Por Carlos del Frade
(APe).- -Siempre la justicia corre el blanco… como cuando querés tirar con un rifle de aire comprimido. Acá alguien mueve la culata para que el tiro, entonces, siempre salga errado, fallado. El juez de la causa, Eduardo Filloco, me dio a entender que mi hija era una loquita y el fiscal me dijo que no se podía investigar si la celda del mensaje que me llegó para el día del padre un año después del secuestro de mi hija es de San Lorenzo o de otro lugar… Recién ahora, después de tres años se van a allanar las oficinas de Telecom en Buenos Aires para saber de dónde vinieron esos mensajes que venían del número del teléfono celular de mi hija. Ahora pusieron una recompensa de solamente 200 mil pesos para que alguien aporte datos sobre el destino de Paula. Es una cifra que fácilmente puede ser pagada por el poder político y económico que está detrás de su desaparición. Un dinero que, en realidad, puede servir para presionar más que para aclarar. En la Municipalidad de San Lorenzo y en el interior de la Unidad Regional XVII de policía se sabe qué le hicieron a Paula, quiénes fueron sus secuestradores y posteriores matadores… Pero como siempre digo, cuando el poder y el dinero se juntan, la verdad se calla… Lo mío ya está, se los dije al ministro de Seguridad de la provincia. Lo único que les pido es que aparezcan los huesos de mi hija. Para poder decirle a mis nietos que ella está en un lugar y que puedan visitarla cuando lo necesiten. Ellos, mis nietos, están bien pero el más chiquito siempre me pregunta cuando vuelvo de hacer averiguaciones para saber dónde está su mamá, por qué no la traigo ya que la fui a buscar… Ojalá que no haya más casos como el de Paula…
Así le habló Alberto Perassi a cientos de adolescentes del ex cordón industrial de la zona norte del Gran Rosario, entre Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán y San Lorenzo, la ciudad histórica, donde el general guaraní parió el proyecto de liberación para la patria grande, un lugar donde existiera la igualdad y la justicia para las grandes mayorías. La misma región que en los años sesenta y setenta había sido considerada como el segundo conglomerado industrial más importante de América del Sur después del de San Pablo.
Hoy, esa geografía es, por sobre todas las cosas, la plataforma de exportación de las multinacionales sojeras y los arrabales por donde la prostitución infantil, el negocio del narcotráfico y los cargamentos en negro de cereal se funden en el gran río de dinero por donde pasa el 80 por ciento de las exportaciones argentinas.
Hace años que el juez provincial Eduardo Filloco siempre aparece mencionado como una pieza fundamental en las desesperadas búsquedas de justicia de parte de las familias que buscan justicia para sus hijas desaparecidas o asesinadas o para sus hijos muertos por accidentes laborales que nunca son responsabilidad de las grandes empresas que facturan miles de pesos por minuto.
Hace años que la Unidad Regional XVII, la jefatura de la policía provincial para el departamento San Lorenzo, parece ser el centro de refugio de distintos nidos de corrupción más cercano a la producción de inseguridad que de seguridad para el pueblo y los hijos del pueblo.
Hace años que la unidad de acción entre los nichos oscuros de la política se mantiene inalterable con los delincuentes de guante blanco que manejan los hilos de la actividad económica. Por eso Alberto Perassi sostiene que cuando “el poder se junta con el dinero la verdad se calla”.
Hace años que la ausencia de una política de transformación en la provincia, vigente tanto en el socialismo como en el peronismo, le hace decir a padres desesperados que, por lo menos, le devuelvan los huesos de sus hijas.
Por eso una dulce niña, en la mañana del viernes 26 de septiembre, en el hermoso auditorio del Centro Cultural de San Lorenzo, con la mirada incendiada por la emoción, la pena y la bronca que despierta el relato de Alberto Perassi, levantó la mano y le deseó toda la suerte del mundo para que pudiera encontrar a su hija y un poco de justicia.
Paula Perassi desapareció el domingo 18 de septiembre de 2011 cuando salió de su casa para buscar unas tareas para uno de sus hijos. Nunca más volvió. Su búsqueda llevó a la Justicia hasta un empresario de Puerto San Martín y amante de la joven, con quien presuntamente esperaba un hijo. El hombre fue procesado junto a un empleado suyo, pero ambos lograron el desprocesamiento. Detrás de ellos, un policía corrupto con relaciones con el poder político regional y el dinero del empresario de marras.
La historia de un femicidio impune, uno de los tantos en la Argentina crepuscular del tercer milenio.
Pero a pesar de semejante construcción de injusticia, allí está Alberto Perassi conmoviendo a la pibada para que esté alerta de la mafiosa matriz que quiere reducir a las chicas a simples objetos de consumo descartables. Allí está Alberto pidiendo por los huesos de su hija Paula y repitiendo que “cuando el poder y el dinero se encuentran, la verdad se calla”.
Fuentes: Diarios regionales del Gran Rosario; entrevistas personales del autor de la nota a Alberto Perassi.
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