Por Yenny Torres Bermúdez.
Era el cazador, buscaba al Chiriguare, pero atento para no ser presa de la fiera. Fue el actor principal de la obra teatral, por pasión al arte dramático y “visión” de sus maestras.
Desde niño sabía llegar a la gente, hacer reír, conmover, convencer… Sin ser “monedita de oro” a cualquiera se “echaba en el bolsillo”.
En él hubo pobreza, pero no miseria. Pobre, sí, tanto que con sus viejas escardillas (alpargatas) no pudo entrar la primera vez al colegio. Entonces, Dios sabe de dónde, sacó unos zapatos su “ángel guardián”, su Rosa Inés o “mamá vieja”, como le gustaba llamarla.
La vida lo llevó al pueblo desde temprano. Eran suyas las calles ante el pregonar de las “arañas” exquisitas. Pura contribución a la nombrada economía informal y muestra de su capacidad para emocionar.
Chávez, tan llanero como las poesías que recitaba, amaba el dibujo, las pinturas y el béisbol; sin embargo, renunció a seguir la vía del Látigo Chávez y las Grandes Ligas para ser soldado, pues en la Academia se sentía como pez en el agua.
También allí ganó espacio y adeptos. Luego con los intentos de golpes de estado llegó la cárcel, la lucha política y el Movimiento V República.
Alcanzó la presidencia de Venezuela y su voz trascendió las fronteras del país. Propició la nueva hornada de dirigentes izquierdistas, opuestos como él al neoliberalismo e injerencias, preocupados por las clases desfavorecidas y minorías indígenas.
¡ Cuánto de virtud tuvo Chávez ! Pero el tiempo como viejo traicionero marcó la hora antes de tiempo. Lo unió al grupo de Bolívar y Maisanta, tras un discurso que aún rebota en la memoria.
Tres años…
El “amigo” se fue, con el peculiar diastema en su sonrisa y el saludo, pero se fue. No le alcanzaron los días para darlo todo, porque era mucho lo que tenía para dar. América Latina aún llora al “cazador de conquistas”, emboscado por otro Chiriguare, a quien las garras no le dieron para apuñalarlo del todo. Porque “los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, Chávez regresa este marzo, con el fusil al hombro y las “arañas”.
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