Foto: Portal Cuba
Por Tania Rendón Portelles
Un día como hoy, tú, Camilo Cienfuegos Gorriarán, desapareciste para siempre en el océano.
Pero siempre creímos que eras demasiado grande para materializar tu cuerpo en una tumba aún tan inmensa como el mar. O tal vez, simplemente, demasiado hombre.
Por eso permaneces aún en el recuerdo del pueblo de Cuba, más allá de cualquier generación, y sobre todo provocas los mejores sentimientos en los más pequeños.
¿Qué extraña virtud tenías para acercar o unir almas en torno a una buena causa, o sería, acaso, un don aparentemente inexplicado?
Prefiero pensar que a ello contribuía tu sonrisa. Esa esplendorosa sonrisa que continúa haciendo efecto a través de las fotografías, en las que siempre estabas con tu sombrero alón y una barba gigante, símbolo de tu patriotismo y de tus ideales.
Quiero pensar que tu entereza y tu estirpe revolucionaria también atraían, con la fuerza del ejemplo, así como tu carácter jovial frente a situaciones difíciles.
Quiero pensar que impactas todavía hoy, además, por tu valentía, arrojo en la batalla, paso de vanguardia y dignidad que te hicieron el Héroe de Yaguayay.
Tus hazañas y tu ejemplo continúan vivos aunque hayan transcurrido 56 años desde que te perdimos físicamente en el mar.
Ojalá, Camilo, nunca seas un recuerdo al que se le desea gloria eterna y nos acompañes en cada reto de hoy y siempre, porque confiamos en tu legado de guerrillero.
Es por eso que te cantamos este 28 de octubre, porque “estás vivo en el alma del pueblo de tu cariño, en la risa de los niños y en el verdor de las palmas”.
Y junto a los sentimientos más nobles de los cubanos, lleguen a tí nuevamente, muestras numerosas de flores en el mar.
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