Rescatar la dignidad de los campesinos colombianos (Delegación de Paz FARC - EP) Por Walter Mendoza, Integrante del EMC y de la subcomisión técnica de las FARC - EP La lucha por la tenencia de la tierra ha generado gra...

Rescatar la dignidad de los campesinos colombianos (Delegación de Paz FARC - EP)

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Walter Mendoza

Por Walter Mendoza, Integrante del EMC y de la subcomisión técnica de las FARC - EP

La lucha por la tenencia de la tierra ha generado grandes acontecimientos de carácter político, militar y cultural. En todo el mundo se ha librado una lucha a muerte por la posesión de la tierra: invasiones, bombardeos, millones de desplazados y muertos por el afán de las potencias de apoderarse de las riquezas naturales que yacen bajo el subsuelo de la “Madre Tierra” para los indígenas de América del sur y la “Pacha Mama” para los de Centroamérica.

Lo que ha causado sufrimiento, muerte y desolación a millones de personas, a unos pocos les ha significado opulencia, desarrollo y ganancia, a costa del desarraigo de millones de campesinos alrededor del mundo.

Desde la época de la colonia, la tierra como medio de producción ha sido el epicentro de luchas y guerras, sencillamente porque además de su valor propio contiene inmensas riquezas naturales.

El campesinado siempre ha estado en medio de la lucha por la tenencia de la tierra, la defensa de la naturaleza y sus riquezas. El campesino es un productor que trabaja la tierra, dueño de una parcela que trabaja para el sustento de su familia. El campesino promedio no produce excedente; solamente produce para su diario vivir.

En Colombia, el campesinado es una de las clases sociales mas discriminadas y excluidas. Más de 7 millones de campesinos han sido despojados de sus tierras y lanzados a las urbes, obligados a vender su mano de obra barata, a emplearse por menos de un dólar al día; sus hijos deambulan por las calles mendigando un pedazo de pan, excluidos del derecho a satisfacer sus necesidades básicas: educación, salud, vivienda y el acceso a un trabajo digno y bien remunerado.

Hoy por hoy no es difícil encontrar en las grandes ciudades ejércitos de jóvenes desempleados, ejércitos de niños delincuentes, las mal llamadas “pandillas juveniles” de la jerga policial. Ante este oscuro panorama que afecta las grandes ciudades, el gobierno de Juan Manuel Santos, en representación de las élites, no mueven un dedo para radicar políticas que permitan solucionar esta tragedia nacional. El futuro de Colombia está inmerso en la exclusión y la miseria, se trata de los niños y la juventud, un grupo social numeroso, con un gran potencial de trabajo e intelectualidad.

Las ciudades y el capital industrial privado se han desarrollado gracias al desplazamiento del campesinado de los campos a la ciudades. En la actualidad, el 75% de la población colombiana vive en las ciudades mientras un escaso 25% vive en los campos. Latifundistas, multinacionales y empresarios privados son dueños del 45% de las mejores tierras del país, solo el 8% de la tierra es de pequeños y medianos campesinos. Estos aparceros, arrendatarios y jornaleros son un sector social sin tierra; venden su mano de obra para poder subsistir en condiciones paupérrimas, no tienen prestaciones sociales, no están afiliados a sindicatos, es decir, están totalmente excluidos de protección social.

Así, la guerra en Colombia ha sido generadora de mano de obra barata y del enriquecimiento de empresarios, latifundistas y multinacionales; al mismo tiempo, ha aumentado el hacinamiento y los cordones de miseria en las grandes ciudades.

En 1936 el gobierno de Alfonso López Pumarejo intentó hacer un reforma agraria, que no era una reforma agraria revolucionaria integral; había voluntad de entregarle tierra a los campesinos, pero las clases latifundistas de la época se le atravesaron como mula muerta en el camino de la reforma. Fue la primera vez a lo largo del siglo XX que un gobierno de corte liberal intentara mejorar las condiciones de vida a los campesinos colombianos.

El campesinado como clase social es artífice de la producción agropecuaria. Es así como en Colombia, en el siglo pasado, la producción agrícola alcanzó niveles industriales importantes; ayudó a la configuración y el desarrollo político y cultural del país; y con las primeras migraciones hacia la ciudad, hubo y sigue habiendo mucha mano de obra barata para la construcción de vías, aeropuertos, crecimiento de las ciudades y crecimiento del producto interno bruto (PIB). Con el trabajo de los campesinos,el café se convirtió en el principal producto de exportación.

Finalmente, la Delegación de Paz hacemos un llamado desde La Habana a todo los sectores campesinos, mineros, jornaleros, aparceros, arrendatarios, a que se unan a la lucha por el rescate de la tierra y el subsuelo, por la protección del medio ambiente, “la tierra para quien la trabaja”, y así lograr un desarrollo equilibrado de la Nación.

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