Dos milagros para Mauricio (APE) Dos milagros para Mauricio (APE)   Por Alfredo Grande A la clase media le apasiona derrochar en sus deseos, pero odia invertir en sus necesi...

Dos milagros para Mauricio (APE)

Dos milagros para Mauricio (APE)


 


AlfredoGrande


Por Alfredo Grande



A la clase media le apasiona derrochar en sus deseos, pero odia invertir en sus necesidades.


Un cardenal que no excomulgó a Videla jamás será un papa para todas y todos.


(Aforismos implicados)



“El Bar La Dignidad fue atacado anoche por una patota de diez personas al grito de "zurdos de mierda" y "Viva Cristo rey". Rompieron los vidrios de la ventana que da a la calle, hubo insultos a clientes y vecinos. El Movimiento Popular La Dignidad vincula el hecho a su protesta del día de ayer en la Catedral metropolitana.


Repudio a la brutal represión desatada en la noche de ayer y hasta la madrugada de hoy por la policía metropolitana a lxs compañerxs que se encontraban manfestando contra el cierre de la Sala Alberdi, del Centro Cultural San Martín. Como saldo quedaron 4 compañeros heridos con balas de plomo, 2 de ellos de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA)  y decenas de heridos con postas de goma. (Agencia de Noticias Rodolfo Walsh)”
 


(APe).- En una película que tuvo mucha repercusión se relataba la lucha de una madre y de un padre para encontrar la cura de una enfermedad metabólica que tenía el hijo. “Un milagro para Lorenzo” hablaba no de un milagro, sino de una convicción y de una acción sostenida hasta el extremo límite de su última verdad. La curación fue posible, pero antes tuvieron que entender, sin los prejuicios de la casta médica, cual era la enfermedad.


Nuestra enfermedad político cultural es el capitalismo. De eso, no tengo dudas. De lo que tengo más dudas es en qué consiste esa enfermedad. O dicho en otros términos, más afines a la ciencia médica: ¿que tiene de patognomónico? Es decir, de señal, marca, indicador que no permite dudar de que estamos en presencia de la enfermedad. Yo pienso que es haber logrado que los deseos y las necesidades estén enfrentados. Todo lo agradable termina siendo perjudicial, y todo lo que es beneficioso termina siendo desagradable. Es un disloque de la racionalidad primera, ya que los deseos no son en su origen otra cosa que el placer que acompaña la satisfacción de las necesidades básicas. Cuya plena satisfacción daría paso a otras no tan básicas, y luego a los plenos deseos que ya no se apoyan en las necesidades. Pero sosteniendo una ley de la vida: nunca un deseo puede vulnerar una necesidad. Ejemplo simple: la necesidad de oxígeno no puede ser vulnerada por el deseo de nicotina.


Lo patognomónico del capitalismo es que su delirio de lucrar lo lleva en forma constante a enfrentar deseos con necesidades. Y naturalmente, las necesidades son arrasadas. Pero inventan nuevas enfermedades. Mientras auspician, promueven, desarrollan, imponen todo tipo de juegos de azar, advierten sobre la ludopatía. Que tiene que ver con el ludo, pero poco. Ludopatía es la adicción al juego. Promovida y sancionada al mismo tiempo, sosteniendo las delicias paradojales de la cultura represora. Por lo tanto, la enfermedad que el capitalismo inocula es nada más pero nada menos que la muerte. Con necesidades arrasadas, sólo cabe esperar la muerte y no necesariamente digna. Las mineras lo tienen claro, y si dejan de operar es por motivos económicos financieros, nunca humanitarios. El Riachuelo es un cultivo puro de muerte pero tiene más prensa la lucha contra el dengue. Supongo que porque es más fácil fumigar mosquitos que fumigar empresas que contaminan, entre otras, Aysa. La misma empresa que en forma insoportable, pasa un avisito que canturrea: “aguaaaa, aguaaa”. ¿Pero cómo puede ser que una casa fúnebre, un cementerio total, como es el capitalismo, tenga tanta pero tanta, pero tanta y tanta popularidad?  No está de más recordar ejemplos cercanos:





"Hubo muchos muertos porque no era feriado". "Hubo muchos muertos por la viveza criolla de apurarse para llegar rápido al trabajo y viajar en el primer vagón".  "Lucas murió por viajar en un lugar vedado al público". “Morimos porque ahora tenemos trabajo y razón para viajar; antes nos quedábamos en casa”.


Esos epitafios sostienen el vellocino de oro de todo capitalismo: la impunidad. Que siempre es económica, política, cultural, jurídica. Impunidad para bombardear, contaminar, saquear, invadir, reprimir, usurear, exterminar, hambrear. Pero siempre matándonos suavemente con su canción.


Ahora bien, o mejor dicho, ahora mal. Que el capitalismo, como vamos, nos entierre a todos, (y a todas) no es nada grato. Pero que nos entierre el socialismo, la verdad que a mí al menos, no me causa gracia: me causa desgracia. Aclaro, sin que oscurezca: no lo conozco a Hermes Binner. Sospecho que él tampoco me conoce a mí. Pero sé quién es. Sospecho que él no sabe quién soy. Pero que un socialista, sin discutir ahora si socialista más o socialista menos, diga que en Venezuela hubiera votado por Capriles, es un milagro para Mauricio. O sea: si el socialismo apoya a la derecha, la derecha está cada vez más derecha y el socialismo cada vez más torcido. En verdad, el problema no lo tiene Binner que, con esta declaración, será Binner pero nunca Winner, sino aquellos (y aquellas) que lo acompañan. Como yo también tengo ese problema, escribo este trabajo. Si el trípode de la implicación funcionara (la coherencia, la consistencia y la credibilidad) estaríamos discutiendo sobre quién le acepta la renuncia. Porque a confesión de parte, no hagamos relevo de prueba. Como dice el tango: “las pruebas de la infamia, las llevo en la maleta, las trenzas de mi china y el corazón de él” Obviamente, tango machista y misógino, pero tango.


Lo de Capriles es un chamamé para divertirse un rato. Pero un rato corto. Un ratitín. Si sostenemos que el análisis político se hace con analizadores el “voto a Capriles” es un analizador que no debe ser soslayado. Incluso, soslayarlo, minimizarlo, naturalizarlo, obviarlo, puede ser peor que las propias declaraciones. La otra noche, quizá excedido en el Fernet, aluciné un ballotage entre Cristina y Macri. Me desperté sobresaltado justo después de votar con los ojos cerrados. Casi no  emboco  el sobre en la ranurita de la urna. Ahora bien: dormido, no sé. Pero despierto sin dudar en ese ballotage votaría a Cristina. De lo que se trata es de no llegar a ese final para romperse la cabeza. Metrobus más, subte A menos, a la derecha no se la puede bendecir con milagros. Y decir que el voto hubiera sido a Capriles, es un estúpido milagro para Mauricio. Pero como en el recordado “deme dos”, otro milagro para Mauricio. Bergoglio Papa. El PRO pronto a ser Religión de Estado. Nuevamente en el Estado del Vaticano, se ha instalado la Teología de la Represión.

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