Desde hace 30 años se viene realizando este encuentro en donde las mujeres buscan armar la salida política al patriarcado y exigir el aborto libre, seguro y gratuito. Para muchas y muchos es polémico; para otras y otros, es la consecuencia de la lucha feminista de los ' 70. Pareciera que no se comprende aún la necesidad de afirmar los derechos de la mujer y ello no debiera extrañarnos, cuando la Iglesia continúa con su incisiva injerencia en lo terrenal.
65.000 mujeres confirmaron la vitalidad de la militancia feminista en Mar del Plata durante el fin de semana largo. La gran cantidad de talleres realizados en plazas, aulas universitarias y escuelas así lo atestiguan, con la participación de mujeres de todo el país y de diferentes pensamientos políticos e ideológicos. Sin dudas, es el símbolo de un movimiento que crece a pasos agigantados a pesar de las diatribas clericales y la represión estatal.
No obstante, la violencia de género y los femicidios recrudecieron en los últimos años en nuestro país. Hace un tiempo atrás, pensábamos que solamente en México y en España era donde más sucedían este tipo de hechos. Pero la realidad nos da una cachetada y nos despierta. De Wanda Taddei a Diana Sacayán, la lista de mujeres asesinadas por ese macho que se cree dueño del sexo opuesto va en aumento. Solamente, durante el 30º Encuentro, se produjeron 10 femicidios. Y es algo para tener en cuenta y tomar nota.
La alianza táctica entre el kirchnerismo y la Iglesia, de la mano de Cristina Fernández y del Papa Francisco, hizo lo suyo para que las demandas femeninas no tuvieran eco en la legislación y en lo presupuestario. Ni el derecho al aborto, ni refugios para las mujeres maltratadas. De allí la necesidad de continuar una lucha incesante para derribar los muros de la desigualdad que también abarcan al mundo del trabajo, donde las oportunidades escasean y las remuneraciones son menores a las que percibe el sexo "fuerte".
Pero la Iglesia tiene sus propios grupos de choque. Otra vez los Pampillón, los mismos que acosaron a los pibes del Nacional Buenos Aires que pintaron y rompieron la capilla del histórico colegio, irrumpieron con la anuencia policial durante la marcha de cierre que pasó por la catedral marplatense. Y la represión tampoco se hizo esperar. No importa si formaban parte o no del núcleo del Encuentro Nacional de Mujeres, simplemente eran mujeres que se expresaban en contra de la represión eclesial. Otra vez, Estado e Iglesia arremetieron contra la marcha al igual que aconteció en Salta. Ocurre que son socios en lo político y en lo económico, pues el apoyo eclesiástico, al igual que durante los ' 60, al promover indirectamente la Ley Domingorena para imponer la educación privada y los ' 70, con el apoyo irrestricto a la dictadura genocida, le resulta vital al kirchnerismo para contener a las masas como, a la vez, el sustento del plantel de curas y obispos, y las escuelas confesionales se deriva del aporte estatal comprometido a través de la renovación del Concordato con la Santa Sede durante el menemismo.
Pero ellas estuvieron allí para gritar sus reclamos a los cuatro vientos. Más allá de los dimes y diretes de las deliberaciones, quedó claro que ellas no se rinden. Que van a seguir luchando por esa separación entre Iglesia y Estado, la que quedó trunca a finales del siglo XIX, por ese derecho al aborto, por un verdadero ¡ ni una más ! que pasó desapercibido para buena parte de la clase política.
Y será en Rosario, donde nuevamente gritarán esas voces para decirle al mundo y al Estado que, de una buena vez, respeten sus derechos conculcados; se termine con el patriarcado, madre del machismo y se implemente la educación sexual en todas las escuelas de nuestro país.
Como si fuera poco, que los femicidios pasen a ser historia y no, la noticia policial de todos los días...
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