Carlos Saladrigas con varios contrarrevolucionarios (Yoani Sánchez, su esposo, etc.)
durante su visita a Cuba en abril de 2012,
cumplimentando una invitación de los editores de la revista Espacio Laical,
hoy coordinadores de Cuba Posible,
para una Conferencia en el Centro Félix Varela donde se realizó esta foto
Por Edmundo García
El Nuevo Herald de Miami acaba de publicar, firmado por Nora Gámez Torres, un artículo que parece un anuncio político pagado; se titula “Los cubanoamericanos detrás del cambio de política hacia Cuba”. En este artículo hay algunas cosas que deseo contestar.
Lo que básicamente hace la periodista, o lo que le pidieron que hiciera, es celebrar al Cuba Study Group de Carlos Saladrigas, al CubaNow de Rick Herrero (pero que en la vida real también dirige Saladrigas) y algunos otros grupos de reciente creación, como si fueran los verdaderos promotores del tipo de política que el presidente Obama ha decidido seguir hacia Cuba, y que ante todo obedece a la evidencia histórica de que la Revolución Cubana no cedería ni un milímetro de su soberanía, y que cualquier intento de tratarla con presión o por la fuerza sería inútil.
El Nuevo Herald quiere presentar los hechos como si Carlos Saladrigas y Tomás Bilbao hubieran persuadido al presidente Obama de no repetir la política de George W. Bush, solapando el hecho de que cuando Barack Obama era senador por el estado de Illinois ya criticaba el embargo a Cuba; otro que tenía esa idea en su cabeza era el senador John Kerry, hoy Secretario de Estado. Quizás no lo hicieron desde el principio por motivos electorales, pero lo pensaban y lo dijeron.
Desde que el Cuba Study Group de Carlos Saladrigas dijo que iba a cabildear en serio contra el bloqueo, a que realmente hizo algo de cierto peso, pasó mucho tiempo; siempre esperó a que no hubiera riesgos. Saladrigas se cuidó las espaldas en todo momento. Es cierto que en ocasiones dijo que era mejor levantar el embargo (jamás pronuncia bloqueo); pero, ¿por qué quiere Saladrigas que eso suceda?
Lo confesó en una entrevista a Fernando Ravsberg, cuando este trabajaba para BBC Mundo: porque “la confrontación y el embargo han sido extremadamente útiles para el gobierno cubano” y “ha ayudado al régimen cubano a obtener una legitimidad, que no ha podido obtener por otras formas”. La receta de Saladrigas, tan ilusa como traicionera, es dinamitar el prestigio de la Revolución Cubana, para echarle encima los mercenarios del llamado golpe suave.
Cuando hizo alguna crítica a los extremistas de la derecha de Miami que quieren mantener el inhumano bloqueo a Cuba, enseguida se tapó con una crítica demagógica a la Revolución. Como esa vez en que lanzó la malintencionada consigna de oponerse a los “histéricos” de fuera pero también a los de dentro; ofensa que le contesté en el artículo titulado “Las contradicciones de Carlos Saladrigas”, publicado el 5 de abril del 2012
Todo esto debe tenerse en cuenta pues el artículo de Nora Gámez Torres trata de proyectar a Carlos Saladrigas y el Cuba Study Group como el supuesto líder y la organización donde deberían verse reflejados todos los cubanoamericanos que desean una mejor relación con Cuba.
Esto es una falacia y voy a explicar por qué. Desvencijada como anda la Fundación Nacional Cubano Americana, con la nulidad y falta de miras que muestran los congresistas cubanoamericanos del sur de la Florida, con la inoperancia del llamado Consejo por la Libertad de Cuba (CLC) y la carencia de estrategia de las demás organizaciones contrarrevolucionarias, me parece que aprovechar esta situación general para auto proponerse con la ayuda de un medio y de una periodista como la organización representativa de la comunidad cubana es el peor de los oportunismos y una gran mentira; porque detrás de los (insuficientes) cambios de la política hacia Cuba no están los cubanoamericanos que se pasean por los medios, fiestas y eventos promoviéndose a sí mismos; hay cubanoamericanos, es cierto, pero aquellos que constituyen esa mayoría trabajadora y patriótica que no ha dado la espalda a su país, que siguió visitando Cuba en los más difíciles momentos, como en la época de George W. Bush, en que había que ir por terceros países y bajo grandes presiones.
Ellos hicieron una convincente diplomacia informal y demostraron lo impopular y absurdo que era restringir los viajes a Cuba. Esos son los representantes de la comunidad cubana. Somos todos; no un grupo particular de unas pocas personas.
En el artículo de El Nuevo Herald se recogen varias opiniones; entre ellas algunas muy respetuosas como la del profesor Guillermo Grenier, quien reconoce a estos nuevos grupos cierta importancia. Puede ser, pero esto es una lucha de la emigración cubana que tiene 56 años.
Ahora bien, de todos los criterios recogidos en ese artículo de El Nuevo Herald, la opinión más sincera, la que yo más respeto en esta ocasión, y todo el mundo sabe lo que yo pienso de este personaje, es la de Lincoln Díaz - Balart. Como es un viejo truhán de la derecha cubanoamericana, no se deja pasar el artículo pantalla a favor de Saladrigas y el Cuba Study Group, hecho para confundir a la comunidad (porque al gobierno cubano no lo van a poder timar).
Díaz - Balart dice que desde el primer momento las propuestas de Saladrigas eran mercantiles, para hacer dinero, algo que no se respeta en el Congreso, al que entonces Díaz - Balart pertenecía. En su esfuerzo por magnificar la significación de Saladrigas El Nuevo Herald dice que este donó 10 mil dólares para las dos campañas de Obama, una cifra ridícula con la que no se hace política en Estados Unidos.
Díaz - Balart reconoce que sus enemigos, los que siempre se opusieron a su política de sanciones a Cuba, son los que él llama despectivamente “procastristas”; en verdad, patriotas vinculados a la Alianza Martiana, Progreso Semanal, La Tarde Se Mueve y otros colectivos que siempre han abogado por el levantamiento del embargo y la normalización de relaciones, por patriotismo y justicia.
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