha en el mar del nivel de consciencia popular. “La gente” no se pregunta por qué el Congreso debe derogar las irrisorias leyes “cerrojo” y de “pago soberano” para poder emitir deuda por U$S 15.000 millones, para pagarle una pretendida “deuda” a los buitres, para poder endeudarnos, para poder desarrollarnos, para poder consumir y consumir sin ton ni son. No se preguntan “¿no son demasiados condicionamientos para poder progresar?” “¿no sería más fácil usar esos U$S 15.000 para financiar nuestro desarrollo nosotros mismos, sin pagarles a los que nos saquearon, nos saquean y “gracias” a ello nos seguirán saqueando?”.
A “la gente” no la preparan para eso, al contrario. La bombardean, la desinforman y la lumpenizan para ocultarles la verdadera alternativa para el pueblo. Si no... ¿cómo es posible que nadie se pregunte para qué pagar una deuda si sólo sirve para seguir endeudándonos más aún? ¿por qué nadie se pregunta a quién o a quiénes verdaderamente les sirve que paguemos?
Pagamos, según quienes gobiernan hoy (y también quienes gobernaron hasta hace poco) “para no aislarnos del mundo” ¿De qué mundo?: Del que han modelado las potencias imperialistas, donde el sistema de relaciones entre personas y estados, las reglas y las condiciones las ponen ellos ¿Eso es ser “soberanos”? NO.
¿Se puede vivir sin ellos? ¡ Pero claro que se puede ! El problema mayor lo tendrían los que tienen intereses entramados y subordinados con las metrópolis, los que viven del intercambio cultural, mercantil y financiero sobre todo con Europa y EE. UU. ¿Qué proporción de la población representan esos?: una minoría absoluta. Claro, tal vez, en ese caso, no podrían planificar sus vacaciones en el Viejo Continente o mandar a sus hijos a estudiar a La Sorbona, Harvard u Oxford.
Sin embargo, esa no es la realidad que viven al menos 40 de los 45 millones de los ciudadanos de este país, que son los que en definitiva deben llevar el peso del sacrificio para cumplir con las obligaciones que la burguesía compromete ¡ Que la paguen ellos ! ¿Por qué sacrificarnos por quienes nos condenan a una vida de angustias y necesidades insatisfechas? Deberíamos preguntarnos.
Los que profetizan escenarios de catástrofe si no se cumple con los requerimientos de los buitres, que son los del sistema financiero globalizado al fin y al cabo, mienten para mantener sus privilegios… y sus tasas de ganancia. Pero nada de lo que dicen es cierto si se tiene en cuenta que sí existen alternativas que contemplen el bienestar de todo el pueblo. Cabe preguntarnos entonces, si los pueblos hegemónicos pudieron desarrollarse por sí mismos, por qué no lo podemos hacer nosotros que vivimos en un país que abunda en recursos y riqueza.
Si eligiésemos vivir con lo nuestro, seríamos soberanos e independientes de verdad. Tenemos los elementos para hacerlo: abundancia de recursos propios. Además, eso del “aislamiento” es una burda mentira, estando rodeado de pueblos hermanos en Nuestramérica y otros pueblos que no nos cerrarían las puertas en otros continentes. Quedaríamos aislados de las metrópolis imperialistas europeas y de EE. UU., tan caras a los sentimientos culturales de la burguesía cipaya autóctona. Por supuesto que habría problemas, pero serían parejos para todos, en una sociedad donde concretamente y no de palabra serían incluidos millones de seres humanos a una realidad mucho más justa.
Todo esto dicho para salir al cruce de la cultura que han impuesto los que viven de pedir prestado al Imperio para que lo paguemos otros (las mayorías asalariadas y marginadas). Porque está claro que con estos gobiernos, ya sea el Cambiemos de Macri o el PJ, sea K o en cualquiera de sus formas, jamás pasará.
Es necesario un gigantesco cambio cultural en las bases sociales para poder encarar un verdadero proceso liberador, y eso sólo podrá lograrse con la guía de una herramienta política poderosa que esté en las antípodas de la cultura impuesta por los explotadores del país y del mundo.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario